La banca privada En Alemania operan aproximadamente 300 entidades de crédito privadas. Tres bancos alemanes tienen fama mundial: el Deutsche Bank, el Dresdner Bank y el Commerzbank. En el otoño de 1998 se les sumó como segundo banco privado alemán más importante el "Bayerische Hypo- und Vereinsbank", surgido de la fusión del Hypothekenbank y el Vereinsbank. Estos llamados «grandes bancos» tienen forma de sociedades anónimas. En las juntas de accionistas se pueden restringir circunstancialmente los derechos de voto para evitar la preponderancia de los grandes accionistas.
Los grandes bancos tienen una posición muy fuerte en la industria en razón de su actividad como dadores de crédito y de sus participaciones puntuales. Esto es fruto de la historia de la industrialización. A la hora de financiar sus actividades e inversiones, algunas empresas destacadas preferían colaborar con determinados bancos, que a su vez fueron desarrollando un interés especial por la buena marcha de los grandes clientes. Sin embargo, hoy en día la banca participa en menos del uno por ciento de las sociedades de capital.
El peso de los grandes bancos también es limitado en el mercado financiero y crediticio alemán considerado en su conjunto. Computando los balances totales, entre todos no cubren siquiera el diez por ciento de la actividad bancaria del país.
Las cajas de ahorros para la construcción y la difusión de la propiedad Aparte de los bancos mixtos o universales existen bancos hipotecarios, instituidos para determinadas finalidades, como por ejemplo la financiación del crédito local. Los bancos especiales más relevantes para la economía en su conjunto son las cajas de ahorros para la construcción. Durante los últimos cuatro decenios han venido contribuyendo con su sistema de préstamos a la financiación de más de diez millones de viviendas. Este tipo de cajas está muy extendido. Siguen siendo el principal instrumento de difusión de la propiedad entre el «ciudadano de a pie».
El sistema funciona como sigue: el futuro propietario concluye un contrato de ahorro-vivienda por una suma determinada, con la cual se financiará la adquisición de la vivienda, y va depositando periódicamente una cuota al efecto. Las cuotas devengan intereses a un tipo invariable y bajo en comparación con los intereses al uso en las operaciones de depósito. Cuando el ahorrador acumula un monto determinado – por regla general entre el 40 y el 50 por ciento – la caja desembolsa la cantidad total contractualmente convenida para la compra de la vivienda y concede un préstamo a largo plazo y a un tipo de interés fijo y ventajoso. El momento del desembolso depende del tiempo que el cliente lleve ingresando su cuota, de los ingresos totales de la caja en función de las sumas ahorradas mediante este tipo de contratos y de las amortizaciones e intereses mensuales pagaderos por los préstamos en curso.
Los futuros propietarios constituyen en la práctica una mancomunidad de ahorradores que reciben las sumas contractualmente convenidas para la compra de sus viviendas conforme a un turno previsible y a determinados baremos.
El acuerdo sobre la base de la reciprocidad solo funciona mientras el valor del dinero ingresado sea relativamente estable. Nadie va a ingresar hoy dinero fuerte si teme que mañana solo le servirá para financiar menos que hoy y que habrá de pedir créditos cada vez mayores para cubrir la adquisición de una vivienda. Hasta ahora a los inversores siempre les han cuadrado las cuentas. El Estado coadyuva a través de primas de ahorro-vivienda y ventajas fiscales. Los depósitos están garantizados por un fondo de garantía y mecanismos de inspección propios.
3. El movimiento de pagos El dinero es la savia de la economía moderna. Los bancos garantizan la circulación monetaria a través de las operaciones de pago, a cuyo efecto disponen de diversos servicios, desde la entrega de dinero en efectivo hasta el pago por ordenador.
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