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CRIMINALIZACIÓN Y MOVILIDAD Podemos hablar de movilidad en el sentido geográfico, aludiendo a la capacidad que tienen las migrantes de desplazarse por el espacio transnacional y cruzar las fronteras, y asimismo como movilidad social, queriendo aludir al deseo de las migrantes de ascender de posición en la estructura social. Ambos significados del término movilidad no son excluyentes, sino que se complementan pues, por lo general, las migrantes viajan y cambian de destino y lugar de trabajo en aras de maximizar beneficios y ascender socialmente. Hay que reconocer que en muchos casos no se accede a la prostitución para sobrevivir, sino para alcanzar un mayor nivel adquisitivo y acceder a más bienes de consumo. Paradójicamente, las trabajadoras sexuales se sirven de una ocupación terriblemente estigmatizada con el fin de alcanzar un mejor estatus social. El modelo abolicionista imperante en España, aunque victimiza a las trabajadoras sexuales migrantes, tiende a criminalizar la prostitución de forma global. Esta victimización de las migrantes forma parte, al mismo tiempo, de un conjunto de prácticas estigmatizadoras supuestamente protectoras o estigmatización benefactora (Nieto, 2011). En Europa el punto de inflexión lo ha puesto Suecia con la aprobación en 1999 de la Ley de prohibición de compraventa de servicios sexuales mediante la cual se tipifica penalmente por primera vez la figura del cliente. Llama bastante la atención que en un país con una población estimada de apenas un millar de trabajadoras sexuales en las calles (Kulick, 2003) se halla optado por abanderar la lucha contra la prostitución a nivel mundial, pero lo cierto es que la presión de las instancias gubernamentales y de algunas organizaciones suecas han obtenido resultados y el modelo abolicionista radical tiende a exportarse a otros países del entorno europeo. España no ha permanecido ajena a esta nueva oleada de neo-conservadurismo moral (Riopedre, 2011) y el sistema abolicionista penalizador toma cuerpo en las sucesivas reformas del Código Penal y de la Ley de Extranjería, así como en muchas ordenanzas municipales de capitales españolas como Barcelona, Bilbao, Sevilla, Málaga, Murcia o Valencia, entre otras, donde se expulsa a las trabajadoras sexuales de los centros urbanos y, bajo el paraguas de un supuesto mantenimiento de la convivencia ciudadana y la lucha contra la trata y la explotación sexuales, se sanciona a prostitutas y clientes por igual. En el mismo sentido se activan los diferentes Planes integrales de lucha contra la trata de personas y la explotación sexual que derivan invariablemente en la criminalización y estigmatización de los actores sociales, incidiendo muy negativamente en las propias migrantes. Como advierte Piscitelli (2013), el comienzo de la crisis económica coincide además en el tiempo con el advenimiento y auge de todas estas ordenanzas municipales que persiguen a trabajadoras sexuales y clientes que negocian en la calle, imponiendo duras sanciones económicas a quienes infringen la normativa. La detención policial y las órdenes de expulsión son otra consecuencia directa de la criminalización de la prostitución. No obstante, y a pesar del endurecimiento de la legislación de extranjería, en los últimos años se observa una progresiva regularización de las trabajadoras sexuales migrantes, sobre todo de algunos colectivos como las procedentes de Latinoamérica, quienes cuentan con una mayor tradición migratoria en España, por lo que en muchos lugares de trabajo la mayoría de las migrantes tienen sus permisos de residencia en regla e incluso poseen ya la nacionalidad española. Algo parecido sucede con las migrantes rumanas o de otros países pertenecientes a la Unión Europea, a quienes les salvaguarda, en principio, su condición de ciudadanas comunitarias. En el resto de los casos las migrantes son extremadamente vulnerables a la discreción policial (Riopedre, 2010) y se ven sometidas, muchas veces en