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ENTRE LA TRADICION Y LA UTOPIA: VENEZUELA, ESTADO DEMOCRATICO O REVOLUCION SOCIALISTA. Isaac López1 RESUMENEn este trabajo se pretende un acercamiento a las posiciones planteadas sobre el Estado y el país por los sectores representativos del proyecto de Democracia Representativa y de la Insurrección Armada en las décadas del sesenta y setenta del recién pasado siglo. El autor convoca las voces de destacados dirigentes del partido Acción Democrática y del profesor universitario e ideólogo de la Izquierda J.R. Nuñez Tenorio, para confrontarlas y ofrecer las lecturas realizadas sobre la situación nacional y el rumbo hacía un mejor nivel de vida del pueblo venezolano. Palabras Claves: Estado – Nación – Partidos Políticos – Lucha armada – Proyecto Nacional – Discursos Políticos venezolanos – Guerrillas de Izquierda. INTRODUCCION La década de los años sesenta en Venezuela es uno de los períodos más interesantes de la historia nacional. Después de diez años de régimen dictatorial, el país se encontraba ante la efervescencia de unos partidos políticos que se acordaban, no sin recelos, en el juego democrático de la confrontación regulada tras haber combatido al gobierno militar en la lucha clandestina interna y en la denuncia internacional. El partido Acción Democrática había recuperado su influencia en amplios sectores populares del país, acierto que determinó el triunfo en las elecciones de diciembre de 1958. El proyecto de la organización, que inicialmente se emparentaba a postulados de orden socialista, delineaba planteamientos de independencia nacional, pero al mismo tiempo de acercamiento a la política exterior de los Estados Unidos, cuyos consorcios eran los explotadores del petróleo venezolano. Presentando una clara oposición a la política seguida por los gobiernos de Rómulo Betancourt y Raúl Leoni, respaldados por su partido Acción Democrática, e influenciada por la consolidación en el poder de los lideres de la Revolución Cubana, la estrategia de expansión de ideas de la Unión Soviética, el triunfo de la opción comunista en países asiáticos, y un clima mundial a favor de las transformaciones socialistas, la Izquierda venezolana radicalizó sus planteamientos frente al naciente sistema democrático impulsado por una basta gama de sectores políticos, sociales y económicos, con los cuales ella misma había propiciado el derrocamiento de la dictadura militar. Esa radicalización llevó a los sectores de Izquierda a plantear la vía de la insurrección armada como la única propicia para el triunfo de sus postulados, estableciendo la acción mediante frentes guerrilleros en varias regiones del país con el objeto de desestabilizar al gobierno e instaurar un régimen socialista en Venezuela. Se enfrentaban así dos opciones para el futuro del país, dos concepciones que pretendían tener la razón en cuanto al modelo de Estado a desarrollar para lograr el mayor beneficio de los venezolanos. Estudiamos aquí los planteamientos centrales de esa confrontación, a través de dos testimonios en extremo interesantes para el análisis, por la connotación que en la historia de la democracia venezolana tuvieron sus productores. Por una parte, la Fracción Parlamentaria del partido en el gobierno, Acción Democrática, a través de figuras como Carlos Andrés Pérez, Luis Piñerua Ordaz y Salón Meza Espinoza, asume la denuncia de la subversión extremista y de la violencia contra el Estado Democrático, todo esto contenido en el folleto impreso con el título La Subversión Extremista en Venezuela, que recoge sus intervenciones ante la Cámara de Diputados los días 9 y 11 de febrero de 1964; por la otra, José Rafael Nuñez Tenorio, profesor universitario y uno de los principales ideólogos de la izquierda venezolana en armas en los años sesenta y setenta, analiza la situación del país y la de los sectores revolucionarios en su libro Venezuela y la Revolución Socialista, el cual recoge intervenciones del autor en la Universidad Central de Venezuela, la Cárcel La Pica, el Instituto Pedagógico y la Plaza La Concordia de Caracas entre 1966 y 1973. A pesar de la extensa bibliografía sobre el tema, consideramos la confrontación entre esas dos concepciones como uno de los episodios de la historia de Venezuela carente de estudios serios, que vayan más allá del apasionamiento político, la crónica nostálgica lastimera o la necesidad de asentar culpabilizaciones, y propongan un riguroso análisis para establecer su significación e importancia. Intentamos aquí un acercamiento a las concepciones que sobre el Estado y el país expresaron ambos sectores, a través de testigos excepcionales los cuales tuvieron una importante participación en el desarrollo del proyecto que se impuso y en la crítica al mismo, así como