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Sinopsis Es el «desarrollo escrito (o literario) de la idea». Presenta la historia o el contenido del programa radiofónico de manera breve y concisa, señalando sus aspectos más importantes e imprescindibles. La afirmación de que sea breve no quiere decir que sea incompleta, ya que toda sinopsis debe contener la totalidad de la historia o contenidos que abordará el programa, no de forma detallada pero sí en su esencia. Algunos afirman que un desarrollo debe hacerse en cuatro o cinco folios, pero no hay regla fija. Lo normal son dos folios a doble espacio. ' La sinopsis es lo que suele requerirse profesionalmente cuando se presenta un proyecto. En el proyecto de programa se añaden a la sinopsis una serie de datos: intenciones, equipo de realización, etcétera, que condicionan la venta o añaden a ésta atractivo. Caso de tratarse de una sinopsis de un programa dramático, debe contener los tres momentos, narrativos tradicionales: planteamiento, nudo y desenlace. En el planteamiento se exponen los hechos y se presentan los personajes. En el nudo se condensa el interés antes de llegar al desenlace que resuelve la narración y aclara los detalles últimos para la comprensión global del programa. En la radio no existe, como desarrollo ideal de un programa, las fases de argumento y tratamiento. Estas sólo se admiten en el caso de un programa dramático y no siempre. Por lo general, el argumento y el tratamiento se expresan en la sinopsis y se confunden con ella. Escaleta Es el vocablo castellano correspondiente al término italiano «scaletta» utilizado internacionalmente. La escaleta es «la fase de elaboración de un programa o, mejor, de un guión, en la que se desarrollan las acciones o contenidos de forma ordenada y con indicación del tiempo, señalando aspectos técnicos, por lo que también es conocida como sinopsis técnica. Directamente relacionada con la escaleta está la estructura, que es «la relación y unión de unas acciones con otras». Algunas formas de estructuras narrativas, comunes a la televisión y al cine, son las siguientes: a) Estructura lineal: la narración sigue el desarrollo cronológico de la historia. b) Estructura de flash-back: la narración salta al pasado. c) Estructura de flash forward: la narración salta al futuro. d) Estructura en paralelo: la narración sigue dos acciones desarrolladas simultáneamente, aunque presentadas una tras otra, para converger en un punto. La escaleta está íntimamente unida a los programas dramáticos. En los programas de otro tipo o en aquellos que no precisan guión, la escaleta no es otra cosa, por deformación del lenguaje profesional, que un minutado en el que se establece el con tenido y la duración, que puede ser modificado por determinadas circunstancias: (Por ejemplo: ausencia de un invitado en un programa en directo). En el minutado (insistimos, a veces llamado escaleta) se establece la hora de comienzo, y las horas y minutos en que entrará cada contenido: careta de entrada, presentación, actuación o disco, entrevista, publicidad, etcétera. En ocasiones las horas son sustituidas por los minutos a partir del cero. Este minutado es de gran importancia en magazines o informativos para ajustar y ordenar contenidos en el desarrollo de la emisión de un programa. Guión radiofónico Es la «narración completa y ordenada de la historia o contenidos del programa, teniendo en cuenta las características del medio radiofónico». El autor del guión recibe el nombre de guionista. Aunque no en todos los géneros, se pueden distinguir dos tipos de guión: el literario y el técnico. En muchos programas los dos tipos se funden en uno solo, primando más una faceta u otra, según si quien lo escribe sea también su realizador, por ejemplo. El guión literario excluye cualquier aportación de tipo técnico; es decir, contiene los textos, los diálogos y los sonidos que formarán el programa, señalando dónde se producirán e indicando si se realizan por los locutores o actores, o por mediación del técnico de sonido a través de discos o cintas, etcétera. También indica las músicas a utilizar: en un programa musical incluye tema e intérprete, pero en uno dramático puede indicar sólo «música de misterio», por ejemplo. El guión técnico es el guión literario planificado por el realizador, o quien hace sus funciones, con el fin de tener todo previsto en la grabación o emisión y que éstas ofrezcan las mayores garantías en cuanto a calidad y rapidez. La planificación mencionada no debe traicionar el sentido del guión literario. No obstante, los enriquecimientos que el realizador efectúa puede llevar a añadir unos sonidos y a excluir otros. El guión técnico debe llevar todas las acotaciones necesarias de recordar en la grabación o emisión. Pero no más de las precisas, ya que podrían producir confusión: planos sonoros, transiciones, uso de canales si la grabación es estereofónica, etcétera. El guión técnico debe acotarse a mano y lápiz sobre una de las copias del guión literario. Como suelen hacerse varias lecturas, incluso varios ensayos, las acotaciones pueden irse modificando. Una vez decidido definitivamente el guión técnico, deben escribirse las acotaciones claramente y pasar las