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El resurgir de la deuda y unas finanzas asfixiadas“Somos complementarios con China, ellos tienen exceso de liquidez y escases de hidrocarburos, nosotros tenemos exceso de hidrocarburos y escases en liquidez. China financia a Estados Unidos, y pudieran sacar del subdesarrollo a Ecuador. […]” Rafael Correa (02/2012) En los últimos años la economía del país, y muy en particular su “aceite” -el dinero- se ha mantenido en marcha gracias a los dólares provenientes del endeudamiento externo, como complemento de los estancados ingresos petroleros y más aún cuando se produjo su acelerado descenso. Fiel muestra de este comportamiento es el fuerte crecimiento que ha experimentado ese endeudamiento en menos de dos años. Para marzo de 2010, luego de la recompra de bonos, el saldo de la deuda externa fue de 7.658 millones de dólares (11% del PIB). Luego la deuda mostró un crecimiento acorde al desempeño económico, hasta llegar, en marzo de 2014, a un saldo de 12.900 millones (12,8% del PIB). Desde entonces, hasta agosto de 2015, la deuda externa se ha disparado abruptamente creciendo en un 58%, llegando a un saldo de 20.382 millones de dólares (20,4% del PIB). El Gobierno se ha visto altamente presionado a endeudarse para sostener el ritmo de sus inversiones y gastos, transformados en el motor de la economía. Estas inversiones y estos gastos eran indispensables, además, para sostener altos los niveles de consumismo12, sobre los que basa gran parte de su popularidad el presidente Correa. Por eso, con anticipación y sobra de razón, Paco Rohn anticipó que cuando ya no pueda sostener Correa el consumismo, entrará en crisis política. Incluso hay que anotar que esta expansión fiscal, realizada muchas veces sin una adecuada planificación (como en el subsector eléctrico) y con elevados niveles de ineficiencia y corrupción, se enmarca en lo que se conoce como “ciclo político de la economía”. En estos ciclos, los gobiernos, muchas veces atrapados por lógicas electorales, toman o dejan de tomar decisiones en función de sus cálculos políticos. Esto termina por agravar los problemas posteriormente. Ecuador ha vivido, desde el año 2007, con varios procesos electorales y referéndums, un prolongado ciclo político que ha incidido en el manejo económico. Volvamos al endeudamiento agresivo del último tiempo. Actualmente el principal acreedor de la deuda externa ecuatoriana es China. La deuda con este país, al mes de agosto de 2015, fue 5.432 millones de dólares. El siguiente acreedor de la deuda es el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), con un saldo de 3.955 millones de dólares. Sigue la Corporación Andina de Fomento (CAF) con un saldo de 2.776 millones. A estas deudas cabe agregar los pagos pendientes por preventas petroleras, que al mes de julio de 2015 representan un saldo por pagar de 1.666 millones de dólares13; y la preventa de 116,4 millones de barriles de crudo a la empresa PTT de Tailandia a cambio de un desembolso de 2500 millones de dólares a una tasa de interés promedio del 7%, a 5,5 años plazo, de los cuales se desembolsarían 635 millones de dólares en 2015. Junto con estas deudas también consta una emisión de bonos soberanos 2014 de 2 mil millones de dólares, a diez año plazo con una tasa de interés del 7,95% y dos emisiones de bonos soberanos 2020 por 750 millones de dólares, a cinco años plazo, con una tasa del 10,5% (real del 13%, en la medida que el Estado habría recibido apenas 700 millones netos) la primera colocación y la segunda a una tasa de rendimiento del 8,5%14; tasas extremadamente altas que demuestran la dificultad del país de acceder a créditos internacionales. Dificultad que, como van las cosas, podría intentarse sobrellevar por medio de la obtención de créditos de instituciones propias del capitalismo neoliberal, como el Fondo Monetario Internacional (FMI). De hecho el Ecuador ya retornó al redil del FMI y del Banco Mundial en el año 2014. Una tabla de salvación han sido las remesas que envían nuestros compatriotas que trabajan