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“LA IDENTIDAD ESPAÑOLA Y LAS ACTITUDES HACIA LOS INMIGRANTES” Marta Paradés Martín (Universidad Autónoma de Madrid) Resumen Este trabajo tiene como principal objetivo analizar si la identidad nacional es un factor que influye en las actitudes hacia la inmigración incluso cuando se tienen en cuenta factores económicos o contextuales como la actual crisis. Para ello, se utilizarán datos de encuesta del Centro de Investigaciones Sociológicas y se llevarán a cabo análisis estadísticos confrontando resultados anteriores al inicio de la crisis económica con resultados de un período de plena crisis. En los últimos años, España ha recibido un gran número de población inmigrante a lo que hay que añadir la complicada situación en la que se encuentra el país propiciada por la crisis económica actual. En este contexto, la identidad nacional puede tener un papel relevante como determinante de las actitudes hacia la inmigración. En este sentido, el sentimiento de amenaza percibido por parte de los ciudadanos/as puede ser un condicionante para el rechazo de los inmigrantes motivado por el deseo de mantener la homogeneidad de una comunidad y por la competencia que les supone en el acceso a recursos y al mercado laboral. Por ello se espera que la identidad nacional condicione las actitudes hacia la inmigración de los ciudadanos/as españoles en el sentido de que a mayor identidad nacional, más negativas serán las actitudes mostradas por la ciudadanía española hacia la inmigración. En cuanto a los factores económicos, la situación que atraviesa nuestro país como consecuencia de la crisis económica puede favorecer actitudes negativas hacia los inmigrantes también desde esta perspectiva. Palabras clave: identidad española, actitudes, inmigrantes, crisis económica.
La globalización es uno de los rasgos más destacados de nuestras sociedades y que ha favorecido el fenómeno de la inmigración. Gracias a las mejoras en los transportes y los nuevos medios de comunicación se han facilitado los movimientos de personas y, por lo tanto, las migraciones. Éste último es uno de los fenómenos que han contribuido a cambiar la sociedad española desde un punto de vista demográfico, social y económico. El gran número de inmigrantes que ha recibido España en los últimos años lo ha convertido en un país de gran atracción de población inmigrante. Para hacerse una idea de la gran transformación que ha sufrido nuestro país en los últimos quince años bastan unos datos. Según el INE1, a primeros de enero de 2011 residían en nuestro país 5,7 millones de personas nacidas fuera de nuestras fronteras. Una década antes, a finales del 2001 estas cifras se situaban en torno a dos millones de personas lo que representaba un 4,7 por ciento de la población residentes en España. Sin embargo, las dificultades económicas que atraviesa el país desde mediados de 2008 por la actual crisis económica ha provocado una disminución del número de inmigrantes en nuestro país. En 212 y 2013 los datos de los extranjeros en España han disminuido, pasando a ser 5,5 millones a primeros de 2013, aunque todavía significan una parte importante de la población. Esta afluencia masiva de extranjeros a nuestro país unido a la situación actual de crisis puede provocar actitudes contrarias a la inmigración, colocando el fenómeno de la inmigración como cuarto problema de España2 (aunque en la actualidad esta posición ha disminuido notablemente a favor de otros problemas como la situación económica o el paro). A diferencia de los países tradicionales de inmigración (Estados Unidos, Canadá, Australia), los cuales incorporaron la inmigración como un rasgo idiosincrático de su carácter nacional al ser receptores netos de inmigración cuando tenía lugar su proceso de construcción nacional en los países europeos los flujos migratorios han sido posteriores. España se enmarca en este contexto europeo, en el que los flujos migratorios han llegado concluidos