copias así acotadas a cada persona que intervenga y precise del guión: técnico de sonido, montador musical, etcétera. Desgraciadamente, cada vez se escriben menos guiones para radio. Desgraciadamente, porque la frescura y las necesidades de la radio moderna que argumentan quienes preconizan su desaparición se ven, salvo excepciones, contrarrestadas negativamente por los errores, repeticiones y pobreza general que se vierten en multitud de emisiones. Por supuesto, no hay que defender el guión a niveles absolutos. En muchos programas son innecesarios; en otros son imposibles de hacer por sus características o rapidez de trabajo; en algunos, la personalidad o manera de hacer de quien está ante el micrófono se vería forzada para mal con un guión cerrado. Pero en otros casos, y no sólo en los dramáticos, espacios que podrían resultar brillantes quedan disminuidos por ausencia de guión o por no haber realizado convenientemente el guión técnico. Cierto que hacer un guión (literario o técnico) es un trabajo largo y duro, que no suele estar bien pagado, y que en radio los derechos de autor son inexistentes prácticamente, pero no por ello se puede olvidar. En cualquier arte existe: en el teatro, el cuaderno de dirección que realiza el director sobre la obra escrita por un dramaturgo; en el cine y la televisión, la planificación del realizador sobre el guión de un autor. ¿Por qué no en la radio? En este medio ni se ha hecho todo ni, mucho menos, se han escrito todos los guiones. No existe fórmula única de presentación de un guión radiofónico. Cada guionista lo escribe de una manera diferente, propia. Quizá por influencia del cine y la televisión dos formas son las habituales y de los teóricos de estos medios han heredado la denominación. La primera, la más común en España, es la que se denomina «forma americana». El guión literario se presenta a una sola columna, en la que se separan las intervenciones del técnico de control y las de los actores o locutores, incluso las de éstos entre sí, por medio de sangrías. Todo lo referente a realizar en el control se subraya. El nombre del personaje o del presentador o, genéricamente, locutor o locutora (LOCO o LOCA, respectivamente, según la abreviatura más utilizada en los guiones), con número diferenciador, se escribe en mayúsculas. Conviene dejar suficiente espacio de margen en el lado izquierdo para poder anotar las acotaciones que transformarán el guión literario en técnico. La segunda, menos común pero bastante utilizada, sobre todo en programas dramáticos, es la que se denomina «forma europea». El guión literario se presenta a dos columnas. En la de la izquierda se escriben-las cuestiones referentes a los sonidos realizados en control; en la de la derecha se escriben los textos literarios. Conviene dejar espacio en blanco entre las dos columnas para poder efectuar anotaciones. En el capítulo dedicado al lenguaje Radiofónico indicamos los elementos que lo forman: palabra, música, ruidos, efectos y silencio. Todos ellos, o algunos, estarán previstos. En los programas que precisan guión, la palabra (los diálogos) suelen ser la base; no obstante, es preciso tener en mente que la historia dramática no se explica sólo por la palabra, sino por el conjunto de todos los sonidos. Por ello tiene que prevalecer la expresividad del diálogo a la explicación; y el silencio es muchas veces más expresivo que la palabra. Los diálogos van a ser oídos, no leídos; deben ser escritos utilizando un lenguaje comprensible a la primera audición que, salvo excepciones, será la única. Algunas series son precedidas, antes de su aprobación definitiva, de un guión tipo o de prueba que recibe el nombre de «guión piloto» que, a su vez, normalmente será grabado, denominándose a esa grabación «programa piloto» o «programa cero». Plan de trabajo Es «el proyecto de organización de las labores a realizar a partir del guión o del encargo de un programa». Una vez precisado el guión técnico, o antes si éste no existiera, se prepara el plan de grabación o de emisión. Para ello debemos tener en cuenta tres posibilidades: 1. Programa totalmente emitido en directo. 2. Programa emitido en directo pero con partes grabadas previamente. 3. Programa emitido totalmente grabado. La primera posibilidad, la de un «programa totalmente en directo», exige una planificación y coordinación mayores, ya que cualquier fallo afectará a la emisión sin poderlo volver a repetir. El plan de emisión nace del guión y el programa lo seguirá de principio a fin, salvo imprevistos que pondrán a prueba los reflejos y recursos de cuantos intervienen: realizador, técnicos de sonido, presentadores, etcétera. Pero, por definición, los imprevistos no se pueden prevenir y, así, los componentes del equipo coordinarán sus labores con suficiente tiempo. Esta coordinación se lleva a cabo por productor e aquellas emisoras que tienen esta categoría profesional, o por el realizador con el jefe de emisiones en e res o, salvo que esté estipulada otra forma de relación. La segunda posibilidad, correspondiente a un «programa con partes grabadas» antes de la emisión, tiene las mismas características que la anterior y, por tanto, es válido lo indicado. Únicamente varía el proceso en