en las perspectivas de cambio planteadas ante el agotamiento del modelo instaurado hace cuarenta años. ENTRE LA TRADICION Y LA UTOPIA... Siendo una confrontación, no sólo de ideas sobre el Estado y el país, sino también de hombres armados para defender una u otra tesis, la cual dejó un saldo importante de muertos, sobre todo en la población joven, hasta ahora han predominado en el análisis de la llamada "década violenta", los planteamientos de carácter político que pretenden establecer culpabilidades y esgrimir razonamientos de descalificación casi siempre desde la óptica de los vencedores. Conocer la situación del país para la época de la lucha armada, es fundamental a la hora de pretender establecer las características de la confrontación entre los factores políticos presentes. En la década de los sesenta, los gobiernos de Acción Democrática proyectaron un amplio esquema económico basado en la profundización de la política de industrialización por la vía de la sustitución de importaciones, el control de cambios, la reorganización de la administración pública, la ley de reforma agraria y la creación de la Corporación Venezolana de Petróleo; también se promulgó una nueva Constitución Nacional para regir el ordenamiento legal del sistema político, cuyas garantías fueron suspendidas en varias oportunidades por el clima de agitación de la época. A pesar de sufrir tres divisiones durante esa década, y enfrentar las conspiraciones de la derecha militar y de los sectores de Izquierda, la organización de Acción Democrática logró polarizar las expectativas de amplios sectores populares tras la crisis del régimen de Pérez Jiménez y establecer la correspondencia de su acción con la obtención de los mejores beneficios para toda la población. Mientras, la Izquierda, representada políticamente en sectores medios de la población identificados en las capas de universitarios, intelectuales y algunos sindicatos obreros, cuestionaba lo que a su juicio eran tímidas reformas en nada conducentes a un cambio fundamental de las condiciones del país, de explotación por los sectores financieros norteamericanos. Si para inicios de la década de los sesenta la economía venezolana experimentaba una contracción motivada por la baja en los precios del petróleo, para los años finales se observará una recuperación con el aumento de la demanda petrolera y de la producción de hierro, así como con el crecimiento del sector agroindustrial, lo cual redundó en el mejoramiento de los niveles de empleo y en la implementación de programas de vivienda, vialidad, educación y servicios sanitario-asistenciales. En ese cuadro, mostrado en trazos por demás generales, se va a plantear la oposición de la Izquierda, representada por el Partido Comunista de Venezuela, el Movimiento de Izquierda Revolucionaria, y otros sectores, contra la posición política de los gobiernos de Acción Democrática, que en el plano de la confrontación internacional de los grandes bloques de poder, se aliaba a la posición de los Estados Unidos de frenar la expansión del comunismo, el cual a inicios de los años sesenta tenía un nuevo aliado en el Caribe insular. Esta marcada posición anticomunista, llevó a los regímenes presididos por Acción Democrática, principalmente al de Rómulo Betancourt, a unir esfuerzos por la consolidación del sistema de democracia representativa con agrupaciones como Unión Republicana Democrática y Comité de Participación Electoral Independiente, haciéndolas participes en el gobierno y segregando al Partido Comunista y al MIR. El punto álgido de la confrontación de las dos posiciones, se dio con la insurrección de ciudades como Barcelona, Carupano y Puerto Cabello en 1961 y 1962, y a partir de este último año, con la guerrilla rural establecida por la Izquierda como forma principal de lucha con el objeto de derrocar al gobierno de Acción Democrática. El carácter de la confrontación lo encontramos en las palabras de Carlos Andrés Pérez en el Congreso Nacional el 9 de noviembre de 1964. Pérez, destacada figura de Acción Democrática, diputado y luego Ministro de Relaciones Interiores, llegaría a construir un importante liderazgo nacional que lo llevó en dos oportunidades a la presidencia de la república constituyéndose en notable presencia política latinoamericana respaldada en los beneficios del petróleo venezolano. El entonces diputado expresaba al denunciar la violencia de los grupos armados que "en medio de todas las dificultades, de todas las atrocidades con las cuales se ha pretendido destruir el sistema democrático venezolano, supimos dar muestras de cordura, de sensatez y de respeto a la dignidad humana."2 Carlos Andrés Pérez era claro al señalar que se trataba de salvar al sistema democrático instaurado apenas seis años antes. Para eso, se habían