sus procesos de construcción nacional. Ello ha propiciado que los países europeos de Europa Occidental estén teniendo serios problemas de reajuste a la nueva situación. Si en términos generales, la inmigración es percibida como una potencial amenaza ya sea contra la economía (personal o nacional), la seguridad ciudadana y la identidad cultural de la sociedad receptora de los inmigrantes (Espenshade y Calhoun, 1993; Teitelbaum y Weiner, 1995), en el contexto de crisis económica y con el aumento de las cifras de personas desempleadas, el rechazo hacia el inmigrante puede crecer al aumentar la competencia en el acceso al mercado laboral. Dada esta nueva situación, la identidad nacional puede tener un papel relevante como determinante de las actitudes hacia la inmigración. Por ello, el propósito de este trabajo es analizar el papel de la identidad nacional en las actitudes hacia la inmigración. Para ello, exploraré el papel de factores de tipo económico y de tipo simbólico o cultural en las actitudes hacia la inmigración bajo determinadas condiciones contextuales confrontando los resultados de un período crecimiento económico frente a un período bajo la crisis económica actual. El trabajo se estructura en dos partes diferenciadas. En la primera parte, de carácter más descriptivo, se exponen los distintos factores tanto económicos como simbólicos que pueden condicionar la actitud hacia los extranjeros, prestando especial atención al papel de la identidad nacional como condicionante de la misma. En el segundo apartado, de carácter empírico, se describen las actitudes hacia los inmigrantes y se presentan los análisis confrontando dos períodos de tiempo distintos, uno antes de comenzar la crisis económica europea y otro en plena crisis, para terminar con unas conclusiones.
En la literatura científica, los factores que condicionan las actitudes hacia la inmigración se han distinguido fundamentalmente entre aquellos factores económicos y los que no lo son. Mientras que los económicos se caracterizan por un cálculo acerca de los beneficios o costes que supone la inmigración para su situación personal o para el país, los segundos se derivan del deseo de mantener la homogeneidad en la comunidad receptora. Entre éstos últimos destaca el papel de la identidad nacional, ya que, en términos generales, las relaciones de solidaridad son más fuertes dentro del grupo, manifestando sentimientos de recelo de aquellos que provienen de ámbitos externos al grupo (Schwartz, 1996). Factores económicos Las opiniones hacia las personas inmigrantes, tal y como se ha señalado anteriormente, pueden depender fundamentalmente de factores simbólicos o de factores económicos (Citrin y Sides, 2007). Estos últimos justifican el rechazo o aceptación de los inmigrantes por la influencia positiva o negativa en la economía personal o nacional. De esta forma, los ciudadanos/as llevarán a cabo un cálculo de lo que supone la inmigración al bienestar económico personal y nacional. Esta perspectiva utilitarista significará que los flujos de inmigrantes serán recibidos de una manera positiva siempre que signifiquen una contribución para el Estado o no sean una competencia para los trabajadores autóctonos situándose en nichos de trabajos que los españoles rechacen. Esta podría ser la situación relativa a períodos de crecimiento económico donde los inmigrantes se encargaban de puestos de trabajos caracterizados por su baja remuneración o su dureza. Ciertamente, en épocas de crecimiento económico, la opinión pública española en materia migratoria era considerada como una de las más aperturistas de toda Europa (Coenders et al.,2005). Sin embargo, la situación que atraviesa nuestro país como consecuencia de la crisis económica ha cambiado este contexto, favoreciendo las actitudes negativas hacia los inmigrantes desde esta perspectiva basada en factores económicos. De acuerdo con la perspectiva teórico-empírica del racismo simbólico (Sears 1988, 2005; Tarman y Sears, 