cuanto a la obligada grabación y montaje de los sonidos previstos con el fin de dejar sólo los necesarios y con la duración deseada. La tercera posibilidad corresponde al «programa que se emite grabado». Dentro de esta posibilidad caben los dos supuestos anteriores, aunque pueda parecer contradictorio; es decir, estaríamos ante un programa que se graba como si estuviera saliendo a las ondas. Esta circunstancia se da con relativa frecuencia: grabación de conciertos que no tienen cabida en directo dentro de la programación, grabaciones anticipadas de programas por vacaciones de su presentador, etcétera. Es evidente que en estos ejemplos los planes de trabajo no varían sustancialmente de las dos anteriores posibilidades. Cuando un programa se plantea para ofrecerlo grabado se tienen en cuenta dos factores: su complejidad y conveniencias de perfección. En este caso el plan de trabajo puede ocupar varios días. Aunque en principio pueda pensarse que lleva consigo mayor reposo y reflexión que el programa en directo, no siempre es así. No hay que olvidar que el tiempo vale dinero en cualquier emisora profesional y es preciso lograr un rendimiento acorde entre calidad y coste. La única ventaja, grande por supuesto, es la posibilidad de escuchar y analizar lo grabado y volver a grabar si lo realizado no está conforme a lo previsto o imaginado; incluso se pueden ensayar varias posibilidades hasta llegar al montaje definitivo, que será el que se difunda. En este tercer supuesto suele trabajarse por «bloques» (trozos del guión que serán grabados de un tirón); pueden durar varios minutos, pero también sólo un segundo. Los bloques pueden ser grabados varias veces no sólo por salir deficientes en una primera toma sino, también, por buscar matices nuevos que luego serán escuchados por el realizador, quien elegirá uno u otro. Los bloques pueden establecerse por razones de complejidad o progresión dramática, para que los actores puedan interpretar mejor determinadas situaciones complejas, pero también por razones de producción: un invitado que puede conceder la entrevista sólo en una fecha determinada, un actor que interviene en varios momentos pero que conviene que grabe sus intervenciones en una sola jornada de trabajo para ahorrar coste, un presentador o narrador a quienes se graba toda la palabra para posteriormente efectuar un montaje musical complicado y cuidado. El método de trabajo en este tipo de programas establecerá tres planes, en los que se buscará la coordinación y colaboración de los departamentos correspondientes: 1. Plan de preparación. 2. Plan de grabaciones. 3. Plan de montaje: En el plan de preparación se desglosan todas las necesidades imprescindibles de estar a punto en grabación y montaje. En el plan de grabaciones se indican los tiempos y días de ensayo y grabación, así como los personajes (actores, presentadores e invitados), técnicos, estudios y material que se precisarán. En el plan de montaje se desglosa el tiempo de utilización de técnicos, material y estudios necesarios para la grabación definitiva. Es evidente que estos planes pueden mezclarse. En radio, a diferencia del cine y de la televisión, es excepcional la elaboración de un presupuesto económico (valoración de los costes previstos) y que siempre debe efectuarse tras la preparación del plan de trabajo. La grabación La grabación lleva al soporte elegido, generalmente cintas magnéticas, los contenidos de un programa según el plan establecido. En la grabación intervienen los presentadores, locutores, actores, técnicos de sonido, realizador, director, montador musical, productor, invitados, etcétera. Previamente a la grabación se realizan las pruebas técnicas y, en el caso de los programas dramáticos, los ensayos, que habitualmente se efectúan momentos antes dentro de la misma jornada de trabajo. En algunos casos esta fase equivale prácticamente a la emisión, aunque ésta se realice posteriormente; esto se produce, como ya hemos visto, en el caso de grabar un programa en el mismo orden que está en el guión. Si el espacio se emite en directo, esta fase no se efectúa, salvo que se grabe a la vez que sale al aire para su reposición, análisis o archivo. Un problema que a veces se plantea al grabar la palabra, que luego irá arropada por una determinada música, es la falta de acoplamiento. En ocasiones se puede observar una estupenda actuación ante el micrófono y un extraordinario montaje musical, pero falla algo: el ritmo del habla y la entonación no están acordes con el fondo musical. Por esta razón es aconsejable grabar determinados bloques con su montaje musical definitivo utilizando cascos (auriculares) quien habla. Otro defecto en este tipo de programas es difícilmente justificable y poco comprensible, pero se da con frecuencia excesiva: los gratuitos desniveles en la grabación final entre el sonido de los locutores de la música, en beneficio de ésta. Este defecto podría tener una cierta justificación en un programa en directo, pero nunca en uno grabado, en el que se conocen los niveles de registro. Este defecto es achacable a los técnicos de sonido y al realizador del programa. Los técnicos y el realizador deben tomar nota de todas las circunstancias de la grabación de