descargar 145.2 Kb.
|
INTRODUCCIÓN La presente investigación rinde cuentas de la situación política del país en la cual se desarrolló el rock y su transformación en la década de los ochenta. Este ejercicio intenta establecer un vínculo entre los fenómenos políticos y los fenómenos estéticos, en este caso musicales. Para ello recurriré al concepto de división de lo sensible planteado por Jacques Ranciere. La división de lo sensible se refiere a lo visible y lo invisible en una sociedad, se considera como la limitación de los tiempos y los espacios para determinadas actividades que son diferentes en cada sociedad, y que particularmente en la sociedad colombiana de los años sesenta se refiere a como el rock se abre espacios y tiempos en una sociedad traumatizada por La Violencia con la excusa de venir junto con las reformas políticas progresistas que buscaban modernizar al país. El componente político de esta división de los sentidos es referida a lo que usualmente se ve y se dice (a quien le compete), la propiedad de espacios comunes (quién asiste) y la delimitación del público (lo común). Así, la delimitación de lo sensible hace relación a los aspectos comunes y visibles de cualquier sociedad humana. Cada situación que sea denominada como normal pasa por una relación política que es reflejada en lo estético; es decir, que lo que en la sociedad se conoce como común o normal depende de una relación entre lo político y lo estético. Las prácticas estéticas sin importar el contexto son figuras de la comunidad, reflejos de lo que es la comunidad por dentro. Para entender esta relación la analogía más útil sería donde la política es materializada en la relación entre el espacio de un teatro y su audiencia, pues cuando una serie de actos ordenados es presentada ante una sala se configura una manera socialmente aceptada de conocer que está siendo visibilizada por la obra en sí misma dejando de lado aspectos y visibilizando otros. Las prácticas estéticas entonces serían formas de visibilidad del arte, como maneras de hacer que intervienen en las maneras de ser mediante la visibilidad. Teniendo en claro este concepto, el objetivo de este trabajo es mostrar cómo el Frente Nacional generó una particular división de los elementos sensibles, en este caso musicales, que reprodujo sus elementos modernizadores y excluyentes. Además, que con la decadencia económica, política y social del Frente Nacional, para finales de los años 70 y comienzos de los 80, se generó una nueva distribución de lo sensible que recoge los elementos de las crisis y los transforma en punk y metal, yendo en contravía del pop que marcó las décadas anteriores. Para sustentar esta tesis, en la primera parte del trabajo se definirán algunos aspectos del Frente Nacional tales como los principales aspectos de sus proyecto, los logros alcanzados, y la manera en que favoreció la aparición del rock aunque de forma excluyente para determinados sectores de la sociedad. Una vez establecido este primer panorama, el trabajo abordara en la segunda parte la decadencia de las instituciones del Frente Nacional, desde el gobierno de Misael Pastrana hasta el de Turbay Ayala, para mostrar como las esperanzas de reformas sociales y apertura democrática se fueron diluyendo, y fue la llegada del punk y el metal la encargada de plantear esta nueva división de lo sensible y darle voz a quienes habían quedado fuera del Frente Nacional. Para plantear este cambio es necesario recurrir al método comparado. Este método en la ciencia política tiene la característica de poder controlar la hipótesis y los conocimientos del fenómeno político. Para esto es necesario hacer un análisis de contexto donde se recopila la información necesaria para conceptualizar el Frente Nacional como un proyecto que busca modernizar al país mediante una repartición política excluyente que se hace evidente en el surgimiento del rock como propio de los círculos de familias de élite. CAPÍTULO 1: LA DIVISIÓN DE LO SENSIBLE Para situar una conexión específica entre el rock nacional como práctica musical con los diversos modos de significación, las diversas formas de vida, las ideas del pensamiento y las figuras de la comunidad. Es necesario abrir la discusión sobre los regímenes específicos de identificación y pensamiento de las artes como forma de articulación de las maneras de hacer, las formas de visibilidad y los modos de pensamiento de relaciones sociales. Dentro de la sociedad colombiana hay una diferencia cultural entre la élite y la base, pues cada una parece compartir tiempo y espacio pero no costumbres debido a la forma de percibir el mundo de cada clase, es así que podemos inferir como el desarrollo del rock nacional fue una división de espacios para la juventud citadina culta de los años sesenta donde las maneras de hacer estaban relacionadas con el espacio ocupado en la jerarquía de la sociedad colombiana y en las formas de división de ese espacio relacionada con el reparto jerárquico de la sociedad. Es necesario retomar el concepto de Ranciere donde el discurso situacionista dependiente del contexto histórico, el cual surge como critica al statu quo configurándose a su vez como prueba de la influencia estética en la crítica social, pues en la sociedad colombiana de los sesenta el rock se presentó como una opción para los sectores letrados de la sociedad, dejando de lado la concepción de juventud para las clases populares donde ser joven no era una opción. Solo hasta los años ochenta donde el punk acompañado con expresiones incipientes del metal nacional, logran transformar las formas de sentir cambiando las subjetividades de los jóvenes de las