2005), los contextos económicos desfavorables, con una elevada tasa de desempleo se sitúan como contextos del rechazo hacia la presencia de inmigrantes y, en general, de minorías étnicas. El rechazo hacia los inmigrantes ya tuvo su reflejo durante la crisis de los años 90 que desencadenaron en la existencia de brotes xenófobos en Italia (Mura, 1995) y en Alemania (Del Fabbro, 1995). La competitividad por el mercado laboral es uno de los principales factores a la hora de configurar las opiniones de los ciudadanos hacia la inmigración y una de las líneas más desarrolladas dentro de las explicaciones de carácter económico (Milner, 1999; Mayda, 2005). Los “discursos desconfiados” (Riken, 2011:26) son respaldados por la sociedad en la actual situación desfavorable donde los autóctonos tienden a opinar que las personas inmigrantes compiten con ellos por los puestos de trabajo. Dada esta competencia en el mercado laboral, otra consecuencia percibida por los autóctonos es que la movilidad de los trabajadores desde países pobres hacia los países avanzados tendrá como consecuencia última la disminución de los salarios de estos últimos (Chacholiades, 1989). Estas ideas provocan actitudes de rechazo hacia los inmigrantes donde entre los trabajadores con menor estatus social se darán en mayor medida al ser más vulnerables a la competencia (Harwood, 1983; Reimers, 1985; Borjas, 2003). Mayda (2005) analiza también este factor pero a nivel agregado concluyendo que existen diferencias entre los países según su riqueza. La autora argumenta que en los países pobres los ciudadanos se oponen a la llegada de inmigrantes mejor cualificados mientras que en los países más ricos, por el contrario, lo hacen contra los menos cualificados. Otra percepción arraigada entre los ciudadanos con respecto a la economía es que la inmigración contribuye a la reducción del salario de los ciudadanos dada la competencia directa entre autóctonos e inmigrantes. En los últimos estudios (D’ancona, 2009) llama la atención el avance de esta idea siendo compartida por tres de cada cuatro encuestados. Del mismo modo, la creencia de que los inmigrantes quitan puestos de trabajo a los españoles se deriva de esta competitividad en el mercado laboral, situándose esta idea entre el 58 por ciento de los encuestados en ese mismo año. Además de esta competitividad laboral, existe la percepción de que la inmigración supone un sobre-coste al país receptor. Por un lado, porque un gran número de inmigrantes acceden al mercado laboral de manera irregular lo que conlleva la pérdida de las contribuciones que el Estado debería percibir; mientras que por otro lado, tienen derecho a ciertas prestaciones sociales como la educación (Añón Roig, 2000). De esta argumentación se deriva la hipótesis de que serán aquellos que piensen que los inmigrantes reciben más de lo que aportan al Estado los que muestren una actitud más desfavorable hacia los mismos. Factores simbólicos A estos factores económicos hay que añadir aquellos valores políticos o pre-políticos que contribuyen a formar la visión de la inmigración. La socialización política es un proceso a tener en cuenta en la formación de las actitudes y los valores de los individuos atendiendo al enfoque estructuralista. Es clave el papel de los mecanismos o agentes de socialización considerados tradicionales como la escuela, la familia, la iglesia, o los medios de comunicación de masa (Almond y Verba, 1963). Entre estas posiciones ideológicas básicas estarán la integración social, la identidad nacional o la religiosidad (Anduiza y Bosch, 2004). No obstante, en este trabajo me centraré en si, dependiendo de un factor individual como es la identidad nacional española, las actitudes de los ciudadanos hacia la inmigración pueden verse modificadas. Paradójicamente, en la era de la información y en un mundo globalizado las identidades, lejos de perder su poder, se refuerzan3. La identidad colectiva sigue siendo un elemento al que las personas