los bloques (incluso de sus impresiones sobre ella), si se ha efectuado una toma o varias, si alguna de ellas es desechable sin más, etcétera. Al comienzo de cada bloque, el locutor, o uno de ellos, debe indicar el bloque de grabación (o el número del primer «bocadillo») y, si se repitiera, el número de la toma. Esto es innecesario en el caso de que, por un error de dicción o de ritmo, el locutor «empalme» en un lugar determinado sin que se note. En esta circunstancia es conveniente saber ' que a veces interesa ir al comienzo del bloque o, por lo menos, a un punto en la entonación, ya que en muchas ocasiones se tarda más en el intento de lograr «continuidad» que en repetir un fragmento. Montaje Los bloques grabados, siempre que no sirvan para la emisión tal como están, pasan a una etapa final previa a su puesta en antena: el montaje. El montaje es la «operación por la que todos los sonidos que forman un programa quedan en el orden y calidad previstas por cuantos intervienen en su proceso de creación bajo la responsabilidad y decisión final del director o realizador». Esta etapa también es denominada «edición», posiblemente por influencia del lenguaje utilizado en el mundo de la televisión. En esta fase final intervienen fundamentalmente el técnico de sonido-montador, el realizador y, en su caso, el productor y el director. Técnicamente, en radio profesional se utilizan una consola de mezclas, dos magnetófonos reproductores, uno de grabación y dos reproductores de discos, así como generadores de efectos si se precisan y no se utilizaron en la grabación. Los bloques grabados en el orden marcado por el plan de trabajo pasan en esta fase a ser colocados en una cinta virgen u otro soporte técnico elegido, tal y como están previstos en el guión. También sufren las modificaciones oportunas en cuanto a perspectiva sonora e, incluso, cambios de tonalidad. Por último, se mezclan con otras voces, músicas, ruidos y efectos, lo que produce unos sonidos iguales (pero a la vez distintos) a los previamente grabados. La cinta con el montaje definitivo se llama «máster» o matriz y constituye el soporte de lo que es el programa a emitir. De ella se graban las copias de trabajo (en algunas emisoras llamadas «CT» o «cetés») que se utilizan para emisión o para otros montajes posteriores. Al principio y al final de la cinta suele existir una cinta no magnética, generalmente blanca, cuyo fin es proteger la cinta magnética, así como facilitar su manipulación al ser colocada en los magnetófonos de cinta abierta. Estos extremos se denominan «cola» o «cinta interte». Detrás de la cola, y unos segundos antes del inicio del programa, es aconsejable grabar una voz que diga el título del programa y, si se sabe, fecha y hora de emisión. Con esta denominada «claqueta», por influencia del cine; se evitan posibles errores de que una cinta haya sido colocada en una caja equivocada. También conviene grabar una señal técnica estándar que sirva para ajustar la grabación a los aparatos reproductores. Una vez finalizado el montaje se rellena la fecha de grabación con los datos siguientes, que pueden variar de una emisora a otra: 1. Número de cinta. - 2. Título del programa. 3. Guionista. 4. Duración. 5. Velocidad de grabación. 6. Sistema empleado: mono q estéreo; tipo de filtro de reducción de ruidos, etcétera. , 7. Equipo artístico (director, realizador, etcétera). 8. Estudio en el que se ha grabado y técnico responsable. 9. Fecha y hora de grabación. 10. Fecha y hora de emisión. 11. Primeros sonidos del programa. 12. Últimos sonidos del programa.
14. Caso de que la emisora tenga varias programaciones, la que va a emitirlo. Otros datos técnicos de interés; por ejemplo, algún momento en que existe algún fallo imposible de mejorar en grabación, ajuste de señal, etcétera. Esta ficha se incorpora a la caja que lo contiene. Es evidente que el número de la caja debe coincidir con el fijado en algún punto de la bobina de la cinta. Pero para evitar posibles errores, sobre todo si se trata de programas incluidos en una programación diaria, conviene que en una etiqueta figure, tanto en el núcleo como en la caja, el título del programa, fecha, hora de emisión y duración. Conviene explicar que, aunque son términos que se utilizan indistintamente, «bobina» es el carrete donde se enrolla la cinta y «núcleo» es la parte central de la bobina. La cinta grabada, con su ficha correspondiente, será entregada en la fonoteca para su correspondiente archivo. En algunos casos interesa sacar copias para su comercialización o análisis por los responsables de la emisora (director, jefe de programas, etcétera). No hay que olvidar que la cinta destinada a emisión debe sufrir las menores manipulaciones posibles para que no merme su calidad; el momento más indicado para esta operación es aprovechar la audición del programa que suele realizarse inmediatamente después de haber finalizado el montaje final. Emisión La cinta grabada será situada por el jefe de emisiones, el encargado de continuidad o el encargado de la fonoteca en el control de continuidad para, en el momento previsto en el índice de programas (documento diario de carácter ejecutivo en el que figuran los títulos de los programas y su horario