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José López Riopedre jose.lopez@lugo.uned.es TRABAJO SEXUAL TRANSNACIONAL: CONSECUENCIAS DE LAS POLÍTICAS CRIMINALIZADORAS DE LA PROSTITUCIÓN Y DE LA CRISIS ECONÓMICA ESPAÑOLA SOBRE LAS TRABAJADORAS SEXUALES MIGRANTES TRANSNATIONAL SEX WORK: IMPLICATIONS OF CRIMINALIZING PROSTITUTION POLICY AND THE SPANISH ECONOMIC CRISIS ON MIGRANT SEX WORKERS RESUMEN El intenso flujo migratorio que ha caracterizado a la industria del sexo europea durante las últimas dos décadas se ha visto recientemente afectado por la grave crisis económica que sufren algunos países como España. En este sentido, muchas migrantes extracomunitarias con permiso de residencia español se están desplazando cada vez más a otros países de la Unión Europea como Francia, Italia o Alemania, ampliando de esta forma su campo de acción (desempeño de plazas) para el ejercicio de la prostitución. Esta tendencia hacia una mayor movilidad de las migrantes se puede perfectamente contextualizar en el propio dinamismo de la industria del sexo que opera a su vez en un mercado capitalista globalizado. Aún así, contrasta el hecho de que, con frecuencia, las migrantes viajen a lugares donde la prostitución se halla ampliamente criminalizada y perseguida, exponiéndose a sufrir las consecuencias de la violencia institucional. Es el caso, por ejemplo, de las migrantes brasileñas residentes en nuestro país que actualmente se dirigen desde España a Francia para trabajar allí. La existencia de un ordenamiento jurídico europeo muy contradictorio en torno a esta cuestión, a pesar de que el modelo sueco (abolicionismo radical) se está imponiendo en el resto de Estados, dificulta mucho el estatus ciudadano de estas migrantes, oscilando su condición jurídica entre el rol de “víctima” y el de migrante “irregular”. Mientras tanto, las migrantes deciden exponerse a una situación de mayor indefensión y a un ejercicio de la prostitución en peores condiciones ante las posibilidades de obtener un mayor beneficio económico. Este trabajo pretende abordar estos movimientos migratorios, al margen del excesivamente manido enfoque trafiquista, y reparando, en cambio, en las causas/consecuencias de los fenómenos apuntados. Con todo el material empírico reunido aquí, lo que pretendo demostrar es que, lejos del paradigma actual de sujeto pasivo víctima del tráfico, la trata y la explotación sexual, muchas de las trabajadoras sexuales migrantes obedecen más al influjo de una cultura migratoria y se comportan como auténticos agentes sociales en el marco de redes informales altamente transnacionalizadas y que interaccionan en un sector crecientemente criminalizado pero en constante evolución. PALABRAS CLAVE Trabajo sexual, migraciones, transnacionalidad, criminalización, crisis económica. INTRODUCCIÓN El carácter transnacional del trabajo sexual es una realidad inherente a la propia evolución de la industria del sexo durante las últimas dos décadas en el marco de la globalización capitalista, donde se insertan en el mercado todo el elenco de servicios profesionales de cuidado, afectivos y sexuales a terceros. Estudiosos de la dinámica de los mercados del sexo definen la transnacionalidad en este contexto como aquellos procesos a través de los cuales las personas cruzan las fronteras con el fin de ofrecer y consumir servicios sexuales, estableciendo relaciones complejas en diferentes lugares (Agustín, 2004; Piscitelli, 2013). Partiendo de esta premisa, y lejos de la visión esencialista y hegemónica de la prostitución derivada del paradigma trafiquista1 donde el discurso de la violencia de género y de la trata y la explotación sexual despojan hoy sistemáticamente a las trabajadoras sexuales migrantes de su capacidad de agencia, con este trabajo pretendo mostrar que los más recientes flujos migratorios de mujeres, hombres y transgéneros hacia la industria del sexo obedecen más bien a auténticas estrategias de movilidad social ascendente llevadas a cabo por las propias migrantes que no tanto a causas estructurales y deterministas como se argumenta insistentemente a partir de las posturas neo-abolicionistas2. Al superar la perspectiva teórica dominante que articula la