contra de su voluntad, a una movilidad forzosa y/o al ejercicio de su actividad en condiciones más precarias. Esto sucede también cuando se precintan locales en el marco de grandes operaciones judiciales contra la prostitución y la explotación sexual, fenómeno que resulta más determinante en la movilidad forzosa de las trabajadoras sexuales que la posible acción de proxenetas y traficantes. EFECTOS DE LA CRISIS ECONÓMICA EN LA PROSTITUCIÓN Todas las trabajadoras sexuales entrevistadas informan de una considerable disminución de los beneficios en el mercado del sexo nacional a causa de la crisis. Según algunos de los más recientes estudios sobre la cuestión podemos hablar de una reducción de alrededor del 60% en 2011 (Piscitelli, 2013). Y no nos referimos solamente a una significativa disminución de la demanda, sino también a una reducción en los precios. Estas circunstancias, obviamente, no sólo están influyendo, sino que están modificando las propias dinámicas en la industria del sexo. Si bien las actuales políticas criminalizadoras de la prostitución tienen su influencia en la movilidad de las trabajadoras sexuales, se observa que la acción de la crisis económica está siendo mucho más determinante en las dinámicas de la industria del sexo. Esto es así porque las migrantes anteponen las posibilidades de obtener un mayor beneficio económico a los inconvenientes derivados de la propia persecución de la prostitución. Sólo así se explica que muchas de las migrantes brasileñas que cuentan con arraigo y permiso de residencia en España se marchen ahora a trabajar a países como Francia, Italia, Suiza, Bélgica, Reino Unido o Dinamarca con legislaciones incluso más restrictivas que en España. La razón, como ellas explican, es que vale la pena arriesgarse porque “se gana mucho más dinero que en España”. Otros lugares de destino son Holanda o Alemania, los cuales a pesar de tener una normativa despenalizadora de la prostitución que reglamenta el sector, no están exentos de problemas debido a que sus modelos bloquean la regularización directa de las migrantes en el mercado del sexo nacional. Dominicanas y colombianas siguen a las brasileñas en estas rutas del trabajo sexual transnacional. Se observa incluso el caso de mujeres que trabajaban desde hace años en la misma localidad y que, de repente, deciden cruzar nuevamente las fronteras movidas por la crisis. “El sistema de trabajo en Francia es diferente al de España. En Francia tienes que tener más cuidado, la prostitución está muy perseguida, no es como aquí. Nosotras colocamos los anuncios sólo por internet. Si te anuncias en una ciudad pagas 120 euros, si te desplazas a otro sitio son 220 euros. Y luego cada semana tienes que pagar una cuota de sesenta euros para que mantengan tu anuncio en las primeras posiciones.” (Silvia)19 “Estando en un club en Santiago fue cuando conocí a Daniela, una brasilera que es fisioterapeuta y que trabajaba allí porque quería ahorrar para montar una clínica de fisioterapia. Daniela era una chica tímida, pero nos hicimos amigas. Fue ella quien me contó que había estado trabajando en Dinamarca, en una casa de citas. Me dijo que había ganado 8.000 euros en dieciséis días. Me contó que la dueña te entregaba una hoja con unas palabras en inglés y la traducción en portugués. Entonces, le pedí el contacto (…) El sistema allí era así, al cincuenta por ciento. Y en cada casa sólo trabajaba una chica. En la cabaña había una lucecita como las de Navidad, y esa era la única señal de que aquello era una casa de citas. Victoria hacía todo, nos daba los condones, contactaba con los clientes, etc. Los pases allí eran a partir de 600 coronas (unos 80 euros más o menos).” (Sandra)20 En otros casos, la crisis económica que afecta al sector está cambiando sensiblemente las expectativas de las migrantes y puede motivar incluso el abandono temporal o definitivo de la prostitución. Así, algunas migrantes brasileñas han optado también por regresar a su país, en este caso una economía emergente