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LA FILOSOFÍA DE SANTO TOMÁS DE AQUINO (Capítulo III de la Historia de la Filosofía Medieval, EDITORIAL LABOR, S. A. BARCELONA - BUENOS AIRES 1928. Talleres Tipográficos de EDITORIAL LABOR, S. A. Provenza, 88, BARCELONA) Martin Grabmann Traducido por Salvador Minguijón 1. Vida, obras y personalidad de Santo Tomás Tomás de Aquino nació en 1225 en el castillo de Roccasecca, cerca de Aquino, en la provincia de Nápoles y fué iniciado en la Filosofía en la Universidad napolitana por los maestros Martín y Pedro de Hibernia. En 1244 entró en la Orden de Santo Domingo, fué después durante largos años discípulo de Alberto Magno y en 1252 comenzó en la Universidad de París su carrera académica siguiendo los cursos necesarios para obtener el grado de maestro en Teología. De 1256 a 1259 enseñó en la Universidad de París y después volvió a Italia, donde actuó como profesor de Teología, parte en la corte pontificia en Orvieto y Viterbo, parte en la escuela de su orden en Roma. Nuevamente fué llamado a la Universidad de París en el año 1268 y allí desarrolló una gran actividad en escritos y controversias hasta el año 1272, en el cual marchó como profesor a la Universidad de Nápoles. Tomás de Aquino murió el 7 de marzo de 1274, en Fossanova, donde la enfermedad le hizo detenerse cuando iba al segundo concilio general de Lyon, al cual había sido convocado personalmente por Gregorio X. En unos veinte años, además de dedicarse con éxito admirable a la enseñanza, mostró como escritor una asombrosa fecundidad que se manifiesta en una producción literaria de altísimo valor. Entre sus escritos son principalmente interesantes para la Filosofía los siguientes: 1.Comentarios a los siguientes escritos de Aristóteles : Perihermeneias (hasta l. II lect. 3), Analytica posteriora, Física, De caelo et mundo (hasta l. III lect. 8), De generatione et corruptione (hasta l. 1 lect. 17), Meteorologica (hasta l. II lect. 8), De anima, De sensu et sensato, De memoria et reminiscentia, Metafísica (l, I-XII) Ética, Política (hasta l. III lect. 6). Además una explicación del Liber de causis. 2.Pequeñas monografías filosóficas: De ente et essentia, De principiis naturae, De natura materiae, De ocultis operationibus naturae, De mixtione elementorum, De motu cordis, De aeternitate mundi, De unione intellectus contra Averroistas, De substantiis separatis, De quattuor oppositis, De propositionibus modalibus, De demonstratione, De fallaciis, De natura accidentis, De natura generis. De natura verbi intellectus, De differentia verbi divini el humani, De instantibus, De principio individuationis. 3.Se encuentra un rico material filosófico en sus grandes obras sistemáticas: Comentario a las Sentencias de Pedro Lombardo, Summa contra Gentiles, Summa theologica. 4.Quaestiones quodlibetales y Quaestiones disputatae (De veritate, De potentia, De anima, De spiritualibus creaturis, De malo, De virtutibus in communi, etc.). 5.Entre los pequeños trabajos de carácter más teológico son de gran importancia el opúsculo In Boethium de trinitate para la doctrina científica del tomismo y el tratado De regimine principum ad regem Cypri (solamente son de Santo Tomás el libro I y los cuatro primeros capítulos del libro II) para la filosofía social y política. Tomás de Aquino se nos presenta en sus escritos y también en el concepto de sus contemporáneos y más antiguos biógrafos (Guillermo de Tocco) como una figura de pensador entregado por completo a las cosas suprasensibles y divinas y al mismo tiempo como una apacible, modesta y amable personalidad. Hay realmente en la figura y en el carácter de este escolástico una armonía, un ajuste, una plena ponderación que se revelan a todo el que se familiariza con sus escritos. Su concepción profundamente religiosa de la vida no le impide tener también abierta la mirada, y ancho el corazón para los valores y las exigencias de la cultura profana. El rasgo fundamental de su individualidad científica es la aspiración a encontrar, para el pensamiento científico serio, la pura y plena verdad. Este riguroso y lúcido ideal de verdad que tiene ante sí le permite percibir siempre puntos de vista estrictamente reales. De ahí esa circunspección, ese cuidado tanto en el planteamiento de los problemas como en el proceso del pensamiento y de la prueba, de ahí esa claridad limpia de pasión, esa impersonalidad en la exposición de sus ideas. Si queremos descomponer en sus elementos el trabajo científico del doctor de