llegada de inmigrantes en el contexto de un proceso de migración forzoso y/o coactivo auspiciado por el crimen organizado y colocar, en cambio, sobre la mesa el amplio marco de proyectos y estrategias migratorias de todos los agentes sociales, se amplifica nuestra mirada acerca de la realidad de un fenómeno migratorio complejo como el que pretendemos abordar. Un primer paso en este camino será el tratar de dejar atrás muchos de los prejuicios y valoraciones morales que por lo común empleamos al tratar el tema de la prostitución. A continuación, deberemos de hacer un esfuerzo por incorporar el discurso de las migrantes al debate y análisis teórico, desechando la victimización, y procurando un equilibrio con los resultados empíricos de nuestras investigaciones sociales. A partir de ahí podremos entonces hacer uso de interesantes herramientas teóricas como las redes informales o la cultura migratoria que nos ayudarán a obtener una visión más amplia, profundizando en la gestación de los proyectos de las migrantes, en las estrategias individuales y familiares de movilidad social, la diversidad de circunstancias concurrentes en la inserción en la industria del sexo, la complejidad de las causas, la movilidad social intra-sectorial, la constitución de cadenas migratorias o la redefinición del propio proyecto migratorio. Todo esto nos conducirá a observar la realidad de la prostitución en clave de trabajo sexual transnacional, en constante evolución y dinamismo, enfrentándose a las propias contradicciones internas y al constreñimiento jurídico-político externo a la vez que se adapta oportunamente a las actuales circunstancias económicas y sociales en la era de la globalización. La reivindicación de esta idea de las trabajadoras sexuales migrantes como agentes sociales constructores de su propia historia no es nueva, como lo es menos aún la defensa del papel activo de los migrantes en general. Así, y siguiendo a Ramírez: “El concepto de inmigrante que aquí manejamos es el de sujeto activo (actor social) que teoriza (interpreta) y practica sobre lo que vive, cómo y por qué lo vive, que asigna e intercambia sentidos con sus otros, que dispone de cierto margen de maniobra y decisión en determinadas esferas de su vida, que no es un mero reproductor pasivo de las sobredeterminaciones políticas y económicas que le imponen su situación” (Ramírez, 2007, p. 457). El reto, en cambio, sería contextualizar debidamente a las trabajadoras sexuales migrantes en la actual dinámica aparentemente contradictoria entre el auge de las políticas criminalizadoras de la prostitución y el incremento observado de la movilidad transnacional de esas mismas migrantes. En los actuales estudios sobre migraciones transnacionales la mayoría de las veces las trabajadoras sexuales permanecen en la invisibilidad, y no se les atribuye el merecido papel activo de actores sociales al quedar abducidas por el paradigma de la victimización. Esto ha levantado sendas críticas en relación con las trabajadoras sexuales que actúan efectivamente como jefas de hogar y que “optan por la migración como una estrategia de mantenimiento del hogar transnacional” (Oso, 1998) y por extensión hacia todas aquellas concepciones reduccionistas del carácter transnacional de los movimientos migratorios que no tienen en cuenta valores como la circulación de remesas económicas y otros bienes inmateriales entre diferentes países (Piscitelli, 2007; Riopedre, 2010). Las trabajadoras sexuales migrantes son, por derecho propio, migrantes transnacionales que cuentan con una cultura migratoria y que hacen uso constante de redes de apoyo durante sus desplazamientos, manteniendo un estrecho contacto con el núcleo familiar en sus países de origen y en sus principales lugares de destino en el caso de nuevos cruces de fronteras, utilizando las nuevas tecnologías, los intercambios y la ampliación de proyectos vitales en la acción de su “múltiple presencia” (Ribas, 2005), adaptándose a la dinámica y avatares de una industria del sexo global y desempeñando diferentes roles en la singularidad del espacio transnacional. MARCO TEÓRICO-METODOLÓGICO Durante mis investigaciones acerca de las dinámicas de la industria del