El papel de la educación en el pensamiento económico1






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2. A. LOS TEÓRICOS DEL CAPITAL HUMANO



La consolidación de la teoría del capital humano esta relacionada con el trabajo de economistas como Solow, Denison, Griliches, Jorgenson, Schultz, Harbison Y Myer, quienes centraron su atención en la educación como insumo del crecimiento económico y el <>. Y de Hansen, Becker, Hanoch, Blau, Gounder, Duncan, Maso, Hause, Carnoy, Blaug, Mincer, Eckhau y Chiswick quienes pusieron énfasis en la relación educación-productividad (Moreno; 1995: 6). Cabe señalar que muchos de estos economistas se apoyan teóricamente en la teoría del capital y crecimiento que incorpora la importancia del capital humano:
Robert Solow, en diferentes trabajos, analizó las variaciones en el producto per capita debidas al cambio técnico y la disponibilidad de capital per capita e incorporó el “residual” en la medición de la productividad.
Solow definió a la función de producción agregada como: Q = F ( K, L, t) donde: Q = producción, K = insumo de capital, L = insumo de mano de obra, K y L en unidades físicas, y t representa el tiempo y aparece en F para considerar el cambio técnico.
Solow utiliza el concepto "cambio técnico" para referirse a cualquier clase de desplazamiento de la función de producción. Los retardos, las aceleraciones, las mejoras en la educación de la fuerza de trabajo, y toda clase de cosas, aparecerán como "cambio técnico". Así, el "cambio tecnológico" representa la parte del crecimiento del producto que no es "explicable" por el incremento de los insumos. Como ya se señaló anteriormente, Solow incluye el mejoramiento en la educación de la fuerza de trabajo en el "cambio técnico".
Con respecto a la contribución de la mejor calidad de la fuerza de trabajo, Solow sugiere que podría manejarse introduciendo diversos niveles de mano de obra calificada como insumos separados.
Edward Denison, por su parte, centró su atención en la educación como insumo del crecimiento económico y señaló que al hablar de progreso tecnológico incorporado en capital físico no se estaba haciendo otra cosa que referirse a cambios en la calidad de los bienes de capital. Una analogía puede hacerse en relación con los seres humanos, las destrezas y habilidades adquiridas están incorporadas al ser humano y posiblemente aumentan su calidad como productor.
Denison, en su trabajo sobre el crecimiento económico de los Estados Unidos, señaló que el crecimiento de la producción potencial depende de los cambios en la cantidad y la calidad de la mano de obra y el capital disponibles, del adelanto de los conocimientos y de factores similares. Mientras que la razón de la producción efectiva a la potencial está gobernada, sobre todo, por la relación entre la demanda agregada y la producción potencial.
Por otra parte, Denison señaló que la estimación de la contribución del avance de los conocimientos se obtiene como un residuo teniendo la debilidad acostumbrada de los residuos. Sin embargo, después de realizar las pruebas econométricas, encontró que este "residuo" no explicado por ninguno de los dos factores de la producción se entendía si se consideraban las mejoras cualitativas en la fuerza de trabajo proveniente de la educación.
Las conclusiones de Denison fueron corroboradas por los resultados de Schultz, quien en 1963 realizó una comparación entre las tasas de retorno de un dólar invertido en educación y de uno invertido en capital físico. La conclusión fue que la rentabilidad del dinero invertido en recursos humanos es tan o más grande que la rentabilidad del capital físico. Por lo tanto, Schultz propuso que la educación no debería considerarse como una actividad de consumo sino como una inversión que obtiene tasas muy altas de retorno, comparables con las del capital físico.
Con T. W. Schultz, se establece la rama de la ciencia económica denominada economía de la educación, la cual tiene como concepto fundamental al capital humano:
“Propongo tratar la educación como una inversión en el hombre y tratar sus consecuencias como una forma de capital. Como la educación viene a ser parte de la persona que la recibe, me referiré a ella como capital humano” (Schultz; 1981: ).
T. W. Schultz señaló que los factores decisivos para el mejoramiento del bienestar de la población, en especial de los pobres son el mejoramiento de la calidad de la población y los adelantos en el conocimiento. Para este economista el hombre tiene la capacidad y la inteligencia suficientes para reducir su dependencia de la tierra y de las fuentes de energía.
“En tanto que la tierra per se no es el factor crítico en la cuestión de la pobreza, el agente humano si lo es: la inversión en el mejoramiento de la calidad de la población puede aumentar significativamente las perspectivas económicas y de bienestar de los pobres. La atención a los niños, la experiencia laboral y doméstica, la adquisición de información y de habilidades mediante la escolarización, y otras formas de inversión en sanidad y escolaridad pueden aumentar la calidad de la población”. (Schultz, 1981: 17)
Para Schultz el factor trabajo no es homogéneo, los recursos humanos tienen diferentes características que se reflejan en diferentes calidades. Y la calidad consiste en diversas formas del capital humano. La calidad de población tiene un valor económico, por lo tanto su adquisición impone un coste. En ese sentido el tipo y monto de calidad adquirida a lo largo del tiempo depende de la relación entre las ganancias obtenidas de la calidad adicional y el coste de adquirirla.
Dado que la contabilidad del capital humano incluye las inversiones que significa el adiestramiento en el lugar de trabajo, que son grandes, además de los costes y rendimientos de la migración y las inversiones destinadas al mejoramiento sanitario, la educación es probablemente el factor más importante en este contexto. (Schultz, 1981: 79).
Myer Fritz Machlup, publicó en 1962 un estudio sobre la producción y distribución del conocimiento en los Estados Unidos. Para este economista <> e <> presentan pocas diferencias, y en su obra toda información es conocimiento.
“La producción del conocimiento es una actividad económica o una industria, si se quiere” Fritz Machlup, (1962) The production and distribution of knowledge in the United States, Princeton University Press, Princeton N. J., Pág. 9.