tenido que sortear muchas dificultades y enfrentar las atrocidades de los enemigos de la democracia, pero "nunca hemos creído que sea el terror la forma y manera de resolver los grandes problemas nacionales. Y cuando enfrentamos este debate, venimos a repetir que no trataremos, ni hoy ni nunca, de encubrir un maltrato físico, una tortura o vejación alguna a la dignidad humana; y que hemos reformado la legislación venezolana, para que estos hechos, posibles en situaciones anormales como las que está viviendo Venezuela por razón de la desatada violencia extremista sobre la República, puedan ser prevenidos o castigados si se cometen."3 El enemigo es claramente identificado, era aquel que creaba una situación anormal, aquel que instauraba el terror frente a los grandes problemas nacionales. Es decir, no resolvía nada, no tenía planteamientos constructivos, sino destructivos. Era aquel que asesinaba personas inocentes en el tren de "El Encanto", atracaba el Hospital Ortopédico Infantil, y organizaba robos a entidades bancarias en varias ciudades del país, aquel que tenía "la idea preconcebida de desacreditar las instituciones del Estado venezolano, de desacreditar las organizaciones policiales y de crear un estado de desconfianza en el régimen democrático en el cual creemos y por el cual votó el pueblo de Venezuela."4 La siembra de la desconfianza, la satanización de los cuerpos policiales, el descrédito del recién inaugurado régimen, allí estaba la médula de la predica de los sectores auspiciadores de la insurrección armada. El enemigo son "bandas de asaltantes que se llaman "políticos" y que en nombre de una "santa revolución" recurren a los medios más repudiables, a toda clase de crímenes y delitos para llevar adelante sus objetivos, con el apoyo internacional y van a escuelas en Cuba y tras la Cortina de Hierro, donde se tienen perfeccionadas todas las experiencias. Hay también escuelas dentro del territorio nacional para preparar a estos delincuentes. ¿Podemos, ciudadanos Diputados, permanecer impasibles mientras se planean estos crímenes y se está pervirtiendo a la juventud venezolana para que los realicen?”."5 El diputado Carlos Andrés Pérez de 1964, estaba lejos de ser el Presidente progresista que Fidel Castro citara en su discurso de Managua de julio de 1980, en la celebración del primer aniversario de la Revolución Sandinista.6 Al presentar ante la Cámara de Diputados un documento sobre el asalto al Hospital Ortopédico Infantil, Carlos Andrés Pérez es más enfático en el señalamiento del enemigo: son jóvenes venezolanos entre 17 y 19 años, pertenecientes a las llamadas Fuerzas Armadas de Liberación Nacional, que planificaron esa acción en reuniones efectuadas en el Gimnasio Cubierto de la Universidad Central de Venezuela, donde también fueron repartidas las armas. El recinto universitario era el foco de la subversión. Lee Pérez del informe preparado que "hay participantes contestes en la necesidad de ir a la Universidad para formar parte de grupos armados".7 Por su parte, el profesor José Rafael Nuñez Tenorio, docente de la Escuela de Filosofía de la Universidad Central de Venezuela, comprometido en la subversión de la Izquierda, preso político en la década del sesenta por conspiración contra el régimen democrático, autor de una profusa bibliografía sobre la posibilidad del socialismo en el país, y colaborador en materia política del Movimiento V República hasta su fallecimiento en los primeros momentos del triunfo electoral, en conferencia dictada en la Universidad Central en julio de 1968, identificaba el otro ángulo del antagonismo, expresando: "Nosotros sabemos que, en nuestro país, no se cumple en los hechos este principio de la soberanía del pueblo. Se trata de un auténtico engaño; de un bluf: el elefante blanco del que habla el pueblo. De los casi dos mil días del período presidencial, la soberanía del pueblo se reduce al minuto que vamos obligados a una mesa electoral a meter una tarjeta, que en nuestra conciencia, ni siquiera sabemos lo que significa. En los últimos años, hemos vivido supuestamente el régimen democrático-representativo, que en la práctica no ha sido otra cosa que el ejercicio de la dictadura de la democracia reformista."8 El enemigo es aquí, el que manipulaba con un falso discurso democrático, el que se sustentaba en un período presidencial que en sus dos mil días de gestión se manifestaba como una “dictadura reformista” que ofrecía al pueblo tímidas reivindicaciones, pero que no acometía cambios sustanciales. Más adelante, expresaba Nuñez Tenorio: "Hemos vivido y sentido hasta qué punto se ha desarrollado la violencia represiva contra el pueblo y sus organizaciones más revolucionarias, como burla sangrienta de los gobiernos de turno a las libertades democráticas, aspecto