sexo y los movimientos migratorios he venido consolidando una experiencia etnográfica global, donde el trabajo de campo se ha dilatado en el tiempo, a la vez que se ha des-localizado, principalmente entre España y Brasil, en lo que algunos ya han descrito antes como etnografía multi-situada (Marcus, 1995) y que yo he preferido transformar más bien en un particular biograma sobre el mercado del sexo donde las principales protagonistas son las trabajadoras sexuales, y cuya perspectiva emic he intentado integrar mediante la construcción de relatos biográficos (Bertaux, 2005) e historias de vida. A lo largo de este recorrido teórico-metodológico he querido también reconocerme en los enfoques de brillantes investigadoras como Agustín (2004) o Piscitelli (2007, 2013) que rehúyen de cualquier signo de esencialismo y enfatizan la complejidad de los procesos migratorios. Es desde esta perspectiva que las dimensiones de análisis conjugan los condicionamientos espacio-temporales con los distintos procesos estructurales convergentes en la globalización, las redes sociales y la cualidad de agentes activos de las migrantes como protagonistas que generan su propio discurso. Otras contribuciones teóricas más específicas en el campo del transnacionalismo como las de Oso (1998), Ong (1999) o Glick Schiller (2009) me han ayudado asimismo en la comprensión de estos procesos. Por otro lado, mi actual concepción de la sexualidad se ha ido construyendo en el tiempo de la mano del post-estructuralismo de Foucault, de teóricas queer y de importantes aportaciones desde el campo de la antropología de la sexualidad (Vance, 1989; Rubin, 1989; Nieto, 2011) y de la sociología interaccionista. En particular, algunas herramientas teóricas como el pánico moral (Cohen, 1972) o la sexualidad conducente (Nieto, 2011) son acreedoras de mi principal línea argumental acerca de la criminalización de la prostitución y los procesos de victimización. Mi relación personal con algunas de estas personas ha sido además un regalo del cielo que me ha permitido mantener vivo el diálogo académico, la colaboración activa y el intercambio de informaciones. Especialmente agradecido en este sentido me siento también con la Fundación Carolina que me otorgó una beca en 2012 como profesor visitante en el Núcleo de Estudos de Gênero-Pagu en la UNICAMP/Sâo Paulo, centro de investigación pionero a nivel mundial en cuanto a investigación social de los mercados del sexo, migración y tráfico de personas, brindándome así la oportunidad de conocer de primera mano el muy interesante trabajo de investigación social que allí se está desarrollando, al margen de poder continuar con mi trabajo de campo en ese país. Los datos que articulan este trabajo proceden de varias de mis investigaciones realizadas durante la última década con trabajadoras sexuales migrantes (Riopedre, 2004; 2010 y 2012) y cuyos resultados he venido a comparar con otros estudios recientes sobre mercados del sexo y migraciones transnacionales (Teixeira, 2008; Hurtado, 2011; Pisciteli, 2013), construyendo de esta forma un amplio material empírico que sustenta las argumentaciones que aquí se exponen. Asimismo, se incluyen nuevos datos procedentes de mis investigaciones en curso acerca de los procesos de victimización y de los movimientos transnacionales de las migrantes rumanas. REDES INFORMALES Y CULTURA MIGRATORIA El estudio de las redes para la migración cuenta con una larga tradición en ciencias sociales. En cierta forma, redes y migración son fenómenos conexos, aunque de lo que aquí se trata es de deslindar las redes organizadas de aquellas otras constituidas por grupos fraternales o solidarios, lo que convenimos en denominar como redes de apoyo o redes informales. Así por ejemplo, Dolores Juliano afirma que el recurrir a redes de apoyo ha sido siempre una estrategia común en cualquier proyecto migratorio y cita asimismo los estudios de autores como Gurak (1998) o Lomnitz (1998) quienes subrayan la importancia de todas estas organizaciones informales como vehículos de información para las migrantes (Juliano, 2004). Por su parte, Giménez Romero (2003) define las redes migratorias como un conjunto de personas y relaciones que se