El estudio de Machlup descansa en la proposición de que el conocimiento es un componente importante y creciente en la actividad económica de los Estados Unidos; que este conocimiento afecta la productividad de los factores de la producción, y que los efectos de tal conocimiento pueden ser identificados y medidos, analizando las industrias y ocupaciones apropiadas.
En 1970 publicó su obra Education and economic growth, University of Nebraska Press, Lincoln. En ella plantea que la educación puede considerarse como consumo, inversión, pérdida de tiempo o estorbo. Cuando se disfruta de la lectura o de la observación de una obra de arte, la educación es consumo; cuando la educación sirve para mejorar la posición económica o social, es una inversión; cuando no sirve para el disfrute o mejoramiento, es una pérdida de tiempo; y cuando la educación recibida hace incompatibles los gustos y preferencias con las oportunidades de empleo, es un estorbo o impedimento.
Machlup señala que cuando se comparan grupos con distinta cantidad de educación, hay que tener en cuenta un gran número de variables que pueden alterar los resultados. La edad, el sexo, el color, el origen étnico, el origen social, la experiencia son fáciles de apreciar por los datos censales; pero hay otros factores que son más difíciles, como son los antecedentes familiares y relaciones y conexiones con personas influyentes. Pero el factor más difícil de considerar es la separación entre las habilidades natas e impulso personal, con las habilidades y actitudes adquiridas por la educación.
Gary S. Becker, profesor de Economía de la Universidad de Columbia, señala que el origen de su investigación se debe a la comprobación de que tras tener en cuenta el crecimiento del capital físico y del trabajo aún queda por explicar una parte importante del crecimiento de la renta en los Estados Unidos y al énfasis con que algunos economistas insisten en la importancia de la educación como factor de desarrollo económico.
Becker, en su libro Human capital: A theoretical and empyrical analysis, with special referente to education, publicada en 1964, desarrolla la tesis de que la inversión en capital humano ha producido una importante tasa de beneficios individuales y ha sido un factor de gran fuerza en el aumento de la productividad del pueblo americano. Para llegar a sus conclusiones, Becker analiza distintas clases de capital humano, tales como educación escolar y educación en el trabajo, y su análisis produce una teoría general de amplias aplicaciones que cubre desde la distribución personal de las ganancias, hasta los efectos del desempleo entre las personas de poca educación. También se presenta la acción del capital humano sobre las ganancias y la productividad en Norteamérica.
En este mismo texto, Becker se propone explicar fenómenos empíricos como: a) el típico aumento en las ganancias personales, de acuerdo con la edad, pero a una tasa decreciente; b) la tendencia negativa de las tasas de desempleo en relación con el nivel de habilidad; c) la actitud de paternalismo hacia los empleados que parece prevalecer en las empresas de países en vías de desarrollo; d) La tendencia de los jóvenes a cambiar de empleo más frecuentemente que las personas de edad; e) la desviación positiva de la distribución del ingreso, particularmente entre profesionales y otros trabajadores calificados; f) el hecho de que las personas más capaces reciben más educación y, g) el hecho de que la división del trabajo está limitada por la extensión del mercado (Becker; 1983: 28).
Partiendo del supuesto de que los mercados de trabajo y de bienes son perfectamente competitivos, Becker señala que en empresas que contratan trabajadores por un período específico de tiempo y en las que no existe formación en el trabajo, los salarios se determinan fuera de la empresa. Sin embargo, cuando existe formación en el trabajo (y, por lo tanto, interrelación entre los ingresos y gastos presentes y futuros) se puede dar una reducción de los ingresos actuales y un incremento de los gastos actuales; no obstante, las empresas podrían proporcionar capacitación y obtener un beneficio si los ingresos futuros aumentaran, o los gastos futuros disminuyesen, en la medida necesaria.
Este autor también señala que si el producto marginal es igual al salario en cada período, el valor actualizado de la corriente de productos marginales tendría que ser igual al valor actualizado de la corriente de salarios. Por lo tanto, si la formación tuviese lugar solamente durante el periodo inicial, los gastos durante ese período serían iguales a los salarios más el gasto de la formación, los gastos durante cada uno de los períodos restantes serían iguales únicamente a los salarios, y los ingresos de todos los períodos serían iguales a los productos marginales
Para Becker, la formación general es útil tanto a las empresas que la proporcionan como a muchas otras ya que da lugar a incrementos de la productividad marginal futura de los trabajadores. Además de la formación general, Becker se refiere a la formación específica. Respecto a la disposición de los trabajadores o de las empresas a costear los gastos de la formación específica ésta dependerá de la rotación laboral13 y de los beneficios que se obtengan como consecuencia del incremento de la productividad.
Además de la formación en el trabajo y en las escuelas, los individuos tienen otros espacios y formas de obtener conocimientos que repercutan en un incremento de sus ingresos; la información de agencias de empleos o de anuncios, la comunicación con personas informadas, las visitas a empresas constituyen una inversión en información sobre oportunidades de empleos, que proporcionaría un rendimiento en forma de retribuciones superiores a las que en otro caso se hubieran obtenido.
Finalmente, la productividad de los empleados , señala Becker, depende no sólo de su aptitud y de la inversión que se realiza en ellos, tanto dentro como fuera del puesto de trabajo, sino también de su motivación y de la intensidad de su esfuerzo.
Por su parte, Héctor Correa en su libro Economía de los recursos humanos señala que los hombres intervienen en la economía como factores de producción y como objetivos finales de los procesos socioeconómicos. Al igual que otros autores, Correa considera que uno de los insumos de la función de producción es el trabajo y que entre los factores que influyen en éste se encuentran el tamaño de la población (la que a su vez se relaciona con la natalidad, la mortalidad y la migración), la salud, la edad, el sexo y la educación.
Respecto a la importancia de la educación, Correa señala lo siguiente:

“... existe una relación entre el nivel educativo de la fuerza de trabajo y el volumen de la producción.

... Cuando trabajan personas con capacidades diferentes, sus productos difieren. A estas diferencias de producto, en la medida en que se deben a la educación, las llamaremos el producto directo de la educación. Este producto depende de la interacción del trabajo educado con otros factores de producción; por lo tanto, las mediciones deben hacerse teniendo presente esta interdependencia, y considerando la función de producción de bienes donde el trabajo educado es un factor” (Correa; 1970: 171)

El libro de Correa es importante porque al analizar la oferta y demanda del trabajo, aborda el papel de la educación, los determinantes macro y microeconómicos de la demanda y oferta de la educación y propone métodos de estimación de la contribución de la educación a la producción.
Al hacer una recapitulación sobre los teóricos del capital humano, Teresa Bracho puntualiza las aportaciones de los teóricos del capital humano:
“... parten de la constatación empírica de la relación entre escolaridad, productividad y desempeño, tanto en el mercado de trabajo como en actividades fuera de éste (por ejemplo, los hogares)...” (Bracho; 1994: 5).
“El centro de la teoría del capital humano se encuentra en concebir la educación y la capacitación como formas de inversión que producen beneficios a futuro en términos de mayores ingresos, tanto para los individuos educados como para la sociedad en su conjunto (Schultz, 1961; Becker, 1975). Así, el gasto en educación no se percibe como “consumo”, sino más bien como una inversión orientada a elevar la calidad y productividad de la fuerza de trabajo y que, por tanto, contribuye al aumento de los niveles de ingresos futuros” (Bracho; 1994: 5).
“... La pregunta central del texto de Schultz y del origen de la teoría del capital humano se encuentra en tratar de discernir hasta dónde se podría explicar la “calidad” del trabajo a partir de la inversión en capital humano y en qué medida ésta podría dar cuenta de parte del crecimiento económico, esto es, hasta dónde podría ser parte residual de los modelos de crecimiento basados convencionalmente en medidas de capital y trabajo (Bracho; 1994: 10).
No esta por demás señalar que la teoría neoclásica tuvo como fundamentos la teoría de la productividad marginal que explica la demanda del trabajo; la teoría de la maximización de la utilidad que explica la oferta individual del trabajo y la teoría competitiva del equilibrio de los mercados (Llamas; 1989: 20). De éstos fundamentos se desprenden los siguientes supuestos:


  1. El trabajo está sujeto a las mismas leyes económicas que cualquier otro insumo del proceso de producción.

  2. Las fuerzas del mercado prevalecen. La libre movilidad del trabajo asegura equilibrio entre la oferta y la demanda de todo tipo de empleo.

  3. Los patrones tratan por igual a todos los trabajadores.

  4. En cualquier categoría de especialidades los trabajadores son homogéneos, con la misma productividad, el mismo sueldo y la misma información sobre las oportunidades de trabajo.

  5. Los individuos ganan según su productividad. Y la productividad de los individuos depende de su capital humano.

  6. En esta perspectiva la educación adquiere gran relevancia ya que se convierte en el mecanismo a través del cual: los trabajadores adquieren las habilidades productivas o especialidades; se definen los aspectos centrales de la ocupación y se definen las remuneraciones de los individuos.


Además de que se dan como evidentes varias relaciones causales: educación-productividad, gasto educativo-capital físico, nivel educativo-ingreso. Incluso se aceptan las ideas de que la educación y adiestramiento resuelven la pobreza y el desempleo y de que la educación, sin menoscabo de otros fines como la integración cultural o la reducción de las desigualdades, tiene como meta resolver la supuesta subcalificación de la mano de obra en todos los niveles del sistema productivo y sentar las bases para el despegue económico del país.
Aunque la teoría del capital humano gozó de gran influencia entre los economistas que se dedicaron a estudiar los mercados de trabajo y las repercusiones de la calidad de los recursos humanos en el proceso de trabajo, en la década de los setentas diferentes autores plantearon críticas entre las que sobresalen las siguientes:


  • Michael Piore cuestionó a los teóricos del capital humano el “desmesurado empirismo y su falta de sistematización teórica”, así pues, las críticas de Piore se centran en los supuestos teóricos y en la metodología con los que trabaja la teoría del capital humano. Frente a las deficiencias de la teoría del capital humano Piore propone utilizar el método inductivo14y revisar algunos de los supuestos teóricos como el de la conducta de los individuos y el de la perfección de los mercados.

  • Carnoy en 1974 y Blaug en 1976 realizaron investigaciones en las que mostraron que la acreditación universitaria ni garantizaba una productividad mayor ni aseguraba un ingreso más elevado automáticamente. Indicaron que el empleador no reconocía ni pagaba tanto la educación en sí (conocimientos adquiridos) sino lo que señala (una capacidad potencial de rendimiento).


Resulta interesante que Mark Blaug -teórico del capital humano- en una actitud autocrítica reflexionara sobre el status de esta teoría.


  • Ernesto Schiefelben cuestionó la validez misma de la relación lineal establecida entre la educación y la esfera productiva.

  • Thurow diferenció la productividad del puesto de la productividad marginal del trabajador, asignando esa última a la formación educativa y la primera a la división del trabajo existente.

  • Desde la perspectiva marxista, autores como Harry Braverman, Richard Edwards y Herbert Gintis cuestionaron los supuestos teóricos del capital humano.

  • Otros investigadores demostraron que el grado de incidencia de la educación cambiaba según se consideraba la variable escolar en el mercado externo (a nivel del reclutamiento) o en el mercado interno (donde se establecen relaciones más complejas entre capacitación y formación). Asentaron las bases para la teoría de los mercados segmentados.


Como respuesta a las críticas que le hicieron -particularmente, frente al desempleo, racismo y discriminación sexual- los teóricos del capital humano plantearon restricciones en el modelo de decisión de la oferta de trabajo de los individuos, la incertidumbre y costos de selección, así como hicieron referencia al adiestramiento y costo de selección. Sin embargo, frente a las inconsistencias y limitaciones de la teoría del capital humano, a finales de la década de los 60 surgieron otras corrientes

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