vital del principio de soberanía popular." Y luego: "Inmediatamente después del 58, los sectores gobernantes se han aliado para atacar con la violencia terrorista no a la contrarevolución, sino, justamente, a la revolución, a las fuerzas progresistas y revolucionarias."9 No parece ser un simple problema de matices, es una confrontación entre dos concepciones, reforma o revolución. Mientras Carlos Andrés Pérez reivindicaba el pasado de luchas de Acción Democrática para defender al gobierno de las acusaciones de torturas en las cárceles, exaltar el régimen de libertades, y denunciar el "hamponato político" y la amenaza contra de República representada en la subversión extremista, la cual constituía para él una conjura internacional contra Venezuela; J.R. Nuñez Tenorio asumía el "calor del combate político", para realizar un análisis sobre los supuestos teóricos de la revolución socialista en el país, presentar su apreciación sobre el momento histórico que se vivía, revisar las prácticas desarrolladas por el movimiento revolucionario y formular proposiciones sobre el destino de Venezuela. Si para Nuñez Tenorio "el enemigo principal de la revolución venezolana en la presente etapa, en forma objetiva, científica, clasista y estratégicamente es el imperialismo norteamericano y sus socios criollos (la alta burguesía y los latifundistas). Pero el enemigo principal, en el presente momento en forma objetivo-subjetiva, práctica, política y tácticamente es el gorilo-betancurismo, que ha ejercido la dictadura de la democracia reformista y representativa..."10 Para Carlos Andrés Pérez, no se estaba "frente a una de esas cruentas y afortunadamente canceladas pugnas de los venezolanos por el Poder. Vivimos una horrenda, sórdida conspiración contra el Estado Democrático, dirigida científicamente, sin ningún freno moral." (...)"La guerra y el terrorismo es decisión firmemente adoptada por el Partido Comunista; tiene respaldo internacional desde Rusia, desde China y desde Cuba." Para el diputado "No puede quedar ninguna duda sobre la vigencia de la lucha armada, no como expresión de un enfrentamiento entre el Gobierno y estos grupos inhabilitados, no como expresión de que la violencia se ejerce desde el Gobierno y como autodefensa -como ellos dicen- responden a las armas con las armas. Estamos frente a una guerra de signo ideológico, distinta a las clásicas asonadas."11 Pérez presentó ante el Congreso documentos de la Fiscalía General de la República sobre la situación de los presos políticos, y del Partido Comunista sobre la obtención de finanzas, planificación de operaciones, diagnóstico de la situación política del país y declaración de "guerra larga" a desarrollar por las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional y el Frente de Liberación Nacional. También, señalaba Carlos Andrés Pérez la propaganda internacional desarrollada para exaltar las acciones de los grupos insurgentes, y cuestionaba la actitud de apoyo hacia ellos de diputados como José Herrera Oropeza. Reiterando que los sectores de Izquierda buscaban "desintegrar las fuerzas morales y materiales de la República, desacreditar el régimen democrático y derrocar al Gobierno constitucional que lo representa", con la intención de "destruir las libertades públicas".12 Por su parte, José Rafael Nuñez Tenorio expresaba que "el combate por las libertades democráticas está en primer plano. Es el punto culminante de la vida política del país. Facilita nuclear en torno a él un sinnúmero de problemas políticos de las masas. Es asequible al grado de conciencia adquirido hasta ahora por nuestro pueblo. Se ha puesto en práctica la dictadura de la democracia reformista como terrorismo atroz, que no respeta vidas ni tiene escrúpulos de ningún tipo para diezmar revolucionarios y gentes sencillas del pueblo. Hay la complicidad moral de la gran prensa, de los medios de comunicación de masas, de las diversas instituciones sociales, que se hacen los sordos ante el asesinato y la tortura diaria."13 Pero, si ya conocemos las propuestas implementadas por los gobiernos de Acción Democrática para "desarrollar" al país, cuál era el planteamiento de la Izquierda, más allá de la denuncia de “la dictadura de la democracia reformista”, y de la brutal represión contra los sectores populares y revolucionarios. Desde la perspectiva del marxismo, Nuñez Tenorio hace un análisis de la situación venezolana, presentando el estado de las fuerzas productivas, de los medios de producción, medios de trabajo y relaciones de producción, para concluir que "somos un país explotado, dominado y con economía deformada. No comparto el término tan en boga de "país subdesarrollado". Prefiero tomar esta apreciación, que creo es de Bethlenheim, de país explotado, dominado y con economía