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EL ESTADO DEL BIENSTAR. FUNDAMENTOS (cuadro 3)
Welfare state, état providence Orígenes doctrinales (primera mitas s. XX)
Modelos teórico- económicos
No obstante, el Estado del bienestar ha entrado actualmente en un callejón sin salida.1 Para sus detractores, implica un “colectivismo perverso” que ahoga a los individuos, ya que, según ellos, el individualismo, como paradigma moral, es insuperable: el individuo es clave para cualquier organización política, social o económica, por eso, urge restaurar una especia de “Estado Liberal”, compuesto por individuos “alérgicos a esa mediocridad gris generada por la solidaridad puesta en instituciones”. Basándose en esto, CORTINA alega que la instauración de dicho Estado Liberal supondría una regresión en las conquistas sociales logradas con tanto sacrificio a lo largo de la historia que, a la larga, se caería por su propio peso, ya que perderían las elecciones Sin embargo, para CORTINA, la critica al Estado Del Bienestar debe considerar los siguientes puntos:
Ahora, conviene puntualizar la diferencia entre Estado Social de Derecho y Estado del Bienestar. Mientras que el primero responde a exigencias ético-políticas, el segundo, de cuño keynesiano y profundamente paternalista, tiene comiso meta fomentar el consumo para mantener la acumulación capitalista. Así, en el surgimiento de un Estado social concurren dos tipos de justificación: una de tipo ético, que consiste en percatarse de que la satisfacción de ciertas necesidades fundamentales y el acceso a ciertos bienes básicos exige la presencia del Estado bajo formas diversas; y otra que surge por criterios de eficiencia económica, ya que la acumulación capitalista exige la expansión de la demanda interna, lo cual es imposible sin una distribución relativa de los recursos mediante la forma de salarios, y sin la presencia del Estado en economía, como regulador de la distribución De este modo, para CORTINA el hecho de que nos den gato (Estado del bienestar electoral), por liebre (Estado Social de Derecho), no puede tener sino dos resultados a la larga: perder legitimidad por no cumplir su función propia de Estado social, y perder credibilidad por parte de los votantes. El Estado del Bienestar, según la autora sólo engendra “ciudadanos pasivos, dependientes, criticones (que no críticos), apáticos y mediocres, lejanos de todo pensamiento de iniciativa y responsabilidad, que prefieren ser funcionarios a empresarios”, en cuanto a que son asistidos por un Estado paternalista que procura “lo mejor para el pueblo, pero sin el pueblo”, como si de niños o idiotas se tratase. Esto, a la larga, sólo conseguirá frustrar al ciudadano, y provocarle alergia a la solidaridad; por lo tanto, CORTINA propone institucionalizar los mínimos de justicia, y no de solidaridad, pasando así, del Estado del Bienestar al Estado de Justicia. Para CORTINA, el estado de justicia sería aquel que asegura un mínimo de justicia, que es un ideal de la razón (aquel nivel razonablemente mínimo por debajo del cual no puede quedar un Estado si no quiere quedar deslegitimado) y no de bienestar, ya que éste es un ideal de la imaginación (el ideal de bienestar varía de una persona a otra). Ahora, volviendo al tema del papel del Estado en la economía vamos a hablar de una nueva teoría económica: “la tercera vía”. Esta surge, tras el evidente fracaso, demostrado por los ejemplos que nos ha dado la Historia, de las ideologías simplistas, tanto de derechas como de izquierdas (por ejemplo, el socialismo y el neoliberalismo, ideología representada por el Consenso de Washington, de corte derechista y profundamente fundamentalista en lo económico). Desde mediados de los 50’s, los países que han tenido mas éxito han sido los del este asiático, los cuales, siguiendo directrices distintas a las predicadas por el consenso de Washington, consiguieron eliminar bastante pobreza y a la vez, crecer económicamente. Del ejemplo dado por estos paises nació una 'tercera vía' entre el socialismo y el fundamentalismo de mercado. Naturalmente, no hay una única 'tercera vía' válida para todos los países y situaciones, sino multitud de ellas adaptadas a las circunstancias sociales, políticas y económicas de cada país. Aun así, estas 'terceras vías' tienen mucho en común:
No obstante, según Joseph Stiglitz, profesor de Economía en la Universidad de Stanford y vicepresidente del Banco Mundial, “Tras la nueva retórica se agazapan las mismas políticas neoliberales e irreflexivas de liberalización y privatización. La liberalización y la privatización realizadas de la forma adecuada, como parte de la 'tercera vía', pueden ayudar a los pobres. Si se hacen de manera mecánica, por ideología, aumentan la pobreza y la desigualdad, y obstaculizan el crecimiento”2 En la misma línea crítica que Stiglitz, para Alain Touraine, sociólogo y director del instituto de estudios superiores de París, la propuesta de la “tercera vía”, es sólo un nuevo disfraz que adopta el neoliberalismo, un mero acierto publicitario, ya que “hay dos formas de evaluar la tercera vía. O es un anuncio de la reaparición de los temas propios de la izquierda en un mundo dominado por políticas de derecha, o, lo que me parece más propio, el modo que tienen los políticos de centro izquierda de hacer una política de centro derecha”3 MODELOS DE ESTADO DEL BIENESTAR (CUADRO 4)
Por un lado, la tradición socialdemócrata, que ha conseguido su máximo desarrollo en los países nórdicos, ha sido la que mayor apoyo a ofrecido a la familia. Estas políticas pro familiares escandinavas han estado basadas en un principio ético de igualdad de géneros, que exigía una integración de la mujer en el mercado de trabajo, una redefinición de las responsabilidades en la familia y un cambio de valores de manera que se eliminara la discriminación cultural, social, económica y política de la mujer. Así, las políticas públicas de la socialdemocracia en el norte de Europa se han caracterizado por los siguientes puntos:
Como consecuencia de estas políticas públicas socialdemócratas, nos encontramos con que estos países tienen una tasa de participación de la mujer muy elevada (74%), lo cual determina una alta participación de la población e el mercado de trabajo. Como consecuencia de ello, tienen un porcentaje de inmigrantes relativamente bajo. En segundo lugar, cuentan con unos servicios del Estado del Bienestar muy desarrollados, con un gasto social por parte del Estado como porcentaje del PIB muy alto (35%) y con un porcentaje de población ocupada en el sector muy elevada. También la pobreza entre los grupos más vulnerables (niños, madres solteras, jóvenes) es muy baja. Además, tienen una fertilidad muy alta (entre 1’8 y 2’1 hijos /mujer). Por otro lado, la tradición democristiana se ha desarrollado con mayor intensidad en países del centro de Europa. En estos países (Alemania, Bélgica, Holanda e Italia...) la democracia cristiana o la tradición conservadora de raíz cristiana ha sido la opción política que ha gobernado por mayor periodo de tiempo. Esta cultura política se caracteriza por una visión tradicional de la familia, en la que el hombre trabaja y su mujer está en casa cuidando de los hijos, ancianos y dependientes. En consecuencia, la clave para garantizar el bienestar de la familia ha sido la participación del hombre en el mercado de trabajo, a través de las cotizaciones sociales a la Seg. Social que financia la sanidad de él y de su familia, y de las pensiones de él y de su viuda cuando muere. Como consecuencia de este modelo, estos países tienen:
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