de emisión) ser puesto en antena a través del Control Central, o también en el lugar técnicamente apropiado para permitir la correcta sucesión de programas, situándolos en antena de la forma adecuada y prevista. Evaluación del producto final Desgraciadamente, en la radio pocas veces se hace un análisis de un programa, cuando resulta muy aconsejable para mejorar la calidad de programas futuros. El quehacer diario no deja tiempo. El análisis no suele pasar de algún comentario por parte de los que han realizado el programa, o de algún oyente, en ocasiones compañero de los autores. Generalmente estos comentarios no son más que expresiones de aprobación, disgusto o descalificaciones, sin más reflexión. La necesidad de saber si un programa ha cumplido su fin y sus planteamientos justifica la evaluación final, que puede tener muy distinta naturaleza: desde escuchar con atención el programa emitido y observar sus aspectos más interesantes (positivos o negativos) hasta intentar averiguar si ha gustado a la audiencia. , ' Algunos profesionales se conforman con recibir alguna felicitación (que no pasa de ser una anécdota elevada a método de evaluación) y considerar las llamadas telefónicas o las cartas recibidas como datos inequívocos de que el programa ha financiado. Son sistemas groseros y equívocos. No siempre los programas que mejor se han ajustado a los objetivos fijados reciben cartas, llamadas o comentarios de alabanza o recriminación. En España solían hacerse numerosos estudios de audiencia, en ocasiones encargados por las propias emisoras, con los condicionamientos que esto implicaba. No se quiere decir con esto que las encuestas sean realizadas por las empresas especializadas con mala fe o se adulteren los resultados. Pero sí es evidente que quien encarga la encuesta pregunta aquello que sabe le va a beneficiar, máxime cuando lo que se pretende es lograr más publicidad en el caso de las emisoras comerciales, o una justificación de eficacia en las emisoras públicas. Aun hoy se siguen realizando estos estudios que, afortunadamente, no suelen utilizarse más que internamente en la empresa que los encargó. En cualquier caso, las encuestas buscan en un momento determinado no sólo los efectos de una programación y menos de un programa aislado, sino, sobre todo, el número de oyentes que tiene la emisora. Es un dato interesante, imprescindible para mejorar y adecuar los programas y las programaciones, pero no sirve para saber el efecto, la adecuación o la evolución de un programa. Además, estas encuestas particulares sólo suelen analizar las grandes cadenas en zonas determinadas, con lo cine se mezclan circunstancias tales como si se recibe una Por otra parte, los datos suministrados siempre pueden ser interpretados o justificados según quien los analice o los asimile. Es decir, son manipulables subjetivamente. Así, por ejemplo, un programa puede no ser el más escuchado cuantitativamente, pero puede ser el más indicado para anunciar un producto determinado por el perfil de la audiencia. Otra cuestión será si el anunciante se lo cree o no. En la actualidad, las encuestas que realiza el Estudio General de Medios (EGM) son las que ofrecen mayor fiabilidad a nivel de número de oyentes y datos sociológicos de la audiencia, aunque sus resultados suelen ser criticados, fundamentalmente por aquellos que sufren pérdidas de oyentes. El EGM, junto con la Oficina de Justificación de la Difusión (OJD) para prensa y el sistema de audímetros para televisión, son los instrumentos más admitidos para conocer la audiencia en Esp4a. El Estudio General de Medios es un organismo promovido por la Asociación para la Investigación de Medios de Comunicación (AIMC) y que está financiado por los medios (prensa, radio, televisión, etc.) que voluntariamente lo deseen, con aportaciones porcentuales al presupuesto según su importancia. Combina los datos «multimedia» (dirigidos a todos los medios sin distinción) con una encuesta «monomedia» (posibilidad de que cada medio tenga una investigación más acorde con su planificación) y con la llamada encuesta «trimedia», referida sólo a diarios, revistas y radio. Su cadencia temporal suele ser la de tres oleadas al año. Se realiza diariamente por entrevistas personales basadas en el recuerdo del día anterior y con un cuestionario exhaustivo. Falta completar este sistema con dos métodos: los audímetros y el panel de aceptación de programas. Son métodos difíciles de aplicar en estos momentos en la radio española, aunque sí se utilizan en la televisión. El «audímetro» permite lograr un análisis fiable (cuantitativo y cualitativo) de la audiencia respecto a distintas emisoras. Consiste en un aparato, acoplado al receptor, que indica con exactitud los momentos en el que estuvo conectado y en qué frecuencia. La muestra debe ser lo más significativa y representativa posible. El «panel de aceptación de audiencia» consiste en seleccionar una muestra acorde con la sociedad que puede recibir los programas y ésta califica cada programa que escucha según le haya gustado o no. Con el índice y los datos resultantes se puede deducir la adecuación o inadecuación de los programas con la audiencia en un horario y día determinados. El ideal es unir