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COMPETENCIA Y COMPETITIVIDAD Duración: 10 a 12 minutos. La competitividad y la competencia son conceptos que se escuchan cotidianamente en cualquier espacio público, privado o académico. Ninguna persona, menos todavía, un agente económico escapa a aventurarse de algo tan llevado a la práctica como lo es la competitividad y la competencia. En este mismo orden de ideas, ambas definiciones implican obligadamente a que un país, una empresa o incluso un individuo se lance al mercado, cualquiera que este sea, a competir. Pero ¿Qué es la competencia y la competitividad? En sentido estricto y de acuerdo a la Real Academia de la Lengua Española, la competitividad implica una situación de empresas que rivalizan en un mercado ofreciendo o demandando un mismo producto o servicio; por su parte, la competencia es la capacidad que se tiene para competir o la rivalidad para la consecución de un fin. En cualquier espacio y en cualquier tiempo, nada ni nadie escapa a la competencia y a ser cada vez más competitivos para generar mejores condiciones de bienestar, sea en el ámbito económico, político o social. De manera más específica, la economía mexicana está expuesta permanentemente a una competencia tanto externa como interna; a nivel macroeconómico en su acepción de comercio internacional, así como considerando las circunstancias microeconómicas del mercado interno y de sus empresas, cualquiera que sea su tamaño. México, a finales de 2007, se encuentra todavía en un profundo debate con respecto a los beneficios y costos del proceso de apertura y la estrategia de la liberalización económica y financiera desde principios de los años ochenta y profundizada hasta nuestros días, y particularmente con respecto al sector manufacturero que –según diversas expectativas– debiera haber cerrado brechas en términos de productividad, empleo y salarios con nuestros principales socios comerciales. Tendencias recientes muestran un generalizado deterioro del sector productivo y de su competitividad, tal y como se refleja en constantes disminuciones en el ranking global de la competitividad, según instituciones internacionales. Así, por ejemplo, durante de 1999 a 2006, México cayó continuamente en el ranking global de la competitividad de 104 países: del lugar 34 en 1999 al 48 en 2004, y al 55 en 2005/2006, de acuerdo a los indicadores del Foro Económico Mundial. ¿Y cuál es el diagnóstico? A partir de la liberalización económica y financiera en México, los supuestos logros de mayor competitividad, mayor y mejores empleos y salarios, mayor productividad, es a 2007 un crecimiento promedio del Producto Interno Bruto (PIB), por decir lo menos, mediocre, de apenas 2.1% por año desde 1982 y hasta hoy en día. Incluso, en el tema que nos ocupa, México ha perdido competitividad con una de las naciones más prosperas y de ejemplo a seguir como lo es la economía China. Tanto para China como para México, el mercado estadounidense se ha convertido en el de mayor dinamismo desde la década de los noventa. Si bien, hasta 2000 ambas naciones incrementaron constantemente su participación en las importaciones de Estados Unidos, desde entonces esta tendencia se revierte para México ante la creciente participación de las exportaciones chinas: en 2002, México fue desplazado por China como el segundo principal exportador a Estados Unidos, y en 2005 China y México representaron 15 y 10% de las importaciones estadounidenses, respectivamente. La participación mexicana ha caído constantemente desde entonces, mientras que la china se incrementó en promedio 50% durante 2002 a 2006. En cuanto a nuestro mercado interno, tenemos que las Micro, Pequeñas y Medianas empresas, mejor conocidas como MIPyMES, representan cerca del 98 por ciento del total de empresas instaladas en territorio nacional. Generan alrededor del 70% del empleo total y tienen una participación del PIB de casi 50%. Es decir, las MIPyMES son el corazón de la economía en su conjunto y éstas enfrentan una situación muy vulnerable y poco atendida por el gobierno federal. Por dar sólo un dato, 8 de cada 10 MIPyMES que abren un negocio, cierran antes de finalizar el año de acuerdo a los propios datos de la Secretaría de Economía. El fondo PyME, creado apenas en el año 2000, no ha logrado los objetivos propuestos: ni más empresas, ni más empleo, ni tampoco mejores salarios y además, tiene una sombra de dudas de corrupción en el otorgamiento de este subsidio. Todavía más, las empresas de referencia enfrentan astringencia financiera y crediticia, no hay banca comercial dando créditos, y la banca de desarrollo o de segundo piso como es NAFINSA o BANCOMEXT, no cumplen con el propósito de impulso al desarrollo económico. A esto hay que sumarle, que las empresas mexicanas o aquellos agentes económicos que se aventuran a abrir un negocio, encuentran innumerables obstáculos administrativos, burocráticos y una tramitología sin fin. Verbigracia, en México, se requiere 10 procesos distintos para abrir una empresa y en promedio se lleva entre 60 y 90 días para concluir y finalmente aperturar una compañía; en Estados Unidos se requieren, sólo 5 procesos, situación que sucede tanto en China como en Reino Unidos. La diferencia entre esos países y nosotros es que los días que se requieren para abrir una empresa son de 5 a 20 días solamente. Independientemente de los valores absolutos, destacan las significativas brechas con los países industrializados y con otros competidores como China o Corea: con excepción del capital mínimo para establecer un negocio, China se encuentra por debajo de los tiempos y costos para emprender un negocio si lo comparamos con las naciones que conforman la Organización de Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE). En suma, es posible señalar que no existe una verdadera política pública, una verdadera política industrial que apuntale al país en términos de competitividad. La única competencia que se da en México, es a través de los monopolios u oligopolios, que ellos solamente tienen capacidad para competir, y manipular el mercado a su albedrío para continuar obteniendo cuantiosas ganancias. Y el costo ha sido muy alto: las MIPyMES no pueden competir con los mounstros monopólicos ya que éstos ahogan a la economía en su conjuntos y profundizan todavía más la desigualdad en el ingreso. Y regresando al tema que nos ocupa, es necesario destacar que el estado mexicano como promotor del desarrollo económico y garante del bienestar familiar, no ha cumplido su objetivo. No es posible hablar de competencia, mientras tengamos niveles educativos de sólo 7 grados escolares. Tampoco es posible hablar de competencia o condiciones de competencia mientras la salud sea un pendiente en por lo menos 50 millones de mexicanos. Es imposible hablar de competencia, mientras sigamos inaugurando empresas automotrices chinas sin que el estado promueva una verdadera reconversión de alta tecnología en los productos y servicios que generamos con el propósito de aumentar el valor agregado y contribuir a la acumulación del capital. Lo que necesitamos, y con esto quiero concluir, es replantear el modelo económico en su conjunto, mientras no discutamos las formas internas de desarrollo económico que queremos, el tránsito hacia una economía próspera y competitiva será sólo un mero discurso. Es, entonces, impostergable el que vayamos juntos a una discusión de frente y clara para abonar al futuro económico de nuestro país, de cara al siglo XXI. Muchas gracias. |