deformada. Desde luego, como veremos más adelante, en lo fundamental entiendo que Venezuela es el modelo neocolonial por excelencia del siglo XX." Para expresar después que “el conjunto de la economía venezolana, tanto minero-exportadora como industrial-venezolana, pertenece íntegramente, en lo fundamental, al imperialismo norteamericano. Este dominio casi total que ejerce Estados Unidos en nuestra vida económica se refleja en el resto de nuestra actividad social, política, cultural y militar. Hablamos de Venezuela neocolonial y no subdesarrollada."14 Así, Nuñez Tenorio parte en su análisis de establecer el carácter neocolonial de Venezuela, siendo "neocoloniales, aquellos (países) que poseyendo una aparente independencia política, de hecho están oprimidos económica, política, cultural y militarmente. Entonces, ¿en qué consiste el neocolonialismo? En la dominación efectiva en cuanto al contenido económico-social, que ejerce el imperialismo sobre naciones aparentemente independientes desde el punto de vista político-formal. En nuestro caso se trata del neocolonialismo que ejerce el imperialismo norteamericano".15 Si ese era el diagnóstico, cuál era el sueño, cuál el proyecto a desarrollar. Nos lo dice el autor cuando habla de los recursos con los cuales cuenta Venezuela: "Imagínense: tenemos tierras, bosques, caídas de aguas, inmensas montañas, vías naturales de comunicación, instalaciones petroleras e industriales, electricidad, manufactura, servicios, plantaciones agrícolas y ganaderas, edificios, máquinas, equipos, etc. Esto es para ponernos a pensar en lo que podría ser una Venezuela socialista con una economía planificada y racionalmente impulsada por todo el pueblo venezolano". La Venezuela socialista requería de una economía planificada y adecuada a sus necesidades cuyo impulsor sería todo el pueblo. El camino se anuncia reiteradas veces: "Vivimos una crisis estructural profunda, cuya única salida objetiva y natural es la revolución social. No hay otra alternativa. Y todas las discrepancias que tenemos hoy los revolucionarios venezolanos derivan de la forma de hacer esa revolución, de manera que ella se realice en el menor tiempo, de la mejor forma y con el mayor éxito. Pero creo que es una verdad de Perogrullo que todos estamos de acuerdo en la necesidad ineluctable de la revolución social en Venezuela, es decir, la vía revolucionaria para hacer el socialismo en nuestro país".16 El camino de las transformaciones es claro para la Izquiera, no hay otro que hacer la revolución. El combate quedaba entonces entablado, "cada día esta riqueza nuestra es expoliada por los consorcios extranjeros", "es necesaria una política de rescate de nuestras riquezas naturales, de renovación y estabilidad en el incremento productivo de estos recursos. La explotación neocolonial de que es objeto nuestro petróleo y nuestro hierro no puede continuar. Este es un tercer tipo de problema que necesitamos encarar con firmeza nacionalista y revolucionaria". La tarea tenía carácter histórico, los actores son señalados puntualmente: "tenemos, pues, la histórica responsabilidad de liquidar la existencia de Venezuela como neocolonia. Esta es la tarea fundamental de la juventud, el pueblo y la clase obrera venezolana en sus perspectivas de llevar a cabo plenamente la revolución", "sólo las capas más avanzadas del proletariado, el campesinado, la intelectualidad y la juventud se posesionen de esta verdad y realicen su lucha ideológico-política en función de ella, designa un nuevo despertar de la patria, adormecida por la enajenación colectiva de nuestras conciencias".17 En los argumentos de Nuñez Tenorio predomina la lucha política inmediata, escaso es lo aportado por el autor sobre los pasos necesarios para estructurar y desarrollar una economía nacional realmente dinámica e independiente, elemento fundamental para la conformación del nuevo Estado que se pretendía en oposición al planteamiento de economía deformada y neocolonial. Proposiciones como las de “una economía planificada y racionalmente impulsada por todo el pueblo venezolano”, no son profundizadas, y parecen más cercanas al “trabajo voluntario” promovido en los primeros años del proceso cubano, en una visión romántica de la revolución, que el resultado de una reflexión sobre la realidad venezolana. Lo importante es la lucha, determinando los sectores protagonistas y proclamando la eliminación radical del enemigo: el capital norteamericano y su sustento venezolano. Las formulaciones teóricas del profesor de Filosofía parecen mal calcadas de traducciones de manuales marxistas tan en boga en ese momento en América Latina, así, planteamientos como el de “la dictadura de la democracia reformista” presenta contradicciones flagrantes en cuanto a lo que pretende designar y en ningún