clases marginadas, dándoles voz así a los que nunca tuvieron voz creando formas de visibilidad alternativas donde las maneras de hacer y sentir las relaciones sociales cambian, en un entorno de exclusión e invisibilización de las juventudes de los excluidos históricamente en la sociedad colombiana. El carácter político de lo sensible “Las artes prestan a las empresas de la dominación o de la emancipación solamente aquello que pueden prestarles, es decir, pura y simplemente, lo que tienen en común con ellas: posiciones y movimientos de cuerpos, funciones de la palabra, divisiones de lo sensible y lo invisible” (Raciere, 2009) Es como si el arte fuera el reflejo de las estructuras, movimientos sociales y su visibilización dependiera de la relación de estas estructuras, es por esto que se puede comprobar en el fenómeno del rock nacional en los sesenta como una forma de visibilización de una pequeña parte de la población que tenía acceso a la música importada de los países desarrollados de occidente, además de acceso al incipiente mundo moderno del Frente Nacional. El rock como practica estética se configura en Colombia a partir de una forma de visibilidad generada en los espacios de la élite de las principales ciudades del país las cuales van a ser destruidas en los años ochenta con la entrada del punk y el metal en la visibilidad artística de esa misma década en el país. Para explicar el régimen estético de la política, Ranciere usando a Platón configura una discusión sobre como los signos pintados, el teatro y el coro danzante son formas de dividir lo sensible en la antigua Grecia, pues establecen lineamientos claros de lo que debe ser una producción artística, dejando todas las demás maneras de hacer por fuera de lo políticamente aceptado, pues para una división política de lo sensible es claro cómo se deben establecer formas específicas de percibir el arte. En otras palabras, la división de lo sensible es un sistema de comprobación sensorial, una forma de dividir el mundo para delimitar nuestra identidad y en esta repartición se generan unas evidencias sensibles que muestran como bajo el común repartido hay unas partes exclusivas con espacios, tiempos y formas específicas que reflejan la división de la participación como muestra de quién toma parte en lo común (Raciere, 2009). Regímenes de identificación Bajo el presupuesto de modernidad y progreso la transformación de la sociedad colombiana de los años sesenta, se encamina hacia la configuración de procesos políticos que produjeron grupos de elites citadinas que podían disfrutar de la categoría de joven mediante la importación de música y valores de occidente, que configuraron la primera categoría de juventud dentro de la sociedad. La modernidad estética a pesar de ser una nueva forma de relacionarse con lo antiguo se configura a partir de la singularidad de un régimen particular con unos modos de producción específicos, unas formas de visibilización excluyentes y unos modos de conceptualización racistas donde lo urbano se enfrenta con lo rural; de manera que el citadino se ve afectado por la invasión de desplazados por el conflicto armado en los sesenta y lo cultural sale a flote enfrentando dos sectores de la sociedad colombiana lo relacionado a la tradición rural y lo novedoso en las ciudades de esta época, todo esto con reflejado en las primeras canciones de rock en Colombia. Hay tres regímenes de identificación dentro del arte que pueden ayudar a identificar la nueva relación con lo antiguo en la sociedad colombiana de este periodo histórico: El primero sería el régimen ético de las imágenes relacionadas con la configuración de los significados alrededor de las imágenes, la carga moral dentro del simbolismo utilizado en las diversas formas artísticas, el ethos de los individuos y las colectividades a partir de los signos explorados en cada imagen. El segundo régimen relacionado con el carácter poético de las artes, donde se configura una intriga fabricando una trama donde la distribución de las semejanzas se hace bajo un criterio específico de distinción de las imágenes, para organizar las maneras de hacer oscureciendo y aclarando un paisaje establecido. El último régimen es el que denota la nueva relación con lo antiguo donde se presenta la co-presencia de temporalidades diferentes, este régimen estético de las artes hace referencia a la distinción de los modos sensibles como una forma de identificar el arte en singular acabando con las singularidades, esta modernidad musical expresada en doce notas hace analogía a la modernidad política que está sujeta a un sistema de creencias totalmente susceptible a la enajenación de la ideología (Raciere, 2009). Visibilización Con el desarrollo técnico del cine y la fotografía es posible rastrar la configuración de una nueva historia debido a que las grandes masas adquieren visibilidad a través de estas artes, cuando surgen las llamadas “artes mecánicas” se genera una nueva relación con el arte configurando un cambio de paradigma artístico, pues distintas técnicas de reproducción además de la pintura y el grabado se produjeron creando una nueva concepción de artista. Este giro en la concepción del arte determina otra forma de visibilidad pues para poder hacerse visible primero tiene que ser socialmente aceptada como un arte. Con el desarrollo de estas “artes mecánicas” lo anónimo se convirtió en portador de belleza, es decir, que el registro de lo anónimo sería un arte, quebrando a su vez el sistema de representación deshaciendo los vínculos entre el tema y el modo de representarlo. Esta vuelta en la representación primero se hace en la literatura con