los estudios cuantitativos con los de aceptación; puede ser una utopía, pero es la única forma viable para que el profesional saque conclusiones no meramente intuitivas e interesadas. Mientras se espera el cumplimiento de la utopía, no queda más remedio que evaluar los resultados con los-datos que se poseen: desde la encuesta hasta el comentario desinteresado de compañeros y oyentes, pasando, sobre todo, por la autocrítica tras los programas que merezcan ser analizados y que no siempre deben ser los mejores ni los que se emitieron con menos errores. Esta autocrítica, si se practicara con habitualidad, haría que el mundo de la radio evolucionara positivamente cada día. Cualquier artista puede, y hasta debe, satisfacerse en primer lugar a sí mismo, pero sin olvidar que un producto (en este caso los programas de radio) van dirigidos a un fin: servir a los oyentes y, casi siempre, para llegar al mayor número posible de personas. En el capítulo XII se analizan algunas otras cuestiones sobre la audiencia. Archivo Una vez completado el ciclo de un programa con su emisión y posibles audiciones posteriores, su grabación debe archivarse en la «fonoteca» (dependencia donde se registran, clasifican y conservan de forma ordenada las cintas magnetofónicas, discos y demás soportes con sonidos registrados). No obstante, la mayoría de los programas grabados se borran con posterioridad para volver a utilizar las cintas. Algunas emisoras registran la totalidad de sus emisiones, guardando los programas emitidos durante unos días (para atender posibles reclamaciones u otros motivos: «archivo temporal») o de manera definitiva si se consideran de interés (en RNE ). Algunas grabaciones tienen interés pero, al no tener una emisora derechos de reproducción intemporales por ejemplo, un concierto-, se deben borrar para no caer en ilegalidad, con sus correspondientes consecuencias, al ser utilizadas por descuido o frivolidad. Suelen utilizarse magnetófonos de muy baja velocidad de grabación y, en los casos de difundir varias programaciones simultáneas, magnetófonos multipistas; si bien este procedimiento tiene la ventaja del ahorro de material y ocupación de menos espacio en las estanterías, se caracteriza por su incomodidad (se precisa un magnetófono de iguales características para reproducir) y por los peligros de manipulación, que afecta no sólo a un programa sino a varias programaciones. CAPÍTULO V LA INFORMACIÓN Introducción La actitud del informador Los informativos radiofónicos Proceso de elaboración de un informativo radiofónico Fuentes de información INTRODUCCIÓN Las calles céntricas de Nueva York despiertan cada mañana con el ruido del helicóptero de una emisora de radio que sobrevuela la ciudad contando en directo a sus oyentes cómo está la circulación, en qué puntos se forman atascos y por qué calles se puede rodar con fluidez. Aquí es donde la radio encuentra su expresión más genuina y ostenta clara ventaja en relación con los demás medios: en la información instantánea. Recordemos que,,para Maurice Siegel, reconocido experto tanto de radio como de televisión, la radio es antes que nada la permanente agencia de noticias de los ciudadanos. En el campo de batalla de la información, la televisión es la artillería pesada; la prensa, la infantería; las revistas semanales de política e información general pueden comparárse a la caballería. Las revistas especializadas, que lanzan sus mensajes «desde arriba»; desde su autoridad de expertos, equivaldrían a la aviación. Las agencias abastecen a los distintos ejércitos informativos como los servicios de intendencia. ¿Y la radio? La radio es la guerrilla: llega a todas partes, en cualquier momento, con facilidad de maniobra, gran movilidad y ligera impedimenta. ¿Qué es la información? No existe una definición unívoca y omnicomprensiva de este concepto. Los estudiosos de las ciencias sociales equiparan a menudo información y comunicación. Sin embargo, mientras la comunicación se refiere a la transmisión de mensajes en sentido general y amplio, la información es la comunicación de mensajes más específicos, de carácter periodístico. . Para el que fue profesor de la Universidad de Estrasburgo e investigador sobre Comunicación, Abraham Moles, en el sentido corriente del término, información es sinónimo de noticia o de mensaje, por lo que se halla vinculado al contenido de una cosa significada a un individuo receptor. Pero hay otros muchos enfoques de ese concepto. En materia de comunicación social es irrelevante pretender deslindar de manera absoluta el significado de cada vocablo. Información, cultura, formación, publicidad, entretenimiento, propaganda... son conceptos que a menudo tienen elementos coincidentes, que se entrecruzan y hasta se confunden. Por ejemplo: la noticia de un determinado invento (información periodística, sin duda) lo «publicita”, al mismo tiempo que puede entretener al oyente y documentarle e instruirle acerca de cuestiones científicas que desconoce. LA ACTITUD DEL INFORMADOR El profesional puede y debe tender a la información más veraz (objetiva, clara e imparcial) en la triple vertiente de difusión de noticias, explicación de las mismas y exposición y solicitación de opiniones. , La