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LEVANTAMIENTO DEL 2 DE MAYO DE 1808 INTRODUCCIÓN, ANTECEDENTES, DESARROLLO Y CONSECUENCIAS DEL COFLICTO INTRODUCCIÓN: La crisis del reinado de Carlos IV había demostrado que era imposible modernizar el país por la vía del reformismo ilustrado. La crisis del Antiguo Régimen que se había venido gestando durante todo el reinado eclosionó en 1808 con la ocupación del país por parte de los franceses, la sublevación contra ellos y el estallido de una guerra que no fue sólo de independencia sino también civil. La guerra de la Independencia ratifica la quiebra del Antiguo Régimen y el inicio de un proceso que culminará con la revolución liberal. Durante la guerra contra los franceses, el pueblo español adquirió conciencia de su entidad nacional y de su soberanía. Las ideas liberales penetraron con fuerza y el país vivió su primera experiencia constitucional. A la guerra le acompaño el inicio de un cambio político y social decisivo en la Historia contemporánea española. El reinado efectivo de Fernando VII supuso un paréntesis de reacción, de intento de conservar a toda costa el absolutismo. Los desastres de la guerra, la permanente inestabilidad y la pérdida de las colonias redujeron a España a la condición de potencia de segundo orden y sólo el tímido reformismo del final del reinado pudo presagiar un cambio posterior. Durante veinte años de gobierno despótico los liberales fueron perseguidos y las reformas aplazadas pese al breve periodo de libertad del Trienio Constitucional. Pero la experiencia anterior había sido un punto de no retorno y el derrumbamiento definitivo se desencadenará inevitablemente a la muerte del rey. ANTECEDENTES: El 14 de diciembre de 1788 murió en Madrid Carlos III y le sucedió su hijo Carlos IV de talante político bien distinto al de su padre. Si Carlos III se ajustaba en gran medida al modelo ideal de monarca del despotismo ilustrado con Carlos IV se estableció lo que algunos autores denominan despotismo ministerial ya que el verdadero poder lo ejercía el ministro y no el rey. El reinado de Carlos IV estuvo condicionado por el estallido en 1789 de la Revolución Francesa y su evolución. Un acontecimiento de esta magnitud creó una alarmante preocupación en toda Europa ante el temor de que sus propuestas revolucionarias se extendieran. Pero en España este temor era particularmente comprensible por la proximidad con Francia y por las relaciones de parentesco existentes entre los monarcas de ambos países. Su reinado puede considerarse como el primer capítulo de un proceso que conducirá a la crisis que pondrá fin al Antiguo Régimen y que alumbrará a la España Contemporánea. Un capítulo que se abre con la necesidad de dar respuesta a una serie de dificultades crecientes: el bloqueo de la economía, el recrudecimiento de la protesta social, la agudización de las contradicciones políticas en el seno de las clases dirigentes, las explosión de la controversia ideológica en el interior, la sucesión de los enfrentamientos militares en el exterior que conllevan la bancarrota de la Hacienda y los primeros signos del movimiento de emancipación en la América española La política exterior española desde la guerra de sucesión y la entronización de la nueva dinastía de los Borbones, había estado marcada por la alianza con Francia a través de los pactos de familia; pero la revolución francesa obligó a España a replantearse su actitud hacia la nueva Francia que se estaba configurando. Así, las relaciones con el revolucionario país vecino atravesaron tres fases: una primera, de neutralidad (1789 – 1792); una segunda, de guerra (1793 - 1795); y una tercera de alianza (1796 – 1808). Prevención y neutralidad (1789 – 1792): Cuando accedió al trono Carlos IV mantuvo como primer ministro como recomendación de su padre a Floridablanca, cuya política se caracterizó por una actitud de vigilancia y neutralidad hacia Francia, y de represión contra la propaganda revolucionaria. En mayo de 1789 decidió convocar Cortes generales para que jurasen a su heredero, el futuro rey Fernando. Tras la jura, las Cortes derogaron la Ley Sálica fijada por Felipe V y aprobaron el restablecimiento de la herencia dinástica fijada por las Partidas, que facilitaba la sucesión femenina al trono. La revolución Francesa generó en España el “pánico de Floridablanca” un repliegue defensivo del gobierno, que significó el retorno de la Inquisición a su primitiva función de aparato represivo de la Monarquía, la imposición de una severa censura oficial y de un cordón ideológico de sanidad en las fronteras terrestres y marítimas y la suspensión de todos los periódicos con excepción de la prensa oficial. Conforme la revolución se radicalizaba, la tensión con Francia fue aumentando. Entre las medidas adoptadas podrían señalarse las siguientes:
Ascenso de Godoy y guerra contra Francia (1793-1795): Influencia de la reina, Maria Luisa de Parma, un joven y apuesto guardia de corps, Manuel Godoy, ascendió al cargo de primer ministro. Dejando a un lado los motivos por los que un personaje de estas características había alcanzado de forma tan meteórica y dudosa la cima del poder, lo cierto es que fue el verdadero gobernante de España desde 1792 hasta el final del reinado en 1808, aunque durante un breve paréntesis de menos de tres años (1798-1800) fue relevado como primer ministro. La Revolución Francesa había entrado en una fase de radicalización y había abolido la monarquía. La política de Godoy se oriento, en un primer momento, ha salvar la vida del monarca francés, en marzo estalló la Guerra de los Pirineos contra la República Francesa. El conflicto fue un desastre militar, con ocupación francesa con plazas españolas en el pirineo y en América. La labor de Luis XVI no sirvió de nada ya que fue guillotinado en 21 de enero de 1793. Poco después, el 7 de marzo, Francia declaraba la Guerra a España, y se iniciaba una contienda que quiso presentarse desde España con una autentica cruzada contra las fuerzas del mal encarnadas en la Francia revolucionaria. La inferioridad de las tropas militares españolas obligo a finalizar la guerra. En la paz de Basilea (1795) se restablecieron a España los territorios conquistados durante la guerra con los franceses; España, a cambio, cedió a Francia la parte española de la isla de Santo Domingo. Godoy recibió el titulo de Príncipe de la Paz. El voluntario eclipse de Godoy abre las puertas del gobierno a los representantes más ilustrados que jamás a tenido España. Jovellanos que forma parte de él durante unos meses, y principalmente Mariano Luis de Urquijo, condenado en 1792 por la Inquisición por traducir una tragedia de Voltaire, convertido en la práctica en primer ministro, creen que ha llegado el momento de iniciar una gran ofensiva regalista, apoyada en el clero jansenista, al término de la cual se perfila la abolición de la Inquisición ![]() La alianza con la Francia Revolucionaria (1796 – 1808): En agosto de 1796 se renovaron los acuerdos con Francia (primer Tratado de San Idelfonso), que llevaron a España a entrar en guerra con Inglaterra. En 1797 los ingleses derrotaron a la escuadra española en el Cabo de San Vicente, bloquearon los puertos, el comercio colonial se hundió, y Godoy se vio obligado a autorizar el tráfico con barcos neutrales y a negociar la paz por separado. Aunque el gobierno intentó más tarde recuperar el control del comercio atlántico las colonias, habituadas ya a los intercambios con los europeos y norteamericanos, hicieron caso omiso. En 1799 queda vacante la silla pontificia y ello da origen a un decreto que otorga a los obispos los poderes papales en materia de dispensas matrimoniales: la polémica que desata el decreto revela una profunda división en el episcopado entre quienes aceptan las sumisión de la Iglesia a la autoridad civil y aquellos que, con mayor o menor rotundidad se niegan a servir de caución a un cisma en ciernes. La elección de Pío VII que provoca la caída de Urquijo hará resurgir con más fuerza a la Inquisición, como lo manifiesta el largo encarcelamiento de Jovellanos en el castillo de Bellver en Mallorca. Godoy, sin embargo, en sus memorias no titubeará en presentarse como el heredero de la Ilustración, y no le faltan argumentos para ello. Ahora bien, las medidas que toma y ejecuta tendentes a reducir las riquezas de la Iglesia más que dictadas por algún tipo de consideración ideológica, son originadas por el deterioro de finanzas públicas. Este es el caso de la más audaz de todas ellas: el decreto de 1798 que prescribe la venta de la mayoría de los bienes raíces pertenecientes a las obras pías, hospitales, y memorias y aniversarios, colegios mayores y otras instituciones religiosas. La paz de Basilea significo no solo la finalización del conflicto entre España y Francia sino también el comienzo de una nueva fase de entendimiento y amistad entre los dos países rivales hasta entonces. La