Síntesis de la ciencia, la religión y la filosofía






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PRUEBAS CIENTÍFICAS Y GEOLÓGICAS DE VARIOS

CONTINENTES SUMERGIDOS
1 Habiendo presentado ya algunos ejemplos de los caprichos de la Ciencia, causa placer ver semejante acuerdo en este caso particular. Leyéndolo en relación a cuanto la ciencia admite (citado en otra parte) de la ignorancia de los geólogos hasta de la duración aproximada de los períodos, el siguiente pasaje es altamente instructivo: “No podemos aún asignar una fecha aproximada para la época en que nuestro hemisferio del Norte se cubrió de hielos. Según Mr. Wallace, esta época pudo haber tenido lugar no hace más de setenta mil años, mientras que otros le asignan una antigüedad de doscientos mil años por lo menos; y otros hay que presentan grandes argumentos en pro de la opinión de que un millón de años apenas es suficiente para producir los cambios que han ocurrido desde aquel suceso”. (Fiske, Cosmic Philosophy, I, 394, edición 1874). El profesor Lefèvre también nos presenta su cálculo de cien mil años. Es claro, pues, que si la Ciencia moderna no puede calcular la fecha de una era tan relativamente reciente como la época Glacial, no puede buenamente atacar a la Cronología Esotérica de Períodos de Razas y edades Geológicas.

2 Citado en Doctrine of Descent and Darwinism, de Schmidt, págs. 300-301.

3 Philosophy Historical and Critical, pág. 508.

4 Human Species, págs. 428 y siguientes.

5 Artículo “The First Volume of the Publications of the “Challenger”; página 2, novimebre 4 de 1880.

6 Ob. cit.; artículo “Australia and Europe formerly one Continent” (V. 19, 25). Indudablemente un hecho, y una confirmación del concepto Esotérico de la Lemuria, que originalmente no sólo abarcaba grandes áreas en el Océano Pacífico y en el Índico, sino que se extendía, rodeando el África del Sur, en el Atlántico del Norte. Su parte Atlántica se convirtió después en la base geológica de la futura morada de la Cuarta Raza Atlante.

7 Ibid., I, 143.

8 Véanse las noticias publicadas de la expedición del “Challenger”; también Atlantis, de Donnelly, pág. 468 y págs. 46-56, capítulo “The Testimony of the Sea”.

9 Hasta el prudente Lefèvre habla de la existencia de hombres Terciarios en “países, islas y continentes que entonces florecían, pero que después fueron sumergidos bajo las aguas”; y en otra parte introduce una “Atlántida posible” para explicar hechos etnológicos. Véase su Philosophy Historical and Critical, págs. 478 y 504. Mr. Donnelly observa con rara intuición que la “civilización moderna es Atlante... la facultad inventiva de la época presente está tomando la gran obra delegada de creación, donde la Atlántida la dejó miles de años hace”. (Atlantis, pág. 177, edición veinticuatro). También atribuye el origen de la cultura a los tiempos miocenos. Sin embargo, donde debe buscarse es en las enseñanzas dadas a los hombres de la Tercera Raza por sus Gobernantes Divinos, en un período remotísimo.

10 Una semejanza igualmente “curiosa” puede verse entre la fauna de las Indias occidentales y la del África occidental.

11 La parte del Pacífico del gigantesco Continente de la Lemuria, bautizado “Pacificus”, por el doctor Carter Blake, el antropólogo.

12 “Subsidence and Elevation”, Geological Magazine, págs. 241-245, junio 1881.

13 Antiquity of Man, pág. 492.

14 Cuando Howard leyó ante la Sociedad Real de Londres un escrito sobre las primeras investigaciones serias que se hacían sobre los aerolitos, el naturalista de Ginebra, Pictet, que estaba presente, a su vuelta a París comunicó los hechos presentados a la Academia francesa de Ciencias. Pero fue inmediatamente interrumpido por Laplace, el gran astrónomo, que gritó: “¡Deteneos! tenemos ya bastante con tales fábulas, y sabemos todo acerca de ellas”, haciendo con esto que Pictet se sintiese muy pequeño. Los rayos de forma globular o centellas sólo han sido admitidos por la Ciencia desde que Arago demostró que existían. De Rochat dice (Forces Non-définies, pág. 4): “Todos se acuerdan de la mala ventura del doctor Bouilland en la Academia de Medicina, cuando declaró que el fonógrafo de Edison era una “jugada de ventrílocuos”.

