Las cajas de ahorros En Alemania hay actualmente unas 560 cajas de ahorros con casi 20.000 sucursales. Prácticamente todas son de titularidad municipal. Por tanto, los propietarios y a la par garantes son las ciudades y entidades locales (comarcas) correspondientes.
Las cajas de ahorros son instituciones de utilidad pública. Su principal finalidad es ofrecer a la población de su zona respectiva unos rendimientos (réditos) razonables – que varían en función de la situación económica – sobre los ahorros depositados y cubrir con los depósitos la demanda de crédito a nivel local.
Las cajas de ahorros están agrupadas en asociaciones regionales y son miembros de los bancos regionales, es decir, los bancos de los Estados Federados. Las asociaciones regionales asesoran y respaldan a sus miembros fundamentalmente en cuestiones de orden jurídico y gestión empresarial. Inspeccionan las cajas y organizan cursos de perfeccionamiento para sus empleados. Representan los intereses de las cajas ante los parlamentos regionales y los gobiernos de los Estados Federados. Al mismo tiempo fungen como cámaras de compensación de las operaciones de pago supralocales de las cajas entre sí y con otras entidades de crédito.
Los bancos regionales/centrales de giro desempeñan, como su propio nombre indica, dos funciones diferenciadas: Son los bancos de los Estados Federados y asumen funciones públicas. Por ejemplo, el Banco Regional de Hamburgo tiene asignado formalmente el cometido de potenciar mediante su política crediticia la posición de la ciudad-Estado hanseática como foco de la actividad económica. Los directivos de la entidad no son pues únicamente empresarios, sino también funcionarios, razón por la cual están sometidos a controles especiales.
Como instrumento de la política económica estatal (por ejemplo en relación con el saneamiento de empresas), los bancos de los Estados Federados son objeto de vivas controversias; para los defensores de una economía de mercado “pura” incluso son la mismísima bestia negra. Los bancos privados europeos los han llegado a denunciar ante la Comisión Europea en Bruselas por disfrutar de ventajas que supuestamente distorsionan la competencia: a diferencia de las empresas privadas, es el contribuyente quien a fin de cuentas responde de su gestión, es decir, pueden asumir riesgos sin tener que reparar las posibles pérdidas, lo cual resulta tanto más grave cuanto más penetran en las áreas de actividad tradicionales de los bancos privados, por ejemplo emitiendo acciones. Pero los bancos de los Estados Federados tienen que operar justamente en sectores como el comercio de títulos valores porque los clientes de las cajas de ahorros exigen este tipo de servicios. La salida lógica y más recomendada para zanjar la cuestión: los bancos de los Estados Federados se escinden en centros de servicios para las cajas de ahorros (por ejemplo, abastecimiento de papel moneda y gestión de transferencias), sin realizar negocios bancarios propios, y establecimientos de crédito normales, sin garantía del Estado. Sin embargo, de este modo los Estados Federados perderían sus “bancos de la casa” para proyectos de desarrollo o saneamiento impulsados en función de sus políticas económicas.
La organización de las cajas de ahorros constituye hoy por hoy el mayor grupo dentro del sistema crediticio alemán. Aproximadamente el sesenta por ciento de los alemanes tienen una cuenta en una caja de ahorros. Considerando la competencia global, se trata de una particularidad alemana: los principales establecimientos de crédito no son instituciones privadas sino públicas, consagradas al bien común y no al shareholder-value.
Los bancos cooperativos El grupo de los «bancos populares y bancos Raiffeisen» engloba más de dos mil bancos cooperativos con casi quince millones de miembros individuales. Los clientes tienen a su disposición una red de más de 15.000 sucursales. Desde los años noventa tanto el número de sucursales como el de instituciones bancarias autónomas viene disminuyendo permanentemente como consecuencia de las fusiones en el segmento de los bancos cooperativos. Esta tendencia resulta inevitable a la luz de la evolución del mercado interior europeo y al hilo del proceso de la globalización.
Los bancos cooperativos fueron en sus orígenes entidades de autoayuda instituidas para atender las necesidades financieras de pequeñas y medianas empresas industriales y explotaciones agrícolas. El renombrado economista F. W. Raiffeisen (1818–1888) fue uno de los fundadores del cooperativismo agrario (cajas rurales). Las antiguas cajas cooperativas de artesanos e industriales y las cooperativas comerciales agrícolas de Alemania oriental en su mayoría también han pasado a ser bancos populares y bancos Raiffeisen.
Para ser copropietario de un banco cooperativo basta con comprar por lo menos una participación, que otorga derecho de voto respecto a la fijación de los objetivos de la entidad y a su gestión. Aunque se posean varias participaciones solo se tiene un voto. Con ello se garantiza la horizontalidad de los procesos de decisión. Tres bancos centrales regionales ofrecen a los bancos populares y bancos Raiffeisen servicios complementarios similares a los de las centrales de giro respecto a las cajas de ahorros. El Banco Central de las Cooperativas Alemanas (DG Bank) es competente asimismo para las relaciones comerciales internacionales del grupo de los bancos cooperativos.
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