momento se trata de explicar o desarrollar. En su intervención ante la Cámara de Diputados, el día 11 de noviembre de 1964, con el ardor producido por una discusión que se prolongaba hasta las dos de la madrugada, Luis Piñerua Ordaz negaba la participación en la insurrección armada de algunos de los protagonistas apuntados por Nuñez Tenorio. Después de descalificar las prácticas "de los Machado, de los Faría, de los Sáez Mérida" al ampararse en su inmunidad parlamentaria y lanzar "al sacrificio a legiones de muchachos ingenuos", Piñerúa expresaba que "a pesar de las deficiencias, no negadas por el Gobierno, a pesar de los errores, a pesar de las fallas de nuestra Reforma Agraria, no son precisamente los campesinos quienes están alzados contra el Gobierno. Y de ahí la frase del exPresidente Rómulo Betancourt: "Estas guerrillas sin campesinos son como la mazamorra sin masa". Porque las guerrillas de Falcón, de Trujillo y de otras regiones del país, no están constituidas ciertamente por campesinos, sino por muchachos ingenuos, inmaduros, a quienes los jefes intelectuales de la insurrección han mandado desde Caracas a sacrificarse, y que lejos de ganarse o de obtener la adhesión de los campesinos, lo que han merecido y han recibido es el repudio de los campesinos."18 Dirigente medio de Acción Democrática cercano a Rómulo Betancourt, Piñerua llegaría años después a ser uno de los principales lideres y voceros de la organización, desempeñando diversos cargos en la administración pública y asumiendo la candidatura presidencial del partido para las elecciones de 1979. Sobre la sujeción de Venezuela a los dictámenes norteamericanos, Luis Piñerua alegaba contradiciendo los planteamientos de los sectores de Izquierda: "Que no hemos tenido, o que no ha sido capaz este Gobierno de ejecutar una política petrolera nacionalista. ¿Y la experiencia de la O.P.E.P.? ¿La experiencia de la O.P.E.P., que por primera vez le permite al Estado venezolano y a los países petroleros del Medio Oriente penetrar en la maraña del mercado exterior de los hidrocarburos, y tener voz, si no determinante todavía, sí respetable ya, para decir sobre los precios del petróleo? ¿Y el Decreto muy reciente del Presidente Leoni, que establece, a corto plazo, el privilegio para la Empresa Nacional del Petróleo -creación también nacionalista del gobierno democrático de Rómulo Betancourt- que reserva para esa Empresa el privilegio de la distribución interna de no menos del 33% -a corto plazo, repito- de los combustibles? ¿Esta no es una política petrolera nacionalista? ¿Y la decisión adoptada en 1945 y mantenida durante los Gobiernos constitucionales de Betancourt y Leoni, de no otorgar más concesiones a las compañías petroleras, no es todo esto expresión de una política petrolera nacionalista".19 La intervención de Luis Piñerua Ordaz, signada por el apasionamiento de la lucha partidista vigente, tocaba aspectos como la participación de la juventud en la lucha armada, las acusaciones de torturas a los presos políticos, y la política de pacificación. Destacan en su discurso las constantes alusiones a "ese vesánico que se llama Fidel Castro", autor de "los crímenes, de las torturas, de la opresión, sin precedentes en la historia de América Latina".20 En cambio, el dirigente cubano es citado por Nuñez Tenorio, junto a Marx, Engels, Lenin, Stalin y Ho Chi Min, entre otros, como forjador de la teoría científica a aplicar en "la situación concreta y real venezolana", de donde se habría de elaborar "como síntesis creadora, nuestra peculiar línea política científica y revolucionaria..."21 Si la implicación internacional en el problema político venezolano es constantemente señalada por los representantes del oficialismo, para José Rafael Nuñez Tenorio el problema se planteaba en términos de independencia, de soberanía nacional. Señalaba el estudioso que "La nación venezolana se forjará su propio destino histórico en la medida que se libere de la opresión neocolonial ejercida por el imperialismo norteamericano. Por eso, éste es el principal enemigo de Venezuela. Pero necesitamos comprender las formas relativamente nuevas que toma la opresión neocolonial en el caso concreto de Venezuela. Asimilar que se trata del reflejo en el campo de los oprimidos, de los cambios sucedidos al capitalismo como imperialismo en el campo opresor. Entender este carácter neocolonial como la consecuencia inevitable del ejercicio de la dominación imperialista en las nuevas condiciones históricas internacionales surgidas a partir de la Segunda Guerra Mundial."22 El análisis de Nuñez Tenorio pretendía proyectarse al contexto mayor de las características de las relaciones internacionales de producción en las cuales se insertaba Venezuela, mientras que los señalamientos de Carlos Andrés