Aquino, encontraremos en él caracteres histórico-positivos en la valoración y aprovechamiento de la labor intelectual realizada hasta su tiempo e igualmente una poderosa fuerza de pensamiento independiente, profunda y constructiva. Su filosofía recibe impulsos de Aristóteles y de los comentadores griegos de este filósofo (Alejandro de Afrodisias, Themistio, Juan Filopono, Simplicio), de la filosofía árabe, de la cual rechaza con elevada severidad los elementos antiteológicos del averroísmo, de los escritos de los filósofos judíos, de los cuales combate a Avicebrón y utiliza mucho a Moisés Maimónides, de las obras neoplatónicas, de los trabajos de los Santos Padres, principalmente San Juan Damasceno, San Agustín y Boecio, finalmente de los más modernos y contemporáneos escolásticos, a los cuales se refiere las más de las veces con un indeterminado quidam según el uso de entonces. Tomás de Aquino es, como ha puesto especialmente de relieve Francisco Brentano, el más grande conocedor de Aristóteles y su mejor comentarista de la Edad Media. La dirección fundamental aristotélica de su filosofía trata de encontrar una conciliación, una síntesis con la especulación agustiniana. Su edificio metafísico descansa sobre base aristotélica, pero tiene un remate agustiniano. En la doctrina sobre la verdad y sobre la raíz de las más altas verdades y principios de conocimiento en la mente y en la esencia de Dios, en la teoría de las ideas y otras cuestiones se revela, como veremos en lo que sigue, esa huella de San Agustín en el sistema tomista, a pesar de ser de dirección resueltamente aristotélica especialmente en lo que se refiere a la filosofía de la Naturaleza, la Psicología y la doctrina del conocimiento. La filosofía aristotélica le sirve también en su más vasta comprensión como auxiliar e instrumento para la síntesis teológica. La utilización de las fuentes no es en Santo Tomás una simple cornpilación y yuxtaposición, sino una compenetración viva de esos materiales, un trabajo de construcción orgánica, en el que se manifiesta el poder personal constructivo de su genio filosófico. Si consideramos más detenidamente la peculiaridad de este segundo elemento de su método científico, vemos que en esa labor del pensamiento tomista, labor independiente, creadora y formativa, se unen la observación y la especulación, el análisis y la síntesis, añadiendo el doctor de Aquino su propio sentido científico al sentido tradicional. Si se examinan separadamente sus obras, se encuentra una multitud de observaciones relativas a la Psicología y a la Ética. Tomás era una naturaleza interior, tenía la mirada fija en los fenómenos de su propia vida interna. Sus enseñanzas sobre la conexión entre la actividad de la fantasía y la del pensamiento, sobre la psicología del acto volitivo y de los fenómenos de la sensibilidad, sobre la memoria y el recuerdo, sobre los actos del enseñar y del aprender son ejemplos de observación psicológica. Todavía más se revela este género de observación empírica en las cuestiones éticas y sociológicas y en el problema de sus límites. Es indisputable el talento de Santo Tomás para la síntesis, para la visión de conjunto con que abarca y ordena los conocimientos aislados para constituir con ellos una gran unidad científica. Esta sistemática tiene un aspecto externo y otro interno. El externo es la sistemática de la ordenación, organización y agrupación, es, ante todo, una función lógica y didáctica. La Summa Theologica, considerada como un todo, con su división en partes, sus tratados, cuestiones y artículos es una obra maestra de esta sistemática arquitectónica. El aspecto interno es un sistema de desarrollo y de deducción, por el cual cada uno de los conocimientos particulares se deriva de los grandes principios unificadores. Este sistema es la obra del genial talento metafísico de Santo Tomás. El doctor de Aquino será tanto mejor y más profundamente conocido en su individualidad científica cuanto más adentro se penetre en su metafísica. La conexión entre la Metafísica y la Sistemática se revela sobre todo en nuestro gran escolástico en que precisamente en el terreno de la metafísica con precisión y concisión inimitables fija conexiones, establece articulaciones y deducciones y de allí parten las líneas que con rigurosa ilación llevan el pensamiento a los problemas filosóficos y teológicos. II. Objeto y división de la Filosofía Con Aristóteles coloca Santo Tomás el origen y comienzo de la función de filosofar en el deseo inherente a