que ofrece nuevas oportunidades de trabajo y que está atrayendo ahora a migrantes europeos. “Ya estoy un poco cansada de trabajar en la prostitución. Aquí en España la cosa ahora está muy mal. Una amiga mía dice que “antes teníamos dinero, pero no teníamos papeles; y ahora tenemos papeles pero no tenemos dinero”, y tiene razón (…) Antes de viajar a Brasil hice unas plazas en Italia, también en Suiza en la parte italiana. Pero, ahora ya no quiero más, ya no vale tanto la pena como antes, y pienso en regresar a mi país, o tal vez marcharme para Inglaterra, donde tengo a mi hermana.” (María)21 Al igual que María, otras migrantes piensan en regresar a Brasil o bien se han marchado ya, algunas acompañadas de sus parejas españolas y con la idea conjunta de comenzar un nuevo ciclo de vida al otro lado del Atlántico. Los efectos de la crisis resaltan más aún debido al contraste observado en el conjunto de los movimientos migratorios en España en un período de tiempo tan corto como son apenas dos décadas. Así, si tenemos en cuenta datos estadísticos del crecimiento del fenómeno migratorio en España a partir de los años noventa22 coincidente con la expansión del mercado del sexo en nuestro país, veremos que este repunte de ambos fenómenos tropieza luego bruscamente con el inicio de la crisis económica a finales de la última década, consolidándose un período caracterizado por el desempleo, la precariedad laboral, la subida de impuestos, el retorno de muchos inmigrantes a sus países de origen y la nueva ola de emigración de españoles. Ante tal panorama macro-económico, sería imposible que la industria del sexo nacional no se viese seriamente afectada. UN FUTURO INCIERTO. NUEVOS RETOS El debilitamiento de las redes sociales de apoyo a las migrantes en España a causa de la crisis producirá seguramente efectos negativos en el establecimiento e integración de esas migrantes en el futuro. Por otro lado, la consolidación del modelo abolicionista-prohibicionista en nuestro país a través de las sucesivas reformas penales y de la normativa de extranjería, junto a la proliferación de ordenanzas municipales criminalizadoras de la prostitución, están construyendo un contexto de paroxismo punitivo claramente hostil hacia las trabajadoras sexuales, precarizando las condiciones laborales, haciendo más vulnerables a las personas y sometiéndolas a un paulatino y creciente intervencionismo estatal de más largo alcance que el propio fenómeno migratorio. En este contexto, resulta difícil pensar en una posible normalización del sector y en un deseable empoderamiento de las trabajadoras sexuales, lo que significa también que se crea el clima idóneo para que proliferen los abusos y las actividades del crimen organizado. Y en este estado de cosas, la torticera y demagógica confusión entre fenómenos sociales tan diferentes como trabajo sexual, trata de personas, explotación sexual, tráfico y violencia de género, auspiciada desde los poderes públicos y organizaciones de la industria del rescate23, resulta éticamente intolerable. Muchas de las migrantes que hoy están ejerciendo el trabajo sexual en otros países europeos posiblemente tenderán a regularizar su situación jurídica en esos países si la crisis en España se cronifica y alarga en el tiempo, modificando entonces sus permisos de residencia. La segmentación étnica lógicamente está modificándose y los colectivos de migrantes cuyos países de origen están sufriendo una crisis igual o peor que en España tienden a sustituir a aquellos otros oriundos de regiones en fase de recuperación. Lo estamos viendo, por ejemplo, con las migrantes rumanas, quienes tienden a sustituir a brasileñas y colombianas en muchos negocios del mercado del sexo. En relación con esto último llama poderosamente la atención el hecho de que no existan apenas estudios empíricos sobre la migración rumana en nuestro país, máxime teniendo en cuenta que ya constituyen el primer país de procedencia de nuestros inmigrantes, con cerca de novecientos mil migrantes