Pérez y Luis Piñerua Ordaz se inscribían en la defensa del régimen de la democracia representativa que su partido había ayudado a construir y el cual constituía para ellos la vía para mejorar las condiciones de vida del pueblo venezolano. Los diputados de Acción Democrática defendían al calor del debate político el proyecto de su organización para el país. Para ellos estaba claro que la opción venezolana era el régimen de democracia representativa expresado por Acción Democrática y otras organizaciones en coalición de gobierno. Para ellos no estaba planteado un debate sobre las transformaciones estructurales del Estado y el país, sino el logro de la estabilidad para conformar un sistema de partidos erradicando cualquier salida violenta que creara las condiciones para la vuelta al control del gobierno por los militares o a cambios radicales como los planteados por la Izquierda. Sin embargo, no eran ajenos los activistas políticos de Acción Democrática a considerar la importancia de Venezuela en el marco de la política exterior de los Estados Unidos. Eso se desprende de la intervención de Salón Meza Espinoza en los debates de noviembre de 1964 en el Congreso Nacional. Al contestar a las posiciones de los diputados Jorge Dager y José Herrera Oropeza, Salón Meza señalaba que "aun cuando se diera el caso extraordinario de que una minoría triunfara con esas guerrillas en Venezuela y nosotros quisiéramos, en virtud de que triunfó el pueblo de Venezuela en armas, defender ese hecho revolucionario si se produjere, aún así nos aplastarían a todos, Diputado Herrera Oropeza; a ellos, los locos, y a los que después nos tuviéramos que incorporar en defensa de ese hecho. Esta es una realidad americana. En consecuencia, las guerrillas no pueden ofrecer, conducidas por el Partido Comunista y el M.I.R., sino desolación y muerte al pueblo venezolano; ahorita porque tenemos que combatirlas, y después, aun cuando triunfaran, porque tendríamos que enfrentar poderosas fuerzas internacionales, que, en defensa de sus intereses, vendrían a cobrarnos mediante poderosas bocas de fuego el que hayamos escogido ese camino."23 Dirigente de Acción Democrática contra la dictadura de Pérez Jiménez, con reconocida trayectoria en el trabajo de propaganda clandestina, Salón Meza Espinosa fue uno de los protagonistas de la escisión de esa organización política en 1967 cuando un sector del partido resintió la falta de apoyo interno a la candidatura del maestro Luis Beltrán Prieto Figueroa y se pronunció por la conformación del Movimiento Electoral del Pueblo, agrupación que en 1977 se declaraba “partido socialista de Venezuela”. En los años del primer gobierno de Carlos Andrés Pérez (1974-1979), Salón Meza fue detenido e implicado en actividades subversivas por su oposición y denuncia de irregularidades administrativas. Pero en 1964, el dirigente ocupaba parte de la bancada de diputados de Acción Democrática junto a quien años después sería su encarnizado enemigo político. Desde esa posición expresaba en su intervención en el Congreso que no había capacidad de elección, porque optar por una alternativa distinta a la alianza para el progreso causaría el que "vendrían a cobrarnos mediante poderosas bocas de fuego". No tenemos que especular mucho para determinar quienes son esas "poderosas fuerzas internacionales" señaladas por el entonces diputado de Acción Democrática. Al igual que en el texto de Nuñez Tenorio, se trata también aquí de una cuestión de soberanía, aunque en el discurso de Salón Meza haya el temor de ser aplastados por “una realidad americana” que se asume como especie de fatalidad. ¿Conducta prudente en política? ¿Era mejor no forzar las cosas, y ofrecer un clima de tranquilidad a los intereses norteamericanos para lograr las reivindicaciones populares que el proyecto de Acción Democrática se proponía? ¿Se temía que los Estados Unidos pudieran promover un nuevo gobierno militar? ¿Por eso los vaivenes de los gobiernos de A.D. en temas como la Reforma Agraria?. Salón Meza expresaba criterios en este sentido, algunos de los cuales pudieran acercarnos a descifrar esas interrogantes. Señalaba en respuesta al diputado de Vanguardia Popular Nacionalista, José Herrera Oropeza, que "Este pueblo (...) no puede pretender gobernarlo una minoría fanatizada que tendría en toda circunstancia que aplicar el terror y la muerte para subsistir, que no le quedaría otro recurso que lo que ha hecho Fidel Castro: ponerse al servicio de la URSS, romper con el resto de América, recibir rubros en vez de dólares; en fin, divorciarse del resto del continente americano. Política que no beneficia, por otra parte, la lucha por la emancipación de estos pueblos; que lejos de ayudar, desayuda." Y con la misma orientación, apuntaba más adelante: "Admito que en la