en el exterior. Entre 2007 y 2014 han ingresado al país en total aproximadamente 21 mil millones de dólares por concepto de remesas de los migrantes: una cuarta parte de los 84 mil millones percibidos por exportaciones petroleras en el mismo período, pero mayor que los 16 mil millones de dólares obtenidos por exportaciones de banano, el segundo rubro de ventas externas del Ecuador. Tales remesas, que provienen del exilio económico de miles de ecuatorianos, son, sin embargo, menores a los fondos que el país ha pagado al extranjero por rentas de las empresas extranjeras (salarios y capital), así como por la importación neta de servicios, que entre 2007 y 2014 fueron de 22 mil millones de dólares. Es decir, el desangre de dólares de la economía nacional habría tenido proporciones mucho mayores (y la actual crisis sería mucho más grave) si no fuera por el aporte de nuestros compatriotas en el exterior. Una vez más dichas remesas aparecen como tabla de salvación de la economía nacional, tal como sucedió durante la grave crisis del tornasiglo y luego cuando se impuso la dolarización. Conociendo esto, es desalentador conocer que en el primer semestre de 2015 las remesas se contrajeron un 8,6% en comparación al primer semestre de 2014. En la actualidad, atravesamos una situación compleja reflejada en el estrangulamiento de las cuentas externas, que se intenta enfrentar con un -cada vez más costoso- endeudamiento externo. Uno de los resultados de la contracción de los ingresos monetarios en la economía se presenta bajo la forma de déficits fiscales crecientes. Mientras en 2007 el sector público no financiero poseía un excedente de 970 millones de dólares, para 2014 terminó con un déficit de más de 5 mil millones de dólares. Para el primer semestre de 2015, el déficit fue de 580 millones. Aquí se refleja especialmente la caída de los ingresos petroleros. Pero a pesar de esta reducción de los ingresos del Estado, llama la atención que no haya existido una mayor presión tributaria a través de impuestos directos, como el impuesto a la renta. Sobre todo con un gobierno que se precia de ser socialista. En concreto, para 2007, 2014 y el primer semestre de 2015, el sector público no financiero ha obtenido sus ingresos en el siguiente orden de importancia (sin tomar en cuenta los ingresos por contribuciones a la seguridad social): - Ingresos petroleros: 28% (2007), 32% (2014) y 24% (primer semestre del 2015) respectivamente; - Impuestos al valor agregado: 23%, 19% y 21%; - Impuestos a la renta: 14%, 12% y 16%; - Otros impuestos (impuesto a consumos especiales, aranceles, etc.): 9%, 11% y 14%; - Superávit de empresas públicas: 7%, 12% y 6%, respectivamente; - Otros ingresos (no tributarios, transferencias corrientes, ingresos no operacionales y de autogestión, etc.): 18%, 14% y 17% respectivamente. Según estos datos el IVA, un impuesto indirecto y por lo tanto regresivo, se mantiene como prioritario en cuanto a ingresos tributarios. A su vez, esto ratifica que el impuesto a la renta no ha sido utilizado como una herramienta para construir una sociedad más equitativa. Es más, como reacción directa a la crisis, existe incluso la posibilidad de que este impuesto disminuya dependiendo de los últimos acercamientos del gobierno con algunas facciones de la burguesía local. De hecho, en un contexto de crisis, lo justo y socialmente aceptable sería que los grupos económicos con mayores ingresos soporten de manera creciente el peso de la crisis en vez de trasladarlo al resto de la población. Así, quienes más se beneficiaron en la época de la bonanza deben aportar más en la crisis. Y por cierto, debe ser la norma que quien más gana y más tiene, más debe contribuir para el financiamiento de la inversión y gasto fiscales. El endeudamiento externo agresivo o las medidas parche -como los proyectos de ley de herencia o plusvalía no son las respuestas más adecuadas.15 Este tipo de reformas no son suficientes para impulsar la redistribución de la riqueza, que no ha sido la meta de este gobierno que se presenta como revolucionario. |