recurren para reafirmarse y diferenciarse de los demás. El hecho de compartir una serie de elementos culturales, tradiciones o un territorio, es la argumentación que permite a determinadas personas mostrar su preferencia por la unidad cultural y nacional favoreciendo la oposición a la inmigración. Los factores identitarios son considerados por diversos autores (Citrin, Wong y Duff, 2001; Citrin y Sides, 2007) para explicar el rechazo o aceptación de los inmigrantes en el país. Tafjel (1981) pone de manifiesto que los individuos que forman parte de un grupo o pertenecen a una colectividad de referencia, pueden mostrar una actitud negativa ante las personas que son externos a su grupo. Del mismo modo, diversos autores (Rokeach, 1973; Sagiv y Schwartz, 1995; Schwartz, 1996) comparten esta idea señalando las diferentes relaciones establecidas entre los individuos que forman parte de la misma colectividad y aquellos que son considerados externos al mismo. En relación con las actitudes xenófobas, la probabilidad de que aparezcan es mayor cuanto más pequeño es el grupo de referencia atendiendo al Modelo de Diferenciación Intergrupal Mutuo (Hewstone y Brown, 1986) o al Modelo de Identidad Intragrupal Común (Gaertner et al, 1993, Gaertner y Dovidio, 2000). Según Sides y Citrin (2007: 501), “la influencia de las identidades culturales y nacionales en las actitudes hacia la inmigración sugiere que la apertura a los extranjeros podría encontrar una resistencia considerable en la opinión pública europea”. Las creencias sobre la nación y el sentimiento de amenaza percibido por parte de los ciudadanos/as es un condicionante para el rechazo de los inmigrantes motivado por el deseo de mantener la homogeneidad de una comunidad. Sin embargo, las personas identificadas con comunidades más inclusivas y heterogéneas, tienden a ser más tolerantes con los extraños. De esta argumentación se puede extraer la idea de que cada sujeto puede configurar su idea de comunidad de una forma más inclusiva o exclusiva dependiendo de cómo la defina y, así, ciertos ciudadanos pueden ver con rechazo la incorporación de personas que no comparten su idea de comunidad. La relación existente entre la identidad nacional y las actitudes hacia la inmigración será, por lo tanto, distinta en función de si dichas identidades nacionales son concebidas como exclusivas o inclusivas (Hooghe y Marks, 2005). Además de esta preferencia por compartir unos mismos valores, los prejuicios asociados a las personas inmigrantes también juegan un papel importante en las actitudes contrarias a la inmigración. Diversos sectores de la población pueden vincular a determinados colectivos con delincuencia, inseguridad o alteración del orden público (Kosic y Phalet, 2006). Otro de estos factores a tener en cuenta en las actitudes hacia la inmigración es la percepción del número de inmigrantes. La tendencia es sobreestimar el tamaño de la población extranjera, lo que conlleva a un aumento del sentimiento de amenaza percibido por los nacionales (Citrin y Sides, 2007). El contexto es otro tipo de factor que tendría que tenerse en cuenta a la hora de analizar las actitudes hacia la inmigración y, dada la situación actual de crisis económica, al que hay que prestar especial importancia. Los trabajos realizados sobre esta temática ponene de manifiesto que las situaciones económicas adversas, como la actual, así como una elevada concentración de población extranjera contribuyen a aumentar el nivel general de xenofobia (Jackman y Volpert 1996; Muller, 1997; Kunovich, 2004). En este sentido, tanto los factores económicos como los simbólicos o culturales descritos anteriormente se van a ver afectados por el contexto de la sociedad receptora de la población inmigrante. Es razonable pensar que en contextos económicos adversos, los factores económicos cobren mayor relevancia donde los ciudadanos se preocuparán en mayor medida por las consecuencias que pueden suponer la inmigración a la economía.
