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Como parte de un esfuerzo de reflexión ante la XI Comisión Parlamentaria Mixta México – Unión Europea, el presente documento tiene como objetivo analizar el impacto que la crisis financiera y económica que sufrimos desde hace más de dos años ha tenido en tres economías directamente interrelacionadas como son México, La Unión Europea y los Estados Unidos. La justificación para esta agrupación analítica ha de encontrarse primero de todo en la común pertenencia de estos tres actores en el G-20. El nuevo rol del G-20 da una idea del cambio tectónico que ha experimentado la estructura económica internacional en donde los países desarrollados (antes agrupados en el G-7 y la OCDE) han visto mermada su posición ante la pujanza de los nuevos países emergentes. Sin embargo la voluntad de coordinación política y apoyo a las políticas de estímulo que se aprobaron en la Cumbre de Londres de 2009 han cedido ante las divisiones entre los diferentes países y bloques económicos respecto de que respuesta dar ante las señales (¿prematuras?) de recuperación económica. Al respecto, México es un país íntimamente interconectado con los Estados Unidos y la Unión Europea por lazos de inversión y comercio. Hasta el día de hoy el modelo que ha basado esta relación tripartita se ha apoyado en el consumo del mercado norteamericano: La inversión europea se establecía en México para tener un acceso privilegiado al mercado estadounidense y así satisfacer su demanda47. Claramente se ve está tendencia al observar el déficit de la balanza comercial entre México y la U.E. y al superávit de México en sus intercambios con los Estados Unidos. En la actualidad este modelo basado en unos fuertes déficit de unos países (Estados Unidos, España, Irlanda, Gran Bretaña etc.) frente a unos fuertes superávit de otros (China, Asia en general y Alemania en el mundo desarrollado) esta siendo contestado por aquellos países occidentales más endeudados que pretenden alcanzar un equilibrio mayor de las balanzas comerciales. Básicamente esto supondría que los Estados Unidos y algunas otras economías desarrolladas consumieran e importaran menos para que otras como China o Alemania consumieran más y ahorraran menos48. Este cambio no es baladi y su promoción por parte de unos junto con la resistencia por parte de otros es lo que explica las actuales “guerras de divisas”, tendencias proteccionistas o el deterioro del G-20 como foro político. La idea de muchos países es salir de la crisis aumentando sus exportaciones vía la devaluación de sus monedas. Pero, ¿funcionaría un sistema en el que todos venden? ¿Quién compraría?.La cuestión es mucho más complicada que lo que expresan las preguntas anteriores pero lo que la Gran Recesión a puesto sobre la mesa es si el actual modelo de consumo e inversión es realmente sostenible en el futuro. Para México la vigilancia de esta evolución es fundamental puesto que su ciclo económico esta vitalmente conectado a la evolución de la demanda estadounidense. Tan solo hay que ver el desplome de la economía mexicana en 2009 (-6.5%), la recuperación experimentada en 2010 (+5%) y de nuevo la reducción en el crecimiento esperada para 2011 (+3.5%). Para la relación México – U.E. también es importante estar al tanto de esta evolución puesto que si la estructura económica mundial cambia de la misma manera lo hará su relación económica. Frente a esta situación hay que aprovechar las respuestas coincidentes que México y la U.E. pueden poner en marcha de cara a contrarrestar la actual tendencia proteccionista y de “empobrecimiento del vecino” que se han observado por parte de algunos países. Básicamente el debate se centra entre continuar con las medidas de estímulo o irlas retirándolas progresivamente. Este debate se esta manifestando sobretodo en las diferentes acciones de la Reserva Federal estadounidense y el Banco Central Europeo y tiene efectos muy importantes porque de seguirse por la senda de falta de coordinación la propia recuperación se pondría en peligro. México no puede estar al margen del debate y habrá de estar atento a la defensa de sus intereses partiendo de la coincidencia básica entre los principios rectores de Banxico y el BCE: la defensa de la estabilidad de precios y la capacidad de compra de la moneda. La no inclusión del objetivo de crecimiento es la principal diferencia con la Fed y la mayor similitud con el BCE sin embargo las opiniones anteriormente mantenidas por el actual Gobernador de Banxico indican que no es inmune a tomar medidas que faciliten el crecimiento de las economía mexicana vía bajada de tipos de interés y reducción de la apreciación del peso. Por otra parte las reacciones de otras naciones a los planes de estímulo de Estados Unidos y sus efectos sobre los tipos de cambio de las divisas han hecho aparecer fantasmas proteccionistas que para nada casan con los intereses y filosofías de México y la U.E. que no olvidemos comparten un TLC. Para contrarrestar estas tendencias que pueden poner en peligro la recuperación de la economía internacional y sus propios intereses particulares México y la U.E. tienen mecanismos institucionales ya establecidos como son el Acuerdo Global y el Plan Ejecutivo. Las dificultades para una mayor coordinación vienen dadas por cuestiones de política interna en México pero sobretodo en la U.E. que en la actualidad se en encuentra en el centro del debate debido a dos cuestiones: a. Los rescates de Grecia e Irlanda en menos de seis meses y b. Las diferencias que ya han empezado a darse entre el BCE y Alemania principalmente a cuento de la falta de reacción del BCE ante los planes de estimulo de Estados Unidos que como efecto indirecto han aumentado la apreciación del Euro. Alemania como economía exportadora no ve con buenos ojos la situación. Finalmente existe una última coincidencia entre la situación de México y la U.E. que hacen pertinente la presente reflexión. El debate entre la retirada o el mantenimiento de las medidas de estímulo fiscal, monetaria y de liquidez esconde la importancia mayor que supone