Resumen La crisis por la que atraviesa España desde 2008 ha tenido consecuencias nefastas para la situación laboral de muchos colectivos sociales, destacando los jóvenes, por un lado, y los inmigrantes, por otro, entre los más perjudicados.






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títuloResumen La crisis por la que atraviesa España desde 2008 ha tenido consecuencias nefastas para la situación laboral de muchos colectivos sociales, destacando los jóvenes, por un lado, y los inmigrantes, por otro, entre los más perjudicados.
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fecha de publicación05.08.2017
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La influencia de la crisis en el empleo juvenil extranjero y nacional

En lo tocante a la actividad no se registran variaciones de envergadura en los primeros cuatro años de crisis para ninguna de nuestras dos poblaciones objeto de estudio. Si comparamos la tasa de actividad en el cuarto trimestre de 2011 y el mismo trimestre de 2007 observamos una ligera disminución (algo más de 1 punto porcentual) en el caso de la juventud extranjera, mientras que la reducción que presentan los jóvenes con nacionalidad española es algo mayor (de aproximadamente 1 punto y medio). Como resultado de ello, el cuarto año de crisis termina con una tasa de actividad del 75,6% para los extranjeros jóvenes y del 70% para los españoles, manteniéndose el diferencial constatado entre ambos grupos.

Sin embargo, la destrucción masiva de puestos de trabajo ocasionada por la crisis ha provocado que una proporción cada vez menor de los jóvenes activos en el mercado laboral se encuentren trabajando. Por concretar, del total de empleo perdido en 2011 respecto de 2007, una cifra alarmante, un 94%, correspondía a la población joven, según la definición amplia de este grupo de edad manejada aquí. Al diferenciar según procedencia, vemos que la pérdida de empleo juvenil entre los españoles ha sido ligeramente superior, de un 95% del total de empleo destruido para este grupo de nacionalidad, mientras que la correspondiente cifra para los jóvenes extranjeros es del 93%. Se puede decir por tanto que la importantísima reducción de empleo que ha sufrido España en estos cuatro años de crisis ha recaído casi exclusivamente en el grupo de activos de 16 a 34 años, ya sean estos nacionales o foráneos.

Como no puede ser de otra manera, esta evolución se refleja también en las tasas de empleo de unos y otros, las cuales muestran una reducción bastante notable a lo largo del periodo. Según muestra el gráfico 2, los primeros coletazos de la crisis comienzan pronto. Ya durante 2008 el empeoramiento de la situación económica hace mella en ambos colectivos, aunque de manera más pronunciada en los jóvenes extranjeros, los cuales ven reducirse su tasa de empleo en más de 7 puntos porcentuales, comparado con una reducción de 4 puntos entre los jóvenes españoles. Así, de tener una tasa de empleo superior a la de sus homónimos españoles, a finales de 2008 los jóvenes extranjeros ven cómo esta se reduce hasta situarse ligeramente por debajo, estando ambas en valores cercanos al 60%. A lo largo de 2009, la divergencia entre ambos colectivos se ensancha a favor de los jóvenes españoles, ya que los extranjeros siguen experimentando un descenso mayor de su tasa de empleo. No obstante, 2010 comienza con atisbos de recuperación en la situación del mercado de trabajo, registrándose cierto incremento de la ocupación de los jóvenes, más significativo en el caso de los extranjeros, lo que provoca que dichas tasas vuelvan a converger, alcanzando valores cercanos al 54% en el tercer trimestre. Al terminar el año 2010, sin embargo, un renovado empeoramiento de la coyuntura económica induce otra vez más una senda bajista del empleo juvenil, tendencia que con algún matiz continúa hasta finales de 2011, cuando se encuentran ocupados menos de la mitad de la población joven activa, tanto españoles como extranjeros. A partir de mediados de 2011, la tasa de empleo de los jóvenes extranjeros comienza a descender de nuevo más rápidamente que la de los españoles, volviendo a surgir una estrecha brecha entre ambos grupos.