A continuación, se muestran los resultados relativos a la asociación entre la identidad nacional española y las actitudes hacia la inmigración4. Siguiendo las teorías expuestas anteriormente, lo esperado es que: H1: La identidad nacional española es un valor político que condiciona las actitudes hacia la inmigración de los ciudadanos/as españoles. H1.1: A mayor identidad nacional, mayores son las actitudes negativas mostradas por los ciudadanos/as españoles. La relación entre las opiniones respecto a los inmigrantes5 y la identidad nacional española es estadísticamente significativa en todas las dimensiones que recogen las cuatro afirmaciones de la encuesta. La relación es directa en lo que se refiere al enriquecimiento cultural y al voto de las personas inmigrantes (Pearson = 0,192; Pearson =0,119 respectivamente) y negativa en el caso del efecto en los sueldos de los españoles y la educación de sus hijos (Pearson = -0,126; Pearson = -0,222) respectivamente)6. Estos resultados confirman la hipótesis de que aquellas personas que tienen actitudes negativas hacia la inmigración son las que se posicionan en la escala de identidad nacional española en los valores más altos. De esta forma, a mayor identidad nacional española, más en desacuerdo se está con que los inmigrantes tengan derecho al voto y con que su llegada enriquezca la cultura española. También se constata que cuanto mayor es la identidad española, más de acuerdo están los ciudadanos en que las personas inmigrantes son causantes de que se reduzcan los sueldos de los españoles y en mayor medida apoyan la idea de tener la posibilidad de elegir el colegio en el que estudian sus hijos/as. La cuestión de la inmigración parece que va a ser un tema muy politizado, como ya se ha comprobado en las últimas elecciones municipales7 que han tenido lugar en el mes de mayo de 2011 en nuestro país. La proliferación de actitudes negativas hacia la inmigración entre los partidos de extrema derecha está siendo un hecho en una Europa en crisis. El partido de los Verdaderos Finlandeses en Finlandia, la Liga Norte en Francia, el Partido de la Libertad en Holanda o el Partido Popular en Suiza son algunos de los ejemplos del auge de la extrema derecha8 con mensajes claros anti-inmigración. En España, la extrema derecha no ha tenido tanto peso político aunque el partido Plataforma per Catalunya ha aumentado el número de sus votantes de cinco mil en las elecciones autonómicas de 2003 a setenta y cinco mil en las elecciones municipales del presente año. La ideología, por tanto, es un factor a tener en cuenta dada su relación con las actitudes hacia la inmigración. Hay que resaltar que estos partidos xenófobos se caracterizan por realzar su identidad nacional defendiendo “su patria” de la llegada de personas extranjeras. La necesidad de llevar a cabo un análisis multivariable deriva de la hipótesis de que la identidad nacional es un valor político que tiene un efecto en una cuestión como las actitudes hacia la inmigración de los ciudadanos/as españoles, como pone de manifiesto los resultados de la correlación, incluso controlando por la ideología. Condicionantes sociodemográficos e ideológicos como la edad, el nivel de estudios, el género van a ser incluidos en el análisis como variables de control. Por lo general, las personas de mayor edad aparecen a menudo asociadas a un grado de xenofobia mayor (Anduiza, 2005). Esto es así debido a que las generaciones mayores crecieron en un contexto de escasa presencia de población extranjera mientras que los más jóvenes han experimentado la convivencia con personas inmigrantes desde edades tempranas lo que hace posible una mayor tolerancia hacia los mismos (Calvo Buezas, 2000). El nivel de estudios resulta relevante por su vinculación con el mercado de trabajo. Se puede entender que los niveles más bajos de formación se identifican con las personas con peores cualificación en el mercado de trabajo y, por ello, más afectados por la competencia de los inmigrantes (Borjas y Freeman, 1991); mientras que las mujeres pueden tener una posición más vulnerable en el mercado de trabajo ante la llegada de inmigrantes. Esta hipótesis se deriva de la situación de España, donde la inmigración de origen latinoamericano y rumano se caracteriza por ser fundamentalmente femenina y ocupar puestos de trabajo en el hogar o en el cuidado de personas dependientes a una menor remuneración que la población autóctona (Agulló, 2002). Respecto a la religión9, es posible que las personas católicas muestren un mayor rechazo hacia la población extranjera que los ateos o creyentes de otras religiones, dado que la mayoría de la población inmigrante pertenece a un credo diferente del católico10. Además de estas variables de control, en el análisis se han añadido otras dos variables. La primera de ellas, denominada situación económica11, hace referencia al sentimiento de amenaza percibido por los nacionales y la creencia de que su llegada tendrá como consecuencia la disminución de los salarios de estos últimos (Chacholiades, 1989). El deseo de un aislamiento de la población inmigrante12 por parte de los nacionales es el otro factor introducido en la regresión lineal y que hace referencia a factores de tipo simbólico. Es lógico pensar que un individuo que desea que sus hijos/as no compartan el mismo espacio educativo que la población inmigrante va a tener una actitud negativa ante los mismos. ![]() Si se presta atención a los resultados del análisis multivariable, éstos muestran que la identidad nacional española es una variable que hay que tener en cuenta a la hora de predecir las actitudes de los ciudadanos/as ante la inmigración. Se confirma la hipótesis de considerar a la identidad nacional española como un valor político condicionante de las actitudes de los españoles hacia la inmigración. El sentido de la asociación encontrada entre ambas variables indica que la relación es directa y que a medida que el individuo se posiciona en un valor más alto de la escala de identidad española mayor es la actitud de rechazo hacia los inmigrantes. Sin embargo, no hay que olvidar la existencia de otros factores que también muestran una asociación estadísticamente significativa como la ideología, los estudios superiores con respecto a no tener estudios o la valoración económica y la falta de integración. Sin embargo, estos datos hay que tomarlos con cautela, ya que dada la variable utilizada como dependiente, puede que existan diferencias al operacionalizar las actitudes hacia la inmigración de otra forma. Las limitaciones dadas por el cuestionario utilizado deben ser tenidas en cuenta.