censados24. En cuanto a las trabajadoras sexuales de esta nacionalidad la ausencia de estudios específicos es total, lo que contrasta también con su presencia muy significativa en el mercado del sexo nacional. Por otro lado, y en el marco de una nueva configuración de la economía mundial, cabe permanecer atentos a la posible reversión de algunos flujos migratorios, donde algunos países como Brasil o Colombia hasta hace poco fuertes emisores de migrantes hacia Europa, pueden, en cambio, actuar ahora en su calidad de economías emergentes como importantes focos de atracción de migrantes de los países del Norte. Con el mercado del sexo esta nueva configuración mundial cobra pleno sentido por ejemplo en el caso de Brasil con la próxima celebración del Campeonato Mundial de Fútbol en 2014 especulándose ya con la llegada masiva de trabajadoras sexuales a este país (Piscitelli, 2013) lo que está generando un vivo debate también en las instituciones gubernamentales. Por último, y de acuerdo con las reivindicaciones realizadas por otros investigadores sociales (Agustín, 2004; Piscitelli, 2013) sería muy deseable y fértil superar el paradigma de la victimización y poder incluir, sin complejos, a las trabajadoras sexuales migrantes en los estudios académicos sobre migración y el espacio transnacional, reconociendo así su papel de actores sociales y todo el potencial subjetivo de transformación social que poseen los migrantes de cualquier condición. Para dar este paso necesario deberemos de comenzar por abandonar prejuicios ideológicos y morales, y distanciarnos del etnocentrismo post-moderno. Un segundo reto pasa por hacer un esfuerzo que incluya redes de colaboración académica en el marco de las migraciones internacionales, complementando los estudios locales con los que ya contamos con nuevos estudios con un enfoque más amplio25. Sólo así avanzaremos en una comprensión más global de los continuos y rápidos cambios y transformaciones sociales que caracterizan a los procesos migratorios. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS Agustín, Laura (2004), Trabajar en la industria del sexo y otros tópicos migratorios, San Sebastián, Gakoa. Agustín, Laura (2009): Sexo y marginalidad. Emigración, mercado de trabajo e industria del rescate, Madrid, Editorial Popular. Azize, Yamila (2004), “Empujar las fronteras: mujeres y migración internacional desde América Latina y el Caribe” en Osborne (ed.), Trabajador@s del sexo. Derechos, migraciones y tráfico en el siglo XXI, Barcelona, Bellaterra. Bertaux, Daniel (2005), Los relatos de vida. Perspectiva etnosociológica, Barcelona, Bellaterra. Cohen, Stanley (2011/ v.o. 1972), Folk Devils and Moral Panics, London and New York, Routledge. Foucault, Michel (2005/v.o. 1976), Historia de la sexualidad. 1. La voluntad de saber, Madrid, Siglo XXI. Giménez, Carlos (2003), Qué es la inmigración, Barcelona, RBA. Glick Schiller, Nina; Basch, Linda y Szanton, Cristina (2009), “De inmigrante a transmigrante: aproximación teórica de la migración transnacional” en Sánchez (ed.), La Etnografía y sus aplicaciones. Lecturas desde la Antropología social y cultural, Madrid, Ramón Areces, pp. 325-354. Hurtado, Teodora (2011), Mujeres, Negras e Inmigrantes construyendo la ocupación de “proveedoras” de servicios afectivos y “vendedoras” de bienes erótico-amorosos en los espacios transnacionales, Tesis doctoral, México, Universidad Autónoma Matropolitana, División de Ciencias Sociales y Humanidades. Juliano, Dolores (2004), “El peso de la discriminación: debates teóricos y fundamentaciones” en Osborne (ed.), Trabajador@s del sexo. Derechos, migraciones y tráfico en el siglo XXI, Barcelona, Bellaterra, pp. 43-55. Kastner, Kristin (2008), “Cuerpo, corporeidad y migración. Nigerianas a ambos lados del Estrecho” en Solana y Acién (eds.), Los retos de la prostitución. Estigmatización, derechos y respeto, Granada, Comares, pp. 45-57. Kulick, Don (2003), “Sex in the New Europe: The Criminalization of Clients and Swedish Fear of Penetration”, |