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Un período de expansión agrícola Hacia fines del siglo XI, la producción agrícola comenzó a incrementarse. Este fenómeno se debió, por un lado, a la incorporación de nuevas técnicas agrícolas. Hubo tres innovaciones importantes:
De todos modos, la causa principal del aumento de la producción de alimentos fue la extensión de la frontera agrícola, que se llevó a cabo a través de las roturaciones. Este proceso se debió a la necesidad de los campesinos de garantizar su propia subsistencia, al mismo tiempo que debían pagar tributos cada vez más altos a los señores feudales. Por tanto, comenzaron a extenderse sobre los bosques, los talaban para aumentar la superficie cultivable y, en consecuencia, incrementaron la producción agrícola. En un comienzo, las roturaciones fueron impulsadas exclusivamente por los campesinos, quienes lograron de este modo aumentar su cantidad de alimentos. Pero, a partir del siglo XIII, la roturación de nuevas tierras se convirtió en una empresa encabezada por los señores feudales. Una vez que se dieron cuenta de que una mayor superficie cultivable equivalía a recibir más productos de los campesinos en calidad de tributos, los señores decidieron instalar hombres y mujeres en tierras distantes y otorgarles recursos para que pudieran desecar pantanos, talar bosques y preparar los terrenos para hacerlos aptos para los cultivos. Con el aumento de la producción agrícola, la alimentación mejoró y las hambrunas y enfermedades disminuyeron. Por ello, la población creció enormemente: pasó de 42 millones en el año 1000 a 73 millones hacia 1300. La expansión agrícola dio lugar a una reactivación del comercio. Al incrementarse el número de habitantes, aumentó la demanda, incluso la de los productos suntuarios o de lujo requeridos por los señores. De esta manera, la economía rural y cerrada, propia de la época feudal, se transformó gradualmente en una economía abierta y comercial. Apareció un personaje nuevo, el mercader, quien en las ferias vendía productos traídos de lugares lejanos. Las ferias eran los lugares de intercambio de mercaderías. Se ubicaban en los cruces de caminos o en las márgenes de los ríos navegables. Las más importantes fueron las de la región francesa de Champagne. La industria también progresó, especialmente la textil. La fabricación de paños mejoró gracias a innovaciones como el batán o molino pañero (máquina que transformaba un tejido abierto en otro más tupido), el torno y el telar a pedal. Las rutas comerciales Los productos se transportaban por tierra (en carros) y, sobre todo, en barco, a través de los principales ríos y mares. Había dos grandes rutas marítimas.
La economía monetaria La expansión del comercio impulsó la monetización de la economía ya que, para facilitar las transacciones comerciales, hubo que acuñar monedas de oro y plata. Otro factor que alentó el uso de monedas fue la reconversión de los tributos que los campesinos debían abonar a los señores feudales. En el pasado, estos aceptaban el pago de esas cargas en trabajo y especies como grano, ganado y artesanías. Pero cuando comenzaron a venderse en Europa paños de seda, perfumes y joyas de Oriente, los señores necesitaron dinero en metálico para comprarlos. Así, comenzaron a presionar a los campesinos para que les abonaran los tributos en monedas de plata. ¿Y de dónde obtenían monedas los campesinos? De los excedentes de sus cosechas que comercializaban en los mercados. Por otra parte, el aumento del comercio supuso la aparición de nuevas técnicas bancarias y financieras en Europa. Muchos viajes comerciales eran muy costosos y empezaron a financiarse a crédito. Para evitar los robos, se establecieron las letras de cambio, que hacían innecesario viajar con dinero en metálico. 3. El resurgimiento de las ciudadesEn Europa, las ciudades habían entrado en una fase de decadencia después de la crisis del Imperio romano, pero a partir del siglo XIII entraron en una nueva etapa de desarrollo y resurgió la vida urbana. En algunos casos se trataba de antiguas ciudades que, tras siglos de abandono, volvían a cobrar nueva fuerza, reanimadas por el crecimiento demográfico y económico. En otros, eran ciudades de nueva creación, surgidas cerca de un castillo o un monasterio, o en las cercanías de los cruces de caminos y las rutas comerciales más transitadas. Al comienzo, las ciudades medievales eran pequeñas y solo acogían a unos pocos miles de habitantes. Pero en el siglo XIII muchas alcanzaban ya los 10.000 habitantes y las mayores tenían unos 50.000. Las más grandes eran París, las ciudades de los Países Bajos (Brujas, Gante) y las del norte de Italia (Génova, Florencia, Venecia). Las ciudades combinaban funciones administrativas, económicas y culturales, pero lo que más las distinguía eran las actividades artesanales y comerciales. Las causas del crecimiento El crecimiento de las ciudades se debió a varios motivos. Con las nuevas técnicas agrícolas se necesitaban menos campesinos, y muchos tuvieron que emigrar a las ciudades para buscar trabajo. Además, como leíste, el comercio se reactivó y muchos mercaderes se instalaron en las ciudades, en donde tenían lugar los mercados. Los campesinos de los alrededores iban una vez por semana a la ciudad a vender sus productos y allí compraban otros que necesitaban. Algunas ciudades llegaron a ser importantes centros de comercio regional e incluso internacional. En general, ofrecían mejores condiciones de vida, porque no estaban bajo el control de los señores feudales y todos sus habitantes eran libres. Por eso, muchos campesinos emigraron a las ciudades escapando de la servidumbre, en busca de mayor libertad. Cada ciudad tenía su propio gobierno, el ayuntamiento, que estaba dirigido por un alcalde. |