En resumidas cuentas, en tan solo cuatro años, las tasas de empleo han disminuido en unos 15 puntos porcentuales entre los jóvenes españoles, y en unos 20 puntos entre sus homólogos con nacionalidad extranjera. Al contrario de lo que sucede entre los jóvenes, las tasas de empleo de los extranjeros y españoles con edades superiores a los 34 años han evolucionado de manera bastante más diferenciada. Así, los españoles de este grupo de edad han rebajado su tasa en solo 3 puntos porcentuales, frente a la reducción de 15 puntos en la correspondiente a los extranjeros.

Gráfico 2: Evolución de la tasa de empleo según nacionalidad (españoles/extranjeros) y grupo de edad en España. 2007-2011
Elaboración: OPAM.

Fuente: EPA
Llegados a este punto queda manifiestamente claro que la juventud ha soportado sobremanera las terribles consecuencias de la crisis, sobre todo con relación a la pérdida de empleo, lo cual evidencia aún más la idea que venimos reiterando desde el inicio de esta comunicación: la especial vulnerabilidad de los jóvenes a los cambios de ciclo económico.

Con relación a la situación en los distintos sectores productivos durante los primeros cuatro años de crisis, se registran variaciones importantes en la mayoría de ellos. Atendiendo al porcentaje de empleo retenido a finales de 2011 respecto de 2007 por parte de los jóvenes (ver gráfico 3), observamos cómo la construcción destaca por la magnitud de la pérdida de empleo, aunque en distinta medida según nacionalidad: entre los jóvenes extranjeros, solo 23 de cada 100 trabajadores de este sector mantenían su ocupación, frente a 38 de cada 100 entre los jóvenes españoles. En términos relativos, la industria es el segundo sector con mayor reducción de empleo joven, español y extranjero, seguida por el subsector de “comercio y hostelería”; en ambos, pero sobre todo en el primero, la proporción de empleo perdido fue igualmente mayor para los extranjeros que para los españoles. Por su parte, “otros servicios” y la agricultura son los ámbitos de actividad donde tanto los jóvenes extranjeros como los españoles consiguieron retener un mayor porcentaje de empleo, de alrededor del 90% para ambas actividades económicas en el caso de los primeros, y un 80% aproximadamente en el caso de los segundos.

Gráfico 3: Porcentaje de empleo retenido entre los jóvenes (extranjeros/españoles) en 2011 respecto de 2007 por sector de actividad en España. 2007-2011
Elaboración: OPAM.

Fuente: EPA

Para la población extranjera con edades de entre 35 y 64 años, el sector de la construcción es también la rama de actividad más afectada por la destrucción de puestos de trabajo, aunque la pérdida (un 58% respecto de 2007) fue menos onerosa que para los jóvenes, tanto foráneos como españoles. A la construcción le sigue de nuevo la industria, sector donde los extranjeros mayores de 34 años apenas perdieron un 10% de la ocupación, mientras que en el resto de sectores consiguieron incluso aumentar su volumen de empleados: en “comercio y hostelería” en un 7%, en “otros servicios” en un 17% y en la agricultura en algo más del 40%. Los trabajadores españoles de entre 35 y 64 años, por su parte, solo incrementaron su presencia, ligeramente, en los dos últimos sectores, y perdieron puestos de trabajo sobre todo en la construcción, con un 37% menos de empleados, en comparación con 2007.

Respecto al nivel ocupacional, la mayor pérdida de ocupación entre los jóvenes extranjeros se ha producido en puestos de nivel medio-bajo. En comparación, los jóvenes con nacionalidad española han visto disminuir su representación, principalmente, en trabajos que no requieren cualificación, categoría que en 2007 agrupaba a tan solo un 10% de estos ocupados, como señalábamos antes.

Fijándonos ahora en cómo ha evolucionado uno de los indicadores más íntimamente relacionados con la precariedad laboral, la tasa de temporalidad, observamos reducciones relativamente notorias en estos cuatro años de crisis. En el caso de los asalariados jóvenes españoles, han disminuido esta tasa en casi 3 puntos porcentuales, hasta el 37%, disminución que sus homólogos extranjeros han experimentado de forma más acentuada, casi 10 puntos, registrando aproximadamente un 46% en el cuarto trimestre de 2011. Con relación a la población mayor de 34 años, la EPA también muestra reducciones en la tasa de temporalidad de estos asalariados en el periodo 2007-2011. La comparativamente mejor situación de los trabajadores españoles por cuenta ajena de este grupo de edad antes de la crisis, cuando tan solo el 18% disponía de un contrato temporal, se hace notar en la menor reducción de su tasa a finales de 2011, de tan solo 2,5 puntos porcentuales, frente a la disminución de 9 puntos en la correspondiente a sus homólogos extranjeros (hasta el 38%). Para una adecuada interpretación de esta evolución, debemos tener en cuenta que, sobre todo durante los dos primeros años de crisis, la destrucción de puestos se ha concentrado en los de naturaleza temporal. Por tanto, la reducción de esta tasa no obedecería a mejoras en las condiciones laborales de los asalariados, sino que estaría relacionada con la mayor vulnerabilidad de quienes poseen esta modalidad contractual.