una mejora de la competitividad en la mayoría de las economías que sufrieron la crisis. La mejora de la competitividad es un mantra repetido hasta la saciedad pero nunca tomado en serio por la clase política debido al coste que supone emprender medidas de reforma estructural por el lado de la oferta. Desgraciadamente esta situación se ha dado tanto en México, en donde el debate respecto de las reformas laboral, fiscal, energética o de la competencia llevan años sin encontrar los calendarios adecuados, como en muchos de los países de la U.E (precisamente aquellos que están sufriendo más los efectos directos e indirectos de las crisis). Necesidad obliga y ante la actual situación muchos países europeos están comenzando a tomar medidas estructurales que garanticen un crecimiento sostenible en el futuro. México cuenta con el arrastre de la economía estadounidense, la posibilidad de depreciar el peso y una política monetaria ajustada a sus condicionantes nacionales, elementos estos dos últimos con lo que no cuentan los países de la zona Euro. El responsable manejo de estos elementos le ha permitido recuperarse de la crisis, aunque todavía no llega a los niveles previos a ella. Sin embargo queda claro que la apuesta por una mayor diversificación de las exportaciones y un reforzamiento del mercado doméstico aparecen como una necesidad perentoria en el horizonte económico del país. Creo que el mutuo intercambio de ideas entre Europa y México puede ser de gran ayuda para ambas partes. Tan solo como ejemplo algunos países europeos pueden sacar conclusiones de las pasadas quiebras del sistema bancario mexicano y de cómo el país ha logrado recuperarse y estabilizar dicho sistema49. Para México el modelo general ha seguir pudiera ser Alemania en el sentido que realizó sus reformas estructurales años antes de que la crisis financiera y económica impactasen. Si bien es cierto que esto le costó la perdida del Gobierno al Partido Socialdemócrata y que ciertas consecuencias (exceso de ahorro) tuvieron efectos negativos en otros países (exceso de liquidez en el mercado inmobiliario español por ejemplo) lo cierto es que preparó al país para hacer frente a la actual crisis. Alemania es la única gran economía europea que está creciendo a ritmos elevados gracias a la competitividad de sus exportaciones hacia destinos diversos (Europa, USA pero también Asia). La cuestión para Europa es conciliar las diferentes realidades económicas de cada uno de sus miembros y hacer frente a las inconsistencias que supone tener una moneda común sin una política fiscal común. La gobernanza económica (más alla de lo monetario) está encima de la mesa así como la solidaridad europea. Toda crisis es una oportunidad y la diferencia va a venir determinada por el impulso que desde los diferentes ordenes políticos (Parlamentos, Ejecutivos, Sociedad Civil) se den a las medidas de reforma estructural y al fomento de la cooperación internacional. Es la hora de las decisiones estratégicas con miras de futuro a largo plazo. 2- La Gran Recesión: Evolución desde la crisis financiera a la crisis de la economía real La crisis comenzó con una crisis financiera detonada por la explosión de la burbuja de las hipotecas suprime que contaminó a todo el sistema bancario internacional. Debido al nivel de perdidas los bancos dejaron de prestarse entre ellos y a la economía productiva. La caída del consumo y el aumento de las tasas de ahorro tanto de los hogares como de las empresas desplomó los índices de PIB y las tasas de paro aumentaron considerablemente. La nueva crisis a diferencia de las anteriores (México 1994, Asia 1997) se había gestado en los denominados países desarrollados encaminaba al sistema económico internacional hacia el abismo. La caída de gigantes como AIG o la quiebra de bancos de inversión tan emblemáticos como Lemhan Brothers obligaron a los Estados a implementar rescates mastodónticos de sus sistemas financieros. Sin embargo los efectos de los rescates en las finanzas públicas así como los efectos estructurales de la crisis en la economía real (sobretodo el paro y el temor a consumir e invertir ante la incertidumbre de la situación) desencadenaron la siguiente fase de la crisis: La crisis de las deudas públicas. Estados Unidos y los países periféricos de la Unión Europea vieron como su déficit público aumentaban exponencialmente, en algunos casos desde cifras de déficit ya abultadas, y en consecuencia sus deudas públicas. Comenzaron a surgir dudas respecto de la solvencia de algunas pequeñas economías desarrolladas de tal manera que los ataques especulativos y el aumento de las primas de riesgo comenzaron a ser la nueva pesadilla de las élites políticas. La cadena se rompió por los eslabones más débiles como Irlanda o Grecia obligando a la U.E. ha implementar un Fondo Europeo de Estabilización Financiera en conjunto con el FMI (750.000 millones de Euros) para rescatar a las economías europeas en problemas. Sin embargo el peligro de contagio a otras economías mayores (España o Italia pasando por Portugal) se mantiene y si finalmente se tiene que intervenir en un tercer país la calificación del Fondo se vería perjudicada. Por su parte los Estados Unidos recuperaron la senda de crecimiento en 2010 (2.7%) lo cual permitió a México superar la caída del 2009. Sin embargo el escaso dinamismo de la recuperación (se esperaba un 3.2%) y sobretodo la persistencia de unos índices de desempleo muy elevados impulsaron la decisión política de lanzar una nueva ronda de estímulos. Esta situación ha abierto recientemente la denominada “guerra de las divisas” puesto que la decisión estadounidense devalúa el dólar (al bajar los tipos de interés por la inyección de liquidez) hace que los países emergentes sufran una aluvión de inversiones especulativas en busca de mayores rendimientos lo cual amenaza con generarles mayores índices de inflación A la par ciertos países como Brasil o Corea del Sur sienten que la devaluación del dólar merma la competitividad de sus propias exportaciones. La última Cumbre del G-20 en Seúl no ha supuesto grandes novedades. |