la naturaleza humana de conocer en sus más hondos fundamentos, en sus más lejanas causas, el mundo interior y exterior que a su contemplación se presenta. Asombro y admiración ante el mundo de los fenómenos cuyas causas desconocían, esto es lo que primeramente ha dado a los hombres motivo para filosofar, para examinar la realidad del mundo en su esencia profunda y en su fundamento, indagación que sólo lleva al ánimo el sosiego y el contento cuando ha llegado al conocimiento de la primera causa. La más alta perfección que puede alcanzar el espíritu filosófico del hombre consiste, según Santo Tomás, en que en el alma se dibuje todo el orden del Universo y de sus causas (ut in ea describatur totus ordo universi et causarum eius). Objeto del intelecto, de la razón, es conocer el orden y las relaciones, mientras que las facultades sensitivas sólo perciben el mundo concreto de los fenómenos. Hay tres especies de orden. El primero es el que la razón humana no crea, sino que lo encuentra y considera como cosa ya realizada. Este es el orden de las cosas de la Naturaleza, del ser real. El segundo es aquel que nuestro pensamiento opera en sus propias funciones y actos cuando ordena sus ideas o también cuando ajusta los signos verbales de las ideas. Este es el orden del ser pensado. El tercer orden es aquel que la razón produce en los actos de la voluntad. Este es el orden de lo que debe ser, el orden moral. Este triple orden, así desarrollado por Santo Tomás, constituye también el fundamento de la división de la Filosofía en sus capitales disciplinas. La investigación del orden real, del orden de las cosas, que la razón humana considera pero no suscita, es el campo de la philosophia naturalis, de la Filosofía natural (Filosofía real) en sentido lato, dentro de la cual Santo Tomás comprende también la Metafísica. El orden que la razón establece en sus propios actos cogitativos es el objeto de la philosophia rationalis o de la Lógica. Finalmente, el orden de los actos libres de la voluntad entre sí y con relación al fin último es el contenido de la philosophia moralis, de la Ética. La Lógica ha de regular los actos de la razón humana de tal modo que el hombre en su actividad pensante pueda avanzar ordenadamente con facilidad y sin error. La Lógica está en el extremo de la clasificación filosófica y debe ser estudiada en primer lugar, pues es la enseñanza del método, la que enseña el procedimiento metódico a todas las ciencias en general. La filosofía real, la philosophia naturalis en sentido lato, que tiene que tratar del ser real, es articulada por Santo Tomás, de conformidad con Aristóteles y Boecio, en tres ciencias según las escalas y grados de la abstracción. Las cosas de la Naturaleza pueden ser consideradas con todas sus propiedades sensibles, empíricas. Esto es la materia de la philosophia naturalis en sentido estricto. Su objeto es el ens mobile. Se puede también prescindir por abstracción de las mudanzas y de las cualidades sensibles de la materia, y considerar en las cosas de la Naturaleza únicamente el aspecto de la extensión. Tendremos así el campo propio de las Matemáticas, cuyo objeto es el ens quantum. Finalmente, el ser de las cosas puede ser considerado separadamente la materia sensible, del movimiento y de la extensión. El ser corno tal (ens in quantum ens), con sus propiedades y relaciones más generales, que son las que muestran el camino hacia la esencia absoluta divina, es el terreno de la Metafísica. La Filosofía moral o Filosofía práctica se divide, según que ordena con sus normas la vida de los individuos, de la familia o del Estado, en Ética, Economía y Política. III. Filosofía natural La Filosofia natural de Santo Tomás está caracterizada ante todo por la teoría, por él más ampliamente concebida, de la primera materia (materia prima) y la forma substancial. Santo Tomás es de todos los escolásticos el que ha comprendido de modo más profundo el espíritu del hilemorfismo aristotélico; él amplió la doctrina de Aristóteles uniendo al pensamiento principal peripatético elementos neoplatónicos y agustinianos, si bien en medida secundaria. Cada uno de los seres de la Naturaleza, desde el mundo inorgánico hasta el hombre, es una síntesis de materia y forma. Frente a la escuela franciscana, que hasta en los seres espirituales veía una composición de materia y forma, Santo Tomás considera los seres espirituales como simples formas subsistentes y los puros espíritus que no están unidos a la Naturaleza por ningún cuerpo como