Nos encontramos por tanto ante un escenario laboral, el correspondiente al cuarto año de crisis, caracterizado por el empeoramiento de la situación laboral de los jóvenes, tanto autóctonos como inmigrantes. A pesar de ello, la peor situación con la que partían los jóvenes extranjeros con relación a circunstancias tales como su sobrerrepresentación en niveles ocupacionales medio-bajos y la mayor tasa de temporalidad, parece haber desembocado en un panorama sociolaboral que en su caso resulta aún menos esperanzador. Esta tendencia se ve corroborada por las conclusiones de otras investigaciones sobre la evolución del mercado de trabajo, las cuales ponen de manifiesto la mayor vulnerabilidad de los extranjeros ante la crisis en términos de pérdida de empleo, vulnerabilidad que se debe en gran parte a la mayor precariedad laboral que padecen (FEDEA, 2012).
La evolución del desempleo entre los jóvenes extranjeros y españoles

Atendiendo ahora a la evolución de la tasa de desempleo en el periodo 2007-2011 encontramos una vez más que el grupo de edad de 16 a 34 años se ha visto más afectado que los trabajadores de 35 o más años. Dentro de la población joven, la tasa de paro de la juventud extranjera ha evolucionado peor que la de sus homólogos españoles. A finales de 2011, los jóvenes foráneos alcanzaban una tasa de paro de casi el 37%, valor que triplica el observado cuatro años antes. Entre los jóvenes españoles dicha tasa ha registrado un incremento también muy significativo a lo largo de este período, de unos 18 puntos porcentuales, llegando al 29% en el cuarto trimestre de 2011.

Si prestamos atención a las diferencias en función del grupo concreto de nacionalidad, comprobamos una mayor incidencia del desempleo en la juventud africana, la cual ha incrementado en 31 puntos porcentuales su tasa de paro (ver gráfico 4). Ya en el periodo anterior a la crisis, este grupo destacaba por tener la tasa de desempleo más elevada de entre todos los grupos de procedencia, rasgo que mantiene a finales de 2011, cuando más de la mitad de sus activos se encuentra en situación de desempleo. En cuanto a los jóvenes latinoamericanos, su tasa de paro casi se ha multiplicado por tres durante este mismo periodo, superando holgadamente el 30% a finales de 2011. Por su parte, la juventud rumana y búlgara (UE-2)2 registra un incremento de 12 puntos en su correspondiente tasa desde principios de 2009, hasta alcanzar valores cercanos al 37%, el segundo más alto después de los africanos. Evoluciones negativas registran también los jóvenes españoles y de la UE-25, grupos que partían de una tasa de paro inferior a la de los colectivos antes mencionados, a pesar de lo cual terminan 2011 con porcentajes que rondan el 29%. Los jóvenes de la categoría “Resto del Mundo”, por su parte, mantienen su posición como el grupo con la tasa de paro más baja, aunque esto no significa que hayan escapado a la influencia de la crisis, al haberla cuadruplicado a lo largo de estos cuatro años.
Gráfico 4: Evolución de la tasa de paro de los jóvenes por grupo geopolítico de nacionalidad en España. 2007-2011
Elaboración: OPAM.