ocupan de facilitar apoyos al proyecto migratorio, ayuda en la que participan los propios familiares y los amigos de origen, del mismo país, región e incluso del mismo barrio o comunidad ya establecidos en el lugar de destino. La cuestión que aquí nos interesa es que en relación con el mercado del sexo el debate político y académico tiende a problematizarse, y las redes sociales de apoyo a la migración son tradicionalmente objeto de sospecha y criminalizadas, por lo cual el significado de la idea de transnacionalidad se conduce, la mayoría de las veces erróneamente, hacia el crimen organizado (Piscitelli, 2013). Sin embargo, los resultados obtenidos en diferentes estudios empíricos sobre trabajadoras sexuales migrantes avalan la importancia que adquieren las redes informales de apoyo a lo largo de todo el proceso del proyecto migratorio de estas personas. Así, por ejemplo, los estudios realizados por Oso y Ulloa (2001) con migrantes colombianas y ecuatorianas; Solana (2003) sobre trabajadoras sexuales migrantes en Andalucía; Agustín (2004) sobre las dinámicas de la industria del sexo mundial; Azize (2008) sobre las migrantes de la región del Caribe; Teixeira (2008) con travestis brasileñas en Italia; Pelúcio (2009) sobre la migración de travestis a España; Riopedre (2010) con migrantes brasileñas y colombianas; Hurtado (2011) con migrantes afro-colombianas; Pisani (2012) acerca de la industria del sexo en Asia; Vartabedian (2012) sobre migraciones de travestis brasileñas; Piscitelli (2013) sobre tránsitos de brasileñas en Italia y España, entre otros. En todos ellos se evidencia una preponderancia de la acción de las redes informales en los distintos procesos migratorios, destacando la intervención de familiares, amigos y conocidos en varias de las fases de esos procesos. No hay apenas conexiones con grupos organizados o mafiosos, sino que se trata de migraciones de tipo autónomo donde las redes establecen relaciones de solidaridad, proporcionando información, recursos, bienes, contactos, etc., haciendo viable el proyecto migratorio (Mestre, 2007). En muchos casos la ayuda prestada por estas redes informales es sin ánimo de lucro, aunque también hay situaciones en las que entre parientes se pactan préstamos con interés variable, por lo general más bajo que en el mercado. “Mi hermana ya empezó a llamarme y a decirme que viniese para España, que ella me iba a meter los papeles. Mi papá también se mostraba interesado en que viajase” (Ángela)3 “Yo llevaba mucho tiempo escuchando hablar de España a las compañeras. Unas hablaban de España, otras de Italia,… Entonces, un día una amiga me dijo que conocía a una mujer que le ayudaba para viajar a España. Yo le dije que, por favor, me la presentase” (Bárbara)4 Los motivos para viajar no son siempre los mismos. Junto a la presión de las circunstancias socio-económicas se evidencian también deseos subjetivos. Esta realidad aparece constantemente en las distintas trayectorias y narraciones de las migrantes, por lo que pretender reducir sus proyectos migratorios a las típicas constricciones estructurales equivale a deshumanizar a estas mismas migrantes. Como afirma Agustín: “Ser económicamente pobre no te hace pobre espiritualmente” (Agustín, 2004). De hecho, incluso en aquellas migraciones que categorizamos como económicas, no deja de existir una poli-motivación que engloba sueños, ansias de aventura, deseos de cambiar de rumbo en la vida, etc. “Cuando mi hija cumplió cinco años fue cuando yo empecé a pensar en la posibilidad de viajar a España. Yo conocía a una señora que había viajado a España y que luego volvió a Rondônia sólo para vender sus propiedades. Me contó que en España la vida era mejor, aunque era difícil encontrar trabajo. Yo le dije que estaba decidida a trabajar en cualquier cosa. Y mi matrimonio ya no tenía ningún sentido.” (Luana)5 “Entonces, cuando tenía veintiún años, comenzó a surgir en mi cabeza la idea de salir de Brasil y de viajar a Europa. Yo quería huir de todo aquello. Dejar atrás toda mi vida anterior.” (Marcela)6 “Esa idea de viajar la tuve siempre, ya desde cuando yo era una adolescente (…) Decidí finalmente venir a España en marzo de 2005. Ahí decidí que venía para