lucha política se pueden hacer planteos que debiliten a una organización política o al grupo que está en el poder. Pero esto tiene su medida. Pretender excederse en eso en Venezuela es hacerle el juego a los enemigos de la democracia, a los agentes del imperialismo y a la reacción venezolana consciente o inconscientemente; pero a esos intereses se sirve cuando se asume una actitud obcecada, desbocada, de agresión y violencia con lo que representa un Partido como Acción Democrática."24 Tres agresores nombraba Salón Meza, entre ellos los agentes del imperialismo y la reacción, los enemigos de la Democracia no son aquí los grupos armados, ¿quienes son?. José Rafael Nuñez Tenorio compartía las previsiones de Salón Meza frente a la reacción de los sectores norteamericanos. Señalaba el profesor universitario que "En Venezuela, si expulsamos en realidad a los yanquis, objetivamente tenemos que construir el socialismo como vía de desarrollo, pues, la otra alternativa es la continuación del neocoloniaje norteamericano", y "Otra cosa muy distinta es si los marines yanquis invaden el país, bajo cualquier pretexto. En ese caso sí entraríamos de hecho en la etapa patriótico-socialista y las inmensas masas del pueblo estarían en condiciones maduras de asimilar las consignas de liberación nacional, ante la presencia directa del invasor extranjero."25 Tanto el activista político de Acción Democrática como el ideólogo de la Izquierda, coincidían en el planteamiento de la "realidad americana" frente a los Estados Unidos. Nuñez Tenorio señalaba que "las condiciones objetivas dinámicas, de carácter histórico y político, particularmente el enclavamiento de Venezuela en el conjunto de América Latina y su importancia estratégica para el imperialismo norteamericano, además de la reciente experiencia política de resistencia armada en el país, hace inevitable una intromisión yanqui armada, lo cual pone en primer plano la importancia de la guerra popular y la necesidad de su preparación mediante los focos guerrilleros."26 Si para Salón Meza era necesario el deponer las actitudes de confrontación armada y aprovechar la "magnifica oportunidad (que se vive) para realizar en favor de la democracia y de la revolución social en Venezuela, una extraordinaria obra", expresando que "ojalá los que se llaman revolucionarios que no están en el gobierno y que realmente lo sean, lo entiendan así, y en vez de combatirnos en forma torpe nos ayuden y en este Parlamento contribuyan a sacar las Leyes y Acuerdos que signifiquen distribuir mejor los ingresos de la Nación venezolana, la riqueza venezolana y a hacer las cosas que signifiquen abrir la posibilidad de hacer una revolución social en nuestro país."27 Si esa era la vía para el parlamentario de Acción Democrática, José Rafael Nuñez Tenorio indicaba que "nosotros creemos que solamente hay, en términos generales, un camino de la revolución: el violento, el no pacífico."28 Estas dos visiones, contradictorias y excluyentes, impregnaron la vida política nacional en la década de los años sesenta y primeros años de los setenta del recién pasado siglo veinte, constituyendo la medula de un debate que signó un momento particular de la historia de Venezuela. Debate que no sólo se dirimió en los medios de comunicación, las aulas universitarias y el Congreso Nacional, sino también en las calles de pueblos y ciudades, y en las regiones montañosas del país con el lenguaje de las proclamas y de las armas. A nuestro juicio, se trata de la confrontación de dos proyectos de Estado, de dos modelos que pretendían dar respuesta a los problemas de la nación, dos lecturas de la realidad venezolana y de la forma como lograr un mayor bienestar para amplias capas de la población. Es importante observar que el discurso político de los años sesenta en el país, de acuerdo a los ejemplos tomados, no parece nutrirse del análisis y reflexión histórica, si bien hay que tener en cuenta que la década de los sesenta significó la copia a ultranza de los esquemas marxistas y derivados para la interpretación del proceso histórico venezolano, de lo cual es producto una abundante y notoria bibliografía. La reflexión histórica en la cual se sustentan los discursos aquí presentados es por demás superficial, aún cuando se observa una mayor preocupación por el vocero de los sectores de Izquierda. Mientras Nuñez Tenorio explica la situación de Venezuela como producto del dominio del capitalismo norteamericano y sus cómplices internos, dirigentes políticos como Carlos Andrés Pérez distinguen la Insurrección de la Izquierda de las “clásicas asonadas” de la historia venezolana, pero no caracteriza políticamente esa oposición más allá del apasionamiento de la confrontación del momento. |
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