Fuente: EPA
Una de las variables más vinculadas al desempleo es el nivel de estudios. Con relación a ella, la EPA revela que la probabilidad de estar desempleado es mayor cuanto menor es el nivel formativo, premisa que es aplicable tanto a la anterior etapa de crecimiento económico como a la actual. Sin embargo, disponer de un elevado nivel de estudios no aísla por completo de los efectos negativos de la crisis, ya que las tasas de desempleo se han disparado en los últimos cuatro años en todos los niveles formativos. No obstante, lo cierto es que los jóvenes españoles con menor nivel de estudios (categoría que incluye a quienes no poseen estudios y a aquellos que como máximo han concluido la educación primaria) son los peor parados. Ya en el cuarto trimestre de 2007 este grupo presentaba una tasa de paro del 23%, proporción que a finales de 2011 aumenta en casi 30 puntos porcentuales. Los extranjeros en esta misma categoría de estudios han experimentado una subida de igual magnitud en su tasa de paro, aunque partiendo de un nivel bastante inferior en 2007 (del 11%). Entre quienes tienen estudios secundarios, destacan los jóvenes extranjeros por la subida de su tasa de paro (del 11,6% al 37,5%); a partir de un valor similar en 2007, sus homólogos con nacionalidad española han experimentado un aumento algo inferior, para superar el 30% a finales de 2011. Por lo que respecta a quienes han conseguido completar estudios universitarios, el desempleo asciende a finales de 2011 al 19% tanto entre los extranjeros como los españoles, lo cual implica aumentos de 8 y 12 puntos porcentuales respectivamente, con relación a 2007.

En cuanto al cruce de las variables género y procedencia (españoles/extranjeros), vemos cómo la crisis ha generado cambios en los patrones de evolución del desempleo en los cuatro grupos resultantes. Antes del inicio de la crisis el género aparecía como una variable clave a la hora de explicar el desempleo juvenil. En 2007 la tasa de paro más alta correspondía a las jóvenes extranjeras (16%), a quienes seguían las de nacionalidad española (13%). Los varones, por su parte, registraban tasas de desempleo inferiores, sobre todo los españoles, con un 9%, frente al 11,6% de los extranjeros. Sin embargo, el empeoramiento de la situación económica ha provocado cambios en la posición relativa de unos y otros. El cambio más llamativo ha sido el experimentado por los jóvenes varones con nacionalidad extranjera, quienes multiplicaron por tres su tasa de paro durante los dos primeros años de crisis; después de una pasajera reducción en 2010, esta volvió a crecer en 2011 hasta situarse en el 38%. Las jóvenes foráneas, quienes contaban con la peor situación de partida, han registrado un aumento relativamente más moderado en su tasa de paro en los cuatro años considerados, alcanzando el 35,5% a finales de 2011. Por lo que respecta a la juventud española, a pesar de la mejor situación de inicio de los varones, durante el primer año de crisis su tasa de desempleo convergió con la de las jóvenes españolas en torno al 23%. A partir de entonces unos y otras continuaron incrementando dicha tasa, aunque los primeros lo hicieron en mayor medida. Al finalizar 2011, la tasa de ellos alcanzaba casi el 30%, un punto y medio superior a la de ellas. Como hemos visto en el apartado anterior, los dos sectores que han experimentado la mayor reducción relativa de puestos de trabajo entre los jóvenes, tanto extranjeros como españoles, han sido la construcción y la industria, sectores ambos fuertemente masculinizados, lo cual explica en buena parte el peor comportamiento de ellos en cuanto a pérdida de empleo se refiere.

En este apartado se vuelve a constatar que el empeoramiento de la situación laboral ha afectado tanto a la juventud española como a la extranjera. Sin embargo, al diferenciar según perfiles sociodemográficos comprobamos como parte de la juventud extranjera cuentan con una situación peor. Este es el caso de los varones de origen africano con bajo nivel de estudios.
Evolución de las distintas categorías de desempleados