acá con el objetivo de cambiar mi vida. Pensaba que las cosas serían más fáciles. Tenía en mente venir, trabajar, ganar dinero para pagar el billete y tal vez poder establecerme en España.” (Estefany)7 “A finales de febrero nos marchamos de Cádiz y viajamos en autobús hasta Lugo. Viajamos toda la noche. Me gusta viajar. Hasta que cumplí los diecinueve años yo no conocía nada. Fue cuando llegué a Europa que cambié mucho, y ahora me gusta conocer gente y cosas diferentes. Es mismo la aventura. Mi familia también fue percibiendo ese cambio. Para mí el venir a Europa me ha abierto muchas oportunidades y muchos caminos.” (Vivian)8 Durante mi investigación con migrantes brasileñas y colombianas (2010) la mitad de la muestra se correspondía con un modelo de migración autónoma y/o con apoyo de redes informales. En el resto de casos eran las propias migrantes quienes acudían voluntariamente a redes organizadas9 y establecían diferentes tipos de acuerdos con el fin de poder viajar y/o establecerse para trabajar en España. Incluso en estos últimos casos, las redes de apoyo se mostraron más tarde determinantes tanto para cambiar de lugar de trabajo como para cruzar nuevas fronteras. Así lo estamos observando ahora también con las trabajadoras sexuales migrantes con permiso de residencia español y que se están marchando a países como Francia, Italia o Alemania a hacer sus plazas o a establecerse allí de forma indefinida, donde los contactos de amigas y las cadenas migratorias preestablecidas no son sólo necesarios, sino que condicionan el éxito o fracaso de la aventura migratoria. “Desde el momento en que me marché de Lugo me instalé en Toulon. Allí me quedé un mes. Después me fui a Cannes y allí estuve trabajando con cuatro amigas, tres brasileñas y una argentina. Pero, no estuve todo el tiempo trabajando, sino que aproveché también para pasear, ir a la playa y conocer gente… Cannes tiene unas playas maravillosas. De Cannes me fui luego para Annecy, que es una población ya cerca de la frontera con Suiza, y allí me quedé un mes. Más tarde me trasladé a Dijon porque, ya sabes, cuando el trabajo baja tienes que marcharte y buscar lugares mejores para trabajar, sino te estancas. En Dijon estuve trabajando durante un mes y después tomé la decisión de tomarme unas pequeñas vacaciones en Suiza. Quería conocer Ginebra y me fui de viaje con tres amigas. Ginebra es una ciudad muy bonita, tiene un montón de parques y espacios públicos hermosos para pasear y quitar fotos.” (Silvia)10 En síntesis, el hecho de recurrir a redes informales de apoyo y a contactos de amigas y conocidas con experiencia previa en los lugares de destino constituye una práctica muy habitual entre las migrantes que se ocupan en la industria del sexo transnacional. Por otro lado, esta misma experiencia puede ser la expresión de un conjunto de prácticas de los sujetos migrantes en lo que podríamos categorizar como una verdadera cultura migratoria. De hecho, muchas de las migrantes que llegaron a España durante la última década traían consigo el peso de una fuerte tradición migratoria, bien sea en el sentido de migraciones internas de zonas rurales del interior a los principales núcleos urbanos o incluso de anteriores migraciones internacionales antes de recalar en nuestro país. Esta tradición migratoria puede verse también reforzada a través de la movilidad intrínseca al mercado del sexo global, con lo cual las migrantes tienden a cruzar las fronteras y a vivir en un clima cosmopolita (Agustín, 2004). En el estudio realizado con migrantes colombianas y brasileñas (Riopedre, 2010) un tercio de la muestra ya se habían ocupado en el mercado del sexo en sus países de origen. Los más recientes estudios de Hurtado (2011) y Piscitelli (2013) corroboran estos mismos resultados. Así, algunas de estas mujeres se desplazaron antes de viajar a Europa a países como Argentina, Venezuela o Guayana, mientras otras viajaron directamente a Europa pero antes de llegar a España permanecieron durante un tiempo trabajando en Portugal o Suiza. En cualquiera de estos desplazamientos las migrantes recurren al auxilio de sus redes informales. “Mi novio me agobiaba demasiado. Él era muy celoso y entonces