objetividad es posible en la medida en que uno se puede acercar a ella. Como todo bien abstracto, es inalcanzable en su totalidad, pero (al igual que ocurre con la felicidad o el amor) es de aceptación universal y tiene diversos grados. El ideal permanente es lograr el más alto grado posible. La primera medida consiste en diferenciar con claridad los hechos de las opiniones, tanto las del propio informador como las de los personajes cuyas voces intervienen en cualquier programa. El informador eludirá ofrecer sus propios juicios. En la medida que lo permitan los medios técnicos puestos a su disposición, tratará de plantear la realidad de las cosas, el curso de la vida, los detalles de un suceso o acontecimiento noticiable que se puedan escapar a la contemplación cotidiana del oyente. Buscará las facetas nuevas de la historia de cada hora y de cada día. Aportará de ese modo elementos de juicio; lo que se ha dado en llamar por parte de los cientificistas «datos», lo que en términos historicistas son «hechos», lo que para los legalistas son «pruebas» y «testimonios». Contribuirá, en definitiva, a la formación de la opinión pública. La imparcialidad no exige una permanente actitud salomónica en la selección y el tratamiento de la información. Ello equivaldría a considerar al informador como árbitro o juez de intereses enfrentados, cuando en la práctica de cada día ante el micrófono o la máquina de escribir, el enfrentamiento que se presenta con más frecuencia es el del profesional consigo mismo en el intento de acertar con el rigor, el interés y la honradez. En su «Diccionario ideológico de la lengua española», Casares sitúa la palabra imparcialidad entre equidad y neutralidad. Con escolta semejante, el éxito de la empresa está asegurado. La claridad, condición necesaria a todo mensaje para garantizar su captación, tiene que ver con el lenguaje, pero también con la técnica que se utilice para su presentación. A una expresión semántica y sintácticamente correcta, hay que añadir una locución aceptable tanto en la dicción como en la fonética. Asimismo, es preciso buscar la claridad a la hora de intercalar complementos sonoros o efectuar montajes. Y todo ello perdería eficacia si el sonido resultante (claro y bien expresado en el concepto y en la forma) se emite a través de una señal débil, oscura o interferida. Una de las últimas fórmulas periodísticas (nacida en Estados Unidos y exportada en los años ochenta al Viejo Continente) es el denominado periodismo evaluador y, aunque se refiere fundamentalmente a la información política, sintetiza la actitud ideal del periodista. La idea es que los reporteros se apeguen a normas profesionales elevadas; luego se les deja en libertad, sin prejuicios, para que su criterio se forje en la investigación. Entre los ingredientes del periodismo evaluador figura un gran interés en lo ordinario e invariable, en el témpano completo y no sólo en la punta visible. LOS INFORMATIVOS RADIOFÓNICOS La mayor competencia entre las empresas radiofónicas se plantea ahora mismo en el campo de la información periodística y en los magazines dirigidos a amplias audiencias. No hace falta explicar que es un error atribuir el término «periodístico» exclusivamente, a la información de la prensa escrita. Periodismo significa literalmente regularismo, y en sentido estricto, el periodismo más auténtico, el que mejor corresponde a la definición de «información periódica», es el de la radio. Los espacios informativos de la radio no se ciñen hoy únicamente al esquema rígido de los antiguos boletines horarios o diarios hablados. La regla de oro de la información en este medio reside en la instantaneidad: el hecho en el mismo momento en que se produce. En este sentido, las posibilidades de inmediatez se traducen en transmisiones, ó narraciones sonoras en directo de los acontecimientos noticiosos, y en flashes, o comunicaciones breves de los primeros datos de un suceso o noticia imprevista en el instante en que son conocidos por el informador, también en directo e interrumpiendo el desarrollo del espacio que se emite en ese momento si la urgencia o la importancia del tema lo requieren. En cuanto a los informativos regulares, los más comunes se incluyen en alguno de los siguientes tipos: - Avance: No debe confundirse con el flash. El avance es el adelanto resumido de las cuestiones que se abordarán en un próximo noticiario de mayor amplitud. - Boletín: Recopilación breve de las noticias llegadas a la redacción entre dos períodos prefijados. Actualmente la mayor parte de las emisoras transmiten boletines horarios. Habitualmente se comienza por los nuevos datos de una noticia ya conocida y difundida con anterioridad, o por las novedades de la última hora. Incluye, asimismo, el resumen, casi a modo de titulares, de las noticias más destacadas que se han recogido en un período más dilatado -por ejemplo, de la mañana, de la tarde o de la noche-. La duración de un boletín no es fija; salvo casos excepcionales oscila entre tres y ocho minutos. Junto a la lectura de las noticias desde el locutorio cabe incluir conexiones o crónicas de última hora. - Noticiario: Genéricamente se puede aplicar esta calificación a cualquier espacio de noticias, aunque en sentido estricto se refiere a los programas de actualidad en los que los temas se ordenan por áreas, secciones o géneros. El noticiario se denomina también noticiero, especialmente en Iberoamérica.