rivalidad con Inglaterra a causa de la alianza con Francia tuvo para España graves consecuencias como los ataques ingleses a barcos españoles en el comercio con América, muy especialmente la derrota franco – española de Trafalgar (1805), que supuso el hundimiento de España como potencia marítima. MOTÍN DE ARANJUEZ En 1807 Godoy firmó con Napoleón el Tratado de Fontanibleau en virtud del cual se permitía a las tropas francesas su paso por España para conquistar Portugal, país al lado de Inglaterra, con la que Francia estaba, una vez más, en guerra. El objetivo era dividir Portugal en tres partes, de las cuales una se constituiría como principado para el propio Godoy. Con este pretexto Napoleón dispuso sus tropas en distintas partes de España lo que levanto serias sospechas sobre su intención de ocupar la península. Godoy al comprender el peligro que se avecinaba pretendió trasladar a la familia real a Andalucía desde donde se podría iniciar la resistencia al avance Napoleonico: pero en Marzo de 1908 estalló el Motín de Aranjuez lugar donde se encontraba la corte. El origen del motín debe buscarse en el partido que se había formado en torno al príncipe heredero, futuro Fernando VII, radicalmente opuesto al excesivo poder y protagonismo de Godoy. Este partido fomentó el descontento entre grupos populares (soldados, campesinos y servidores de palacio), que fueron quienes protagonizaron el motín asaltando el palacio de Godoy. Carlos IV que se vio obligado a destituir a Godoy y a abdicar a favor de su hijo Fernando, comunicó a Napoleón lo ocurrido y reclamó su ayuda para recuperar el trono. ABDICACIONES DE BAYONA La oportunidad que esperaba Napoleón había llegado. En una carta a su hermano Luís, Rey de Holanda, le comenta que los acontecimientos acaecidos en Aranjuez le daban pie para justificar la ocupación militar de Madrid su pretexto de sofocar el principio de insurrección que el motín había originado en la capital; más aún, de hacer caso a sus palabras, desmentidas por los hechos, había sido el pueblo de Madrid quien había apelado a él para restaurar el orden. Lo cierto es que Napoleón había sabido aprovechar astutamente el momento de crisis de poder que la caída de Godoy y el derrocamiento de Carlos IV habían ocasionado para realizar un proyecto largamente acariciado por él: incorporar a España y sus inmensas colonias a su Imperio, instalando para ello en el trono español a un miembro de su propia familia. El Emperador, que despreciaba a los Borbones como incapaces de gobernar, supo manejar astutamente las disputas entre Carlos IV y su hijo Fernando VII para apartarles del trono. Los monarcas españoles fueron siempre unas pobres marionetas . Pese a todo, Napoleón intentó evitar en la medida de lo posible un conflicto armado con España, y por eso actuó siempre con el mayor de los secretos, ocultando hasta el último momento su propósito, a veces incluso a sus generales. Baste el siguiente ejemplo: hacia mediados de Marzo, poco antes del motín de Aranjuez, el ejército francés, bajo el mando de su Jefe Supremo, el Mariscal Joaquín Murat, lugarteniente de Napoleón en España, se hallaba en Somosierra, de camino a Cádiz, adonde se dirigía para reforzar su guarnición ante el temor de un posible ataque inglés. Las autoridades españolas suponiendo que en su itinerario pasarían por Madrid publicaron el 18 de Marzo un bando por que el se anunciaba su llegada a la Villa y se mandaba por orden del Rey tratarlos y recibirlos como aliados; al mismo tiempo, se envió como comisionado al Capitán de Artillería Velarde, con el objeto de cumplimentar a Murat y acordar el modo y el día para la entrada de sus tropas. Sin embargo, el Duque de Berg negó disponer de planes para entrar en la capital y que, en caso de hacerlo, actuaría siempre de acuerdo y conforme con el Gobierno español. Tras una entrada triunfal en Madrid, Fernando VII se encontró en manos de Murat, instalado ya en la capital. La tensión iba en aumento en la ciudad, pese a las llamadas a la calma del propio monarca. Pronto se precipitaron los acontecimientos: Napoleón invitó a Fernando a dirigirse hacia l norte para tener una entrevista con él. En Bayona (ya en territorio francés) tuvieron lugar unas negociaciones vergonzosas. Napoleón había hecho llevar hasta allí al depuesto Carlos a Maria Luisa y a Godoy. Exigió la renuncia al trono de la familia al completo, cuyos miembros llegaron a insultarse en presencia del emperador. El 7 de mayo Fernando