formas separadas (formae, substantiae separatae). La materia primera es el substratum, indeterminado y capaz de todas las determinaciones, que hay en todas las cosas de la Naturaleza, el sujeto permanente de las formaciones y desarrollos que tienen lugar en el curso de la Naturaleza; es la pura pero real potencialidad de toda la naturaleza física. La materia, como pura potencia, no tiene existencia propia sino mediante la forma de ser que va unida a ella. Santo Tomás, acentuando la pura potencialidad y pasividad de la materia prima, rechaza la concepción representada por San Buenaventura y por la escolástica franciscana de que en la materia están contenidos los gérmenes reales (rationes seminales) de las sucesivas formas de ser desarrolladas por las causas eficientes. La materia prima, que es indeterminada, se determina, mediante la forma substancial, en las diversas especies de seres de la Naturaleza. La forma substancial es el principio que, unido inmediatamente a la materia prima, le da su determinación esencial, principio mediante el cual una cosa recibe primeramente el ser (actus primus) y es constituída como substancia natural. Como del ser dimana la actividad, por esto la forma es también el principio de la actividad de las cosas. Según esto la materia es el principio pasivo que recibe el ser y el obrar, la forma es el principio activo que da el ser y el obrar en las cosas. Materia y forma son, como principios de la pasividad y actividad de los seres de la Naturaleza, los supuestos necesarios para las operaciones de unos sobre otros y por tanto para su conexión y armonía dentro de un todo. «Las cosas de diversa naturaleza solo pueden conectarse en la unidad del orden gracias a que las unas son activas y las otras reciben en sí pasivamente esa actividad». Además, las formas, como principios de actividad, son también principios de las tendencias de los seres y de la finalidad de los hechos naturales. La concepción de la Naturaleza en Santo Tomás es una concepción teleológica. En la forma está la finalidad y la legalidad de las cosas, cuya ratio, cuyo momento ideal se presenta a nuestro pensamiento. En la forma es la cosa espiritualmente cognoscible, en la forma brilla ante nosotros el trasunto del pensamiento divino. La forma, así como es lo que da el ser, es también el principio que da unidad a la cosa. Este punto de vista se aprecia en dos teorías propias de Santo Tomás: en la teoría de la unidad de la forma substancial y en la del principio de individuación. Santo Tomás ha acentuado señaladamente en sus últimos escritos la unidad de la forma substancial en los seres inorgánicos, en las plantas, en los animales y también de un modo especial en el hombre y con ello ha rechazado resueltamente la teoría de la pluralidad profesada por la escuela franciscana, es decir, la admisión de varias formas substanciales en una misma cosa, con lo cual un mismo ser es un cuerpo (forma corporeitatis), un ser vivo, un hombre. La forma substancial suministra a la cosa el ser primero y substancial, constituye, por ejemplo, un ser orgánico al mismo tiempo como cuerpo y como cuerpo vivo, de modo que todas las demás formas que sobrevienen sólo son formas y modificaciones accidentales. Así la forma da a los seres naturales la unidad física. En la forma está también realmente fundada la unidad específica en que nuestro pensamiento resume grupos de cosas de la Naturaleza. Antes hemos ya mostrado la relación entre la teoría de la materia y la forma y el moderado realismo de la doctrina tomista acerca de los universales. Mientras que la forma es el principio específico, la materia es para Santo Tomás el principio de individuación, esto es, el fundamento más hondo de que la esencia y el individuo no sean la misma cosa en los seres de la Naturaleza, sino que muchos individuos posean una y la misma esencia específica. Verdad es que el principio de individuación no es meramente la materia prima, sino la materia signata, esto es, la materia determinada según sus grandes y lejanas relaciones. En el reino de los seres puramente espirituales, como no hay ninguna composición con la materia, el individuo y la especie se identifican, cada uno de los seres paramente espirituales se distingue específicamente de los demás. También aquí, como en la doctrina de la unidad de las formas substanciales, sigue Santo Tomás, con independencia y sin turbarse ante la opinión contraria de sus contemporáneos, el camino que le traza la rigurosa consecuencia de su pensamiento. |