decidí, con dieciocho años, marcharme con una amiga para la Guayana francesa. Estuvimos en Kourou durante unos cinco meses. Ahí fue que empecé a prostituirme, y también cuando experimenté con drogas duras como el crack.” (Flávia)11 “Luego conocí a una chica en mi país y me aconsejó que me metiera en la prostitución. Ahí estuve durante ocho años trabajando en la prostitución en Colombia. Me marché para Bogotá. El dinero alcanzaba sólo para sobrevivir. Y entonces decidí viajar a España.” (Natalia)12 “En la Langestrasse trabajé muy bien, tanto que pude alquilar un apartamento de mil seiscientos francos. Un apartamento para mí sola. En aquella época en la Langestrasse todas las prostitutas nos colocábamos en diferentes puntos en la calle.” (Vivian)13 “Existen casos de engaño en la prostitución. Pero, la mayoría de las mujeres que vienen a prostituirse a España ya se prostituían en Brasil. Para ellas viajar a Europa es como dar el salto a la universidad. Una prostituta en Brasil ya gana mucho dinero. Pero, las que vienen aquí a España, a Italia, a Portugal vienen para ganar el triple. Algunas tienen casas y negocios en Brasil y vienen aquí para sufragar los gastos y pagar las deudas.” (Bia)14 Desplazamientos similares se observan asimismo en las migrantes del Este de Europa. Tradicionalmente los movimientos migratorios de este colectivo sufren la estigmatización de mostrarse públicamente a través de los medios y de las instituciones siempre condicionados al crimen organizado, sin embargo, las entrevistas realizadas con trabajadoras sexuales rumanas y ucranianas contradicen este estereotipo. Muchas rumanas ejercen hoy su actividad transnacional entre Turquía, Italia y España15. “Antes de venir a España trabajé también en Turquía con mi hermana y una amiga. Allí no es como aquí, el trabajo es más en hoteles y tienes que vestir bien. Muchas amigas rumanas también viajan a Italia, allí se trabaja en la calle y se puede ganar mucho dinero.” (Elena)16 “Yo ya había trabajado antes en la prostitución. Antes de decidirme a venir a España trabajé en Hungría y también en Alemania, siempre en clubes.” (Alexandra)17 Al igual que en el caso de las migrantes del este europeo, existen otros colectivos ampliamente victimizados como las trabajadoras sexuales nigerianas y marroquíes que viajan a Europa y que en muchos casos no recurren a redes organizadas, sino que lo hacen de forma autónoma o bien se sirven de redes familiares de apoyo. Así, he podido encontrar en Galicia a mujeres de Casablanca y de Benin City que se corresponden con este modelo de migrantes transnacionales. El estudio de Kastner (2008) acerca de las migrantes nigerianas establecidas en Andalucía menciona también la existencia de un flujo de migración autónoma para este colectivo18. Todas estas migraciones transnacionales guardan también relación con la propia cronología de las diferentes corrientes migratorias, siendo entonces que a mayor tiempo de permanencia en el lugar de destino, mayores posibilidades de consolidar redes de apoyo. Esto lo hemos visto, por ejemplo y para el caso de Galicia, con la sucesión de los flujos migratorios de dominicanas en los ochenta, colombianas en los noventa y brasileñas en la última década, relevo migratorio que ha modificado también el panorama étnico en la industria del sexo regional (Riopedre, 2012). Así, una de las últimas corrientes migratorias en la comunidad gallega ha sido la de migrantes paraguayas, situación que explica en parte la dependencia todavía de este reciente colectivo de redes organizadas para la migración. Y en el caso de las marroquíes, la fuerte implantación de este colectivo en España favorece la emergencia de las redes solidarias de apoyo a la migración. Por último, las circunstancias de creciente criminalización y clandestinidad del mercado del sexo, por su parte, revalorizan aún más la importancia de este tipo de redes, cuya ayuda e información resulta vital para que las trabajadoras sexuales puedan sortear los numerosos obstáculos a que se enfrentan durante el desempeño de su actividad. Esto se observa bien ahora con las transmigrantes brasileñas que se desplazan desde España a Francia para trabajar allí en la prostitución. |