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La herencia económica del correísmo Una lectura frente a la crisis Alberto Acosta, John Cajas Guijarro1 5 de octubre del 2015 “El gobierno de la revolución ciudadana ha perdido el horizonte utópico andino y más bien ha fortalecido un estado desarrollista e insertado en el capitalismo global”. Ramiro Ávila Santamaría Una nueva y peligrosa crisisSe avizoran tiempos de crisis en el Ecuador. El propio presidente Correa, que exultaba optimismo hasta hace poco, ya anticipa la posibilidad de un decrecimiento. Luego de una larga expansión, el país entra en una etapa de dificultades que desnudan, por un lado, el poder burgués concentrado en el correísmo y, por otro, la fragilidad de su manejo económico, presentado en su momento como “el milagro ecuatoriano”. Tanto que el propio presidente reconoce ahora que no puede hacer milagros... La crisis posee algunos factores externos que, evidentemente, no dependen del correísmo (caída en precio del petróleo y apreciación del dólar, por ejemplo). De hecho, desde una lectura totalizadora, el sistema capitalista mundial está entrando en una situación complicada que brinda las condiciones para una nueva crisis financiera y económica. Basta con ver el hundimiento que ha sufrido el mercado bursátil chino, la fuerte devaluación del yuan (quizá intentando reanimar a las exportaciones chinas y contrarrestar la desaceleración), e incluso la decisión de EEUU de mantener sus tasas de interés cercanas a cero, a pesar de que para septiembre de este año se esperaba que las tasas finalmente iban a aumentar Todo esto crea nuevas incertidumbres sobre las expectativas de crecimiento de la economía mundial.2 Dado este contexto nada alentador, constatamos que luego de casi nueve años el correísmo no logró sentar las bases para que en el Ecuador se construya una economía diferente, que sobrelleve de mejor manera las condiciones externas desfavorables. Menos aún impulsó la construcción de una economía que comience a superar el extractivismo. Es decir que fuera internamente más sólida e incluso pueda transitar hacia el Buen Vivir o sumak kawsay. En lo político, el Gobierno concentró el mando en un solo individuo -el gran condotiero en palabras de Gramsci- que, embebido en su poder, busca imponer sus criterios personales como socialmente aceptables (pero, a la final, alineados siempre a intereses burgueses, inmersos todavía en estructuras oligárquicas). A su vez se construyó una tecno-burocracia dócil y activa, que normaliza, disciplina y ordena a la sociedad (ejemplo de esto es el Código Orgánico Integral Penal, como lo menciona Ramiro Ávila3). De hecho en el Ecuador se ha consolidado un régimen bonapartista, como se demostró en el balance crítico del Gobierno de Rafael Correa, realizado por varios investigadores de la Universidad Central del Ecuador. En la fase de expansión económica, el correísmo alcanzó una pax social sostenido en un consumismo masivo y transformando en objetos de marketing a conceptos clave: “izquierda”, “revolución”, “socialismo”, “Buen Vivir”, “Derechos de la Naturaleza”, etc. Simultáneamente trató de invisibilizar la lucha popular contra la modernización capitalista y utilizó al extractivismo para financiar la creación de infraestructura y fomentar el mencionado consumismo. Aún antes de la llegada de la crisis, esa pax social empezó a quebrantarse. El malestar comenzó a crecer entre los sectores populares y paulatinamente incluso al interior de la burguesía; tengamos presente que una gran parte de la votación de Correa proviene de la derecha, la cual respaldó electoralmente al régimen en tanto este mejoró su capacidad de poder adquisitivo, pero que ahora ya no se encuentra satisfecha. Incluso la propaganda ya no bastó para ratificar la validez de la “Revolución Ciudadana” (recordemos la derrota electoral del 23 de febrero de 2014 a pesar de la intensa propaganda desplegada especialmente en Quito), Y como hemos visto a raíz de las masivas movilizaciones populares, cada vez más se pone en cuestionamiento la legitimidad del correísmo, cuyos rasgos autoritarios fueron desnudados hace un tiempo atrás. El Gobierno intenta sobrellevar su debilitamiento con medidas represivas de todo tipo -llegando hasta intentar controlar el humor de los caricaturistas- sin dejar de minimizar, silenciar, agredir y hasta encarcelar a sus opositores. El correísmo abandonó pronto cualquier propuesta revolucionaria, lo cual se ratifica en el “arrepentimiento” del caudillo sobre la inclusión del Derecho a la Resistencia en la Constitución. Más aún, en este contexto de crisis económica corremos el riesgo de volver a transitar por una senda bastante penosa, pero conocida durante “la larga noche neoliberal”4. Eso también forma parte de la herencia económica que nos dejará el correísmo, la cual ya se hace ver incluso con la propuesta (a la final privatizadora) de venta al sector privado de las comercializadoras de gasolina de la empresa estatal Petroecuador. Aunque muchos no lo acepten, pues quizá estén todavía confundidos por la propaganda oficial o porque añoran un régimen abiertamente neoliberal, la (ahora mal llamada) “revolución ciudadana” busca modernizador y sostener al capitalismo. Como respuesta, los sectores populares, trabajadores, indígenas, ambientalistas y, en general, las izquierdas, se han movilizado especialmente por medio de la protesta social y la resistencia. Acorde a esta reacción, las izquierdas deben plantear alternativas que expresen el sentir de la lucha popular. Analizar esta coyuntura y proponer algunas ideas gruesas de política económica para enfrentar estructuralmente la crisis es el principal objetivo del presente artículo. |