- Informativo mixto: Programa que incluye un noticiario fragmentado, entre cuyas partes se emite publicidad, música, entrevistas extensas o coloquios. - Gran informativo: Espacio de actualidad, no necesariamente regular, que se caracteriza por su gran duración y por contar con transmisiones extensas o numerosas. Por ejemplo, los programas deportivos que difunden las cadenas de emisoras en jornadas de competición. - Edición especial: Informativos realizados en ocasiones extraordinarias y que no se ajustan al formato ni a la hora de emisión de un diario hablado, bien por su contenido monográfico, bien por la imprevisibilidad de su duración. Son ejemplos de este tipo de emisiones informativas las que se realizan con motivo de elecciones o acontecimientos inesperados de trascendencia social. Son también ediciones especiales los espacios de actualidad de periodicidad no diaria (semanales, mensuales, de fin de año, etcétera). PROCESO DE ELABORACIÓN DE UN INFORMATIVO RADIOFÓNICO Cada emisora, cada equipo y cada profesional tienen su peculiar manera, su estilo, de enfocar, realizar y plantear el trabajo. Por otra parte, es muy distinta la labor que puede hacerse con un amplio equipo profesional y poderosos medios técnicos que la que a priori está ya condicionada por la precariedad. Así que resulta ocioso tratar de establecer normas rígidas de funcionamiento para la elaboración de un programa informativo. Sí es posible, no obstante, marcar unas líneas orientativas. Con las variantes propias de cada caso, éste puede ser el proceso convencional de elaboración de un noticiario o diario hablado -de quince a sesenta minutos de duración- y llevado a cabo por un equipo completo que cuenta, por consiguiente, con suficientes medios técnicos, teletipos, red de corresponsales, etcétera: * Preparación: - Los informadores, reunidos en consejo de redacción, exponen los temas previstos y las noticias que ya han llegado desde la edición inmediatamente anterior. Se establece una selección de temas, cuestiones de actualidad inmediata y seguimiento de acontecimientos que ya se han difundido pero que siguen deparando datos nuevos de interés. * Valoración de los temas. De su importancia dependerá el tratamiento en forma de simple nota, o bien de crónica, entrevista, etcétera. - Cálculo de la duración previa que se concede a cada tema. - Adjudicación del trabajo a cada profesional y miembro del equipo, corresponsales, reporteros, servicio de documentación, unidades móviles. * Materialización: - Sondeo en las fuentes habituales, revisión continuada de los teletipos, clasificación de comunicados y llamadas telefónicas efectuadas o recibidas. - Concertación de las entrevistas, en directo o diferido. Grabación de estas últimas. - Redacción de los textos, recogida de información in situ por los informadores de calle. Grabación --en su caso- de las crónicas de aquellos corresponsales, colaboradores o enviados especiales que no puedan intervenir en directo. Asimismo, los técnicos de sonido preparan las sintonías, ráfagas, recursos o cuñas que se introducirán en el programa.
* Edición: - Distribución del material por bloques, secciones o áreas. Ordenación según su importancia, actualidad e interés. - Ajuste del material con que se cuenta. Eliminación de partes superfluas o ampliación con los datos de última hora. - Minutación del material resultante. - El editor (redactor jefe, director, conductor o informador responsable del informativo) redacta una pauta o un minutado esquemático que sirva al realizador para conocer a golpe de vista el orden de intervenciones en el locutorio, inclusión de cintas grabadas y conexiones en directo. Se especifican también los puntos del noticiario en que han de intercalarse ráfagas, sintonías o cuñas. * Puesta en antena:
Todos los locutores o periodistas que intervengan desde el estudio contarán con una copia del guión o conjunto de textos del informativo, al igual que los especialistas de sonido y el realizador. Cada uno efectuará en el papel las acotaciones que considere útiles. FUENTES DE INFORMACIÓN El foco de la noticia La fuente básica de información es el foco del que parte una noticia. La información más real, viva y auténtica es la que se recoge en origen. Esta es la primera tarea de la redacción, tanto de mesa como de calle. Los redactores de mesa, con la ayuda imprescindible del teléfono, deberían efectuar sondeos periódicos -y tan asiduos como lo permitan la dimensión y los medios del equipo informativo- a los puntos donde surgen novedades con cierta frecuencia, como son los centros oficiales (del Estado y gubernamentales, autonómicos y municipales) y las entidades de auxilio público y urgencias (fuerzas de seguridad, bomberos, clínicas y hospitales, Cruz Roja, etcétera). Los reporteros tendrán en los primeros datos obtenidos en tales fuentes una base para completar después la noticia sobre el terreno, recogiendo en vivo nuevas informaciones, entrevistas y testimonios. |
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