15 Principles of Geology, I, 9, 10.

16 Ibid.

17 La Ley Cíclica de la Evolución de las Razas desagrada extraordinariamente a los hombres de ciencia. Basta mencionar el hecho de la “civilización primitiva” para excitar la furia de los darwinistas; pues claro está que mientras más antigua sea la cultura y la ciencia, tanto más precaria se hace la base de la teoría del mono antecesor del hombre. Pero como dice Jacolliot: “Sea lo que quiera lo que haya en estas tradiciones (continentes sumergidos, etc.), y cualquiera que haya sido el lugar donde se desarrollara una civilización más antigua que la de Roma, Grecia, Egipto y la India, es cierto que esta civilización existió, y es muy importante para la Ciencia recobrar sus vestigios, por débiles y fugitivos que sean”. (Histoire des Vierges; les Peuples et les Continents Disparus, pág. 15). Donnelly ha probado el hecho con las más claras premisas, pero los evolucionistas no quieren hacer caso. Una civilización miocena echa por tierra la teoría de “la edad universal de Piedra”, y la de un ascenso continuo del hombre desde el estado animal. Y sin embargo, Egipto, por lo menos, muestra lo contrario de las hipótesis corrientes. Allí no hay edad de Piedra visible, sino que mientras más se remonta en la antigüedad, tanto más admirable parece la cultura.

18 Mythsand Myth-Makers, pág. 21.

19 En los anales de la mayor parte de las naciones, si no de todas, se registran violentos cataclismos menores y terremotos colosales. La elevación y sumersión de continentes está siempre actuando. Toda la costa de la América del Sur se ha elevado de 10 a 15 pies, y vuelto a bajar en una hora. Huxley ha demostrado que las Islas Británicas se han hundido cuatro veces bajo el Océano, levantándose y poblándose otras tantas. Los Alpes, los Himalayas y todas las Cordilleras fueron todos el resutado de depósitos amontonados en el fondo de los mares y levantados por fuerzas titánicas a su altura presente. El Sahara era la cuenca de un mar mioceno. En los cinco o seis mil últimos años, las costas de Suecia, Dinamarca y Noruega se han levantado de 200 a 600 pies; en Escocia hay playas elevadas con dunas y skerries, que dominan la orilla roída ahora por las hambrientas olas. El Norte de Europa se está levantando aún del mar, y la América del Sur presenta el fenómeno de costas levantadas en una longitud de más de 1.000 millas, ahora a una altura que varía desde 100 a 1.300 pies sobre el nivel del mar. Por otra parte, la costa de Groenlandia se hunde con rapidez; tanto es así, que sus habitantes no quieren construir a las orillas del mar. Todos estos fenómenos son ciertos. ¿Por qué, pues, no puede haber sido reemplazado este cambio gradual por un violento cataclismo en épocas remotas, toda vez que tales cataclismos están ocurriendo aún ahora en menor escala; por ejemplo, el caso de la Isla de la Sonda con la destrucción de 80.000 malayos?

20 Para las opiniones de Jacolliot, después de largos viajes a través de las Islas Polinesas, y sus pruebas de un gran cataclismo geológico anterior en el Océano Pacífico, véase su Histoire des Vierges; les Peuples et les Continents Disparus, pág. 308.

21 Agosto 1880, pág 279.

22 Doctrine of Descent and Darwinism, pás. 236, 237. Véanse También sus extensos argumentos sobre el asunto, págs. 231-235.

23 Ob. cit., I, 22-23, ed. 1869.

24 Pedigree of Man, pág. 73.

25 Citado en Doctrine of Descent and Darwinism, de Schmidt, pág. 238.

26 Para más detalles acerca del aislamiento de los vascos en Europa y de sus relaciones etnológicas, véase Man before Metals, pág. 316. B. Davis está dispuesto a admitir, partiendo de un examen de los cráneos de los guanches de las Islas Canarias y de los vascos modernos, que ambos pertenecen a una raza propia de aquellas antiguas islas de que son restos las Canarias. Éste es un paso adelante, en verdad. De Quatrefages y Hamy asignan también a los hombres Cro-Magnon del Sur de Francia y a los guanches un tipo, proposición que envuelve cierto corolario que ambos escritores no querrán seguir.

27 Families of Speech .

28 Véase Benjamín: The Atlantic Islands, pág. 130.

29 Westminster Review, enro 1872.

30 Schmidt: Doctrine of Descent and Darwinism, pág. 223.

31 Profesor Retzius, Smithsonian Report, 1859, pág. 266.

32 Véanse las investigaciones del barco “Dolphin”, de los Estados Unidos, y otros.

33 Scientific American, julio 28, 1877.

34 Véase su carta, Atlantis, pág. 46, aunque sólo se ocupa de un fragmento del verdadero Continente.

35 Donnelly: Atlantis, pág. 480.

36 Orthodoxie Maconnique Suivie de la Maconnerie Occulte et de l’Initiation Hermétique, pág. 44.

37 Véanse Sir William Thompson y Mr. Huxley.

38 En las ediciones de 1888 y 1893.

39 Como H. P. B. falleció antes de que ella pudiera completar los dos volúmenes prometidos, el texto de los manuscritos remanentes se encuentra en el volumen V (edición inglesa), anteriormente volumen III de la edición de 1897.

40 Volúmenes I al IV en esta edición.

  1. Véase “Cómo fue escrita la DOCTRINA SECRETA”; volumen I, pág. 27.



FIN DEL TOMO 4

* * *

Este libro fue digitalizado para distribución libre y gratuita a través de la red

Digitalización, Revisión y Edición Electrónica de Hernán.

Rosario - Argentina

05 de Marzo 2003 – 19:50


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