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FICHA DE LENGUA 2012 Jóvenes con la esperanza en el campo noviembre 5, 2012 | i VICENTE PÉREZ | El Rosario Más de la mitad de los jóvenes canarios está en paro y el panorama para los que buscan trabajo es desalentador. Algunos ya han decidido emigrar, otros han tenido que volver al hogar paterno para sobrevivir; pero también hay quienes no tiran la toalla y quieren intentar el autoempleo. Es el caso de Ángel Domínguez, de 33 años, pastor de ovejas; y Cristian Gil, de 25 años, apicultor, ambos en paro y residentes en La Esperanza (municipio de El Rosario), y a quienes une una aspiración común: salir de la cola del paro y poder vivir del sector primario. Admiten que no les va a resultar fácil, pero no tienen nada que perder y van a luchar. “Yo no quiero enriquecerme, solo tener un sueldo para sobrevivir, y con cien ovejas puedo lograrlo, incluso sin subvenciones públicas, como hacen muchos”, afirma Ángel, cuya esposa, María Guacimara Pérez, de 30 años, también comparte el gusto por el oficio. Para esta joven pareja, la actividad ganadera no es nueva. Él ya pastoreaba cabras desde chico, con apenas 12 años, cuando dejó los estudios, y ella lleva el oficio en las venas, pues sus padres se dedican al sector. Ángel asegura que en la isla ya hay pocos pastores. “Solo queda uno en Llano del Moro, con 80 ovejas; otro en Las Barreras, con 60, y otro en La Laguna, con 30, y dicen que en el Sur hay uno con una manada de 300, pero es un oficio que se está perdiendo”. Este ganadero vende la leche y hace queso para autoconsumo, mientras que la lana no tiene quién se la compre, y a veces hasta la ha tenido que tirar. Cristian también se quedó en paro hace dos años. Estudió un módulo de electricidad pero se dedicaba a dar clases de folclore musical canario en asociaciones de vecinos hasta que sus alumnos, por la crisis, ya no tenían para pagarle. Ahora, siguiendo las enseñanzas de su padre, que también fue apicultor, confía en las abejas su futuro. “Le he cogido cariño al oficio, y si la economía sigue así, me gustaría vivir de esto, aunque son muy pocos los que lo logran”, señala este joven esperancero. Él, como Ángel, como María, y como otros jóvenes del campo, no pierden La Esperanza, que para ellos vuelve a estar verde. TAREAS
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