abdicó a favor de sus padres y éstos lo hicieron a favor de Napoleón. Carlos IV sólo se preocupó de que se garantizara la unidad de las posesiones de la Corona y el exclusivismo de la religión católica; a cambio él y su hijo recibieron varios castillos en Francia y enormes rentas, con las que empezaron un “exilio dorado”. Napoleón decidió entonces entregar el reino a su hermano José. DESARROLLO DEL LEVANTAMIENTO: ![]() Los franceses en Madrid: Cuando la tarde del 23 de Marzo de 1.808 Joaquín Murat, entra al frente de sus tropas en Madrid lo hace, supuestamente, como amigo y aliado. Así lo manda cumplir a su ejército y así lo proclaman las autoridades españolas a la población. ¿Cómo les recibió el pueblo de Madrid? Pues no se puede decir que se les acogiera con gran entusiasmo, pero tampoco con hostilidad. Se les recibió sobre todo con curiosidad, sin que sonara una aclamación pero tampoco un insulto. Por cierto, para todo aquel que piense que la manipulación mediática es algo surgido recientemente en esta sociedad nuestra de la comunicación, que echen un vistazo a la prensa oficial de aquellos días, el Moniteur Universal francés y la Gaceta de Madrid, que nos hablan de la inmensa alegría y gozo con que los franceses fueron recibidos por los madrileños. Oficial de la Guardia Imperial cargando, de Gericault. ![]() Las tropas que junto con Murat entraron desfilando en Madrid fueron la 1ª división del General Musnier de la Converserie y el destacamento de la Guardia Imperial, que despertó la admiración entre los espectadores por sus espléndidos uniformes y su altivo porte. Formaban parte de ella los coraceros, con sus brillantes petos de acero y sus cascos empenachados con una larga cola de pelo de caballo; los granaderos, con sus morriones de pelo de oso; los mamelucos con su exótico uniforme y su tremendo armamento, que incluía dos pares de pistolas, carabina, trabuco, sable y bayoneta; los dragones, con su casco con la cimera adornada por un águila, turbante de piel de pantera, y cabellera negra … La Guardia Imperial era un cuerpo de élite que llegará a contar en 1815 con unos efectivos de 102.708 hombres. ¿Y cómo era el Duque de Berg, la persona con la que ahora debían tratar las autoridades españolas? Joaquín Murat, Gran Duque de Berg y de Clèves, era de origen humilde, empezó su carrera militar bajo el amparo de la Revolución francesa y más tarde de la mano de su cuñado Napoleón llegaría a Rey de Nápoles. De actitud valiente y decidida, intervino decisivamente en varias batallas; con su carga de caballería – la más grande de la historia - decidió la batalla de Eylau. Pero también era un déspota cruel, presto a la cólera y a la acción. No razonaba, se limitaba a mandar. Lucía una larga caballera ensortijada y gozaba de una presencia física agraciada. Amante del lujo y la ostentación gustaba vestir exóticos uniformes recargados de bordados de oro. Tal vez un claro resumen de su personalidad sea el momento en que condenado a ser fusilado, ya frente al pelotón, pide a sus verdugos que apunten al pecho y no desfiguren su rostro, para, acto seguido, dar él mismo la orden de “¡Fuego!”. Pero retomemos el hilo de nuestra historia y volvamos al 23 de Marzo de 1808. Al día siguiente, efectúa su entrada en Madrid Fernando VII. El Rey venía de Aranjuez como nuevo monarca, junto otros miembros de la familia real, escoltado por la Guardia de Corps y se puede decir que la recepción que se le brindó fue apoteósica. Al Rey le resultó prácticamente imposible avanzar por entre aquella marea humana que se abalanzaba sobre él para besarle y tocarle. Los vítores continuos, los pañuelos blancos ondeando por doquier, lluvias de flores, gente llorando de alegría,… nada, ni siquiera la entrada meses más tarde de los vencedores de Bailén, igualaría la entusiástica recepción que se le tributó aquella mañana en Madrid a Fernando VII, el Rey deseado. No hay que dejar de lado que en este recibimiento también jugara un destacado papel una reacción nacionalista como respuesta a la ocupación francesa que vivía la ciudad. Algunos soldados franceses, mezclados en diferentes puntos entre la multitud que aclamaba el paso del monarca español, se comportaron de una manera muy poco decorosa, insultando y despreciando a Fernando VII, lo que provocó las primeras riñas y confrontaciones entre españoles y franceses. Murat no acude a Palacio a dar la bienvenida al nuevo Rey. |
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