Los datos analizados nos permiten concluir que la identidad nacional española es un factor relevante a la hora de explicar las actitudes hacia la inmigración. Además, su relación con las mismas será de carácter negativo, donde a mayor identidad mostrada por los ciudadanos, en mayor medida mostrará una actitud de rechazo hacia los inmigrantes. Aunque este trabajo se centraba en el objetivo de explorar si, efectivamente, la identidad nacional, se podía considerar o no un condicionante a nivel individual de las actitudes hacia los inmigrantes, estos resultados también ponen de manifiesto la importancia de otros factores, como los económicos. No sólo la situación económica propiamente sino también otros aspectos que se relacionan con ello como el nivel de estudios muestran una relación con el rechazo hacia las personas extranjeras. De esta forma, las personas con menores niveles de estudios tenderán a tener actitudes más negativas hacia el colectivo de inmigrantes, principalmente dada su posición más vulnerable en el mercado laboral. Hay que tener en cuenta que estas conclusiones para la identidad nacional hay que tomarlas con cautela y confirmarlas en análisis posteriores dada la relación entre la concepción de las mismas como identidades exclusivas o inclusivas.
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5El valor que se corresponde con “de acuerdo” es la opción elegida mayoritariamente en todas las afirmaciones, aunque las dos primeras y la última muestran una media más cercana al “ni de acuerdo, ni en desacuerdo” mientras que la relativa a los sueldos se acerca en mayor medida al “muy de acuerdo”. Parece que la visión económica de que la llegada de personas inmigrantes tiene consecuencias en los sueldos de los nacionales es una idea extendida en nuestro país. 6 Véase la tabla 4 del Anexo 7 En la pasada campaña de la candidata catalana del Partido Popular para las elecciones municipales de mayo, el uso de un videojuego en el que se destruía a inmigrantes ilegales causó tal polémica que tuvo que ser retirado. 8 Los Verdaderos Finlandeses se han posicionado como tercera fuerza política en las elecciones finlandesas de 2011, la Liga Norte gobierna en coalición con Silvio Berlusconi, el Partido de la Libertad se posicionó como tercera fuerza de Holanda en las elecciones de 2010 y el Partido Popular en Suiza fue el más votado en las últimas elecciones celebradas en dicho país en 2007. 9 La religión se ha medido tomando el valor 1 si la persona se declara católica y valor 0 si es atea o practicante de otra religión. 10 Un 73,5 por ciento de la población española se declara católico según el barómetro del CIS de junio de 2011. 11 Su medición se corresponde con el grado de acuerdo o desacuerdo con la afirmación: “Por lo general, los sueldos bajan como consecuencia de la llegada de inmigrantes a España” 12 Su medición se corresponde con el grado de acuerdo o desacuerdo con la afirmación: “Los españoles deberían tener preferencia a la hora de elegir el colegio al que llevan a sus hijos” |