Para hacernos una idea más completa del perfil de desempleado joven que ha potenciado la crisis consideramos relevante atender a la evolución de dos categorías de desempleados en función de su bagaje: aquellos que cuentan con experiencia laboral, los cuales habrían visto truncada su trayectoria laboral y vital a raíz de la crisis, y quienes no disponen de ella (como puede ser el caso de quienes estaban estudiando y/o carecían de la edad legal para trabajar). Entre los años 2007 y 2009, la EPA muestra un incremento muy sustancial de la primera de estas categorías, es decir, de los jóvenes desempleados que cuentan con experiencia laboral. En el caso concreto de los españoles con algún tipo de experiencia laboral previa, las cifras de desempleados no han dejado de subir a lo largo del total del periodo considerado: en términos relativos, el incremento fue de un 132%, lo que en valores absolutos corresponde a casi un millón de personas más. En cuanto a los jóvenes con nacionalidad extranjera, el aumento fue especialmente significativo en el caso de latinoamericanos y africanos, al alcanzar un 138% y un 261% respectivamente durante los dos primeros años de crisis. No obstante, desde 2009 hasta el final del periodo analizado, el volumen de los jóvenes pertenecientes a esta categoría de desempleados desciende en cierta medida en ambos grupos de nacionalidad. Los jóvenes rumanos y búlgaros presentan una tendencia similar: tras duplicarse su número de parados con experiencia laboral en los dos primeros años de crisis, recientemente han visto decrecer esta cifra. Los jóvenes de la UE-25 y “Resto del mundo” en situación de paro y con experiencia laboral, por su parte, presentan un crecimiento continuo, aunque menos pronunciado. Al comparar estos datos con los de la población desempleada en su conjunto, resulta que la juventud extranjera que a finales de 2011 estaba parada pese a contar con experiencia laboral previa en España, suponía casi el 39% del total de parados extranjeros. Entre los españoles con edades comprendidas entre los 16 y los 34 años el correspondiente valor es aún más alto, al representar la mitad de la población española desempleada.

En cuanto a los parados jóvenes que se incorporan al mercado de trabajo a partir de una situación previa de inactividad, la EPA muestra volúmenes sensiblemente inferiores a los de la categoría anterior. Aún así, se observa un incremento importante en su número a lo largo de 2007-2011 en todos los grupos de nacionalidad, más pronunciado a partir del año 2009, con unas cifras que a finales del período duplican las recogidas con anterioridad a la crisis. A finales de 2011, se contabilizan unos 274.000 jóvenes con nacionalidad española, así como unos 50.000 africanos, 30.000 latinoamericanos y aproximadamente 12.000 rumanos y búlgaros en situación de búsqueda de empleo sin experiencia laboral previa. El peso del subgrupo de los jóvenes sin experiencia laboral sobre el conjunto de los desempleados extranjeros roza el 9%, y entre sus homólogos españoles, el 7%.

Por completar este recorrido por las características del desempleo entre la población joven, conviene preguntarnos por la evolución de los parados de larga duración. Esta situación, tipificada como una permanencia en el desempleo durante por lo menos un año, conlleva un desgaste psicólogo cada vez mayor para el individuo afectado y su entorno, a lo que hay que añadir el deterioro económico que ello representa para la unidad familiar, sobre todo en los casos en que el resto de miembros padecen también la falta de empleo. Como puede apreciarse en el gráfico 5, a finales de 2007, entre los parados menores de 35 años y con nacionalidad extranjera, la proporción de parados de larga duración era del 16,5% (unos 40.300 en números absolutos). Durante los cuatro años siguientes, no solo las cifras absolutas, sino también las relativas se han incrementado de manera muy notable; a finales de 2011 ascendía ya al 46,6% el porcentaje de jóvenes extranjeros desempleados con más de un año en esta situación (271.000 personas). Siendo esta evolución desalentadora, sus homólogos de 35 a 64 años experimentaron una trayectoria aún peor, al dispararse la proporción de sus parados que llevan más de un año desempleados, de un 14% a finales de 2007 (unos 22.000), hasta casi el 52% a finales de 2011 (casi 333.500 personas).

Entre la juventud española, la evolución de los parados de larga duración ha seguido la misma tendencia ascendente: si en el cuarto trimestre de 2007 un 20% de sus desempleados llevaba más de un año en el paro (157.300 jóvenes), al concluir 2011 este porcentaje era ya del 45,5%, afectando a 835.000 personas, cinco veces más que con anterioridad a la crisis. Igualmente negativa ha sido la evolución entre los parados con nacionalidad española y edades superiores a los 34 años, los cuales ya presentaban un porcentaje elevado antes del inicio de la crisis, del 37% (270.000 personas), hecho que no ha impedido que el empeoramiento de la situación económica hiciera merma adicional: al término de 2011, algo más del 56% de estos parados llevaban más de un año buscando trabajo (más de 1.250.000 personas).
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