Balzac, Hugo y Flaubert demostrando como la revolución estética tuvo primero lugar que la revolución técnica pues lo pictórico y lo literario tuvieron al anónimo como sujeto de arte primero que lo fotográfico y lo cinematográfico. Con este cambio se hace evidente como lo literario se consolida primero que lo científico demostrando como la vida corriente de los individuos son la evidencia necesaria para determinar las enfermedades sociales que padece cada sociedad en el mundo. Cuando se rompe con el sistema de representación de una sociedad se generan nuevas imágenes en el campo de visión de la inspiración artística, dibujando la aparición de las masas en las nuevas formas de representación de la lógica estética de visibilización donde se revoca las escalas de grandeza establecidas además de transformar el modelo oratorio demostrando así que cambia la lectura de los símbolos existentes al interior de una sociedad (Raciere, 2009). Cuando lo corriente se transformó en bello se contempla la génesis del pensamiento crítico desde las artes, donde la expresión de las contradicciones de la sociedad absorben la concepción de lo verdadero, transformando este concepto desde una perspectiva de promoción estética y científica de los anónimos, donde las artes mecánicas juegan un rol fundamental en la configuración de una nueva historia donde lo nuevo es la aparición de las masas en espacios y tiempos históricamente dedicados a los sectores privilegiados de cualquier sociedad, los cuales son usurpados por nuevas formas de visibilización donde lo excepcional es lo que se puede expresar desde lo cotidiano, desde el individuo promedio y desde el anonimato, generando un nuevo paradigma artístico aplicable a la modernidad. Estética, arte y política Para Luis Eduardo Gama la estética como fuente de la reflexión sobre el fenómeno artístico se configura como disciplina filosófica desde el siglo XVIII, preguntándose entonces sobre la función política y social del arte así respondiendo a motivaciones de indagación por la naturaleza del arte, este proceso de cambio en la filosofía solo pudo ser posible cuando la sociedad estuvo finalmente secularizada y esta rama en particular nació como crítica a los principios universalizantes de la razón práctica propia de la modernidad. Estas condiciones modernas se refieren a un orden racional moralmente justo que busca la formación estética de los ciudadanos, pues es necesario para la realización plena de la existencia que el arte y su concepción de lo bello configure una naturaleza sensible y racional reconociendo los límites propios de la modernidad (Gama, 2009). Una forma de identificar crisis políticas es mediante la identificación en la división de lo sensible de carencias de arte en los espacios comunes, es decir, que se conceptualiza la crisis del ejercicio político como la falta de visibilidad del arte en el reparto de los espacios, esta carencia es la prueba que el proyecto modernizador tiene una necesidad inherente por estetizar la política haciendo que bajo ese régimen se obstruya el poder trasformador del arte, pues se pierden los referentes éticos resultado de la fragmentación cultural producto del Estado Liberal el cual otorga visibilidad a la necesidad de progresar y oscurece las consecuencias de no tener en cuenta consideraciones extra estéticas. Es por esto que la interpretación artística tiene una posición determinante en la configuración simbólica de cualquier sociedad, el arte como actividad interpretativa y trasformadora depende de sus diferentes niveles de realización. Un buen punto de partida se encuentra en la clásica idea de la compensación como razón de la naturaleza artística, donde los malos resultados de la formalización racional del mundo sirven de inspiración al arte que en las sociedades occidentales contemporáneas busca ocuparse de lo singular dejando las leyes universales para la racionalidad abstracta de la ciencia, el arte apela a las emociones de los individuos configurando procesos de formación moral donde el arte se renueva en el rol compensatorio, satisfaciendo las necesidades que ni la ciencia ni la política pueden satisfacer con la técnica haciendo de la racionalidad moderna un garante de verdad y objetividad, es decir, al ser racional la universalización del mundo occidental se crea una distancia entre lo que debe ser el mundo y lo que es, dejando un lugar seguro al arte para plasmar lo real. Esta es la nueva tarea del arte en la modernidad: ser el referente de realidad mediante la visibilización de la singularidad (Gama, 2009). Esta idea de compensación como explicación de la naturaleza del arte se enfoca en el distanciamiento o cercanía que tiene la obra de arte con la realidad, haciendo de la distancia un obstáculo para tener consideraciones extra estéticas y de la cercanía una oportunidad de banalizar el arte, desde esta perspectiva no se logra hacer evidente la relación entre la estética y la política pues al destacar la autonomía necesaria de la estética se arriesga a evidenciar la falsedad de la representación artística pues al ser autónomo el arte se alejaría totalmente de la realidad, haciendo del nuevo reino de lo bello una estética y un producto de la determinación recíproca propia de la decadencia política en la autonomía de lo estético desde la experiencia sensorial. Es decir que sólo la conexión con la estética dota de sentido el potencial transformador del arte en el ejercicio de la política haciéndose efectivo en la praxis artística. La relación tradicional entre arte y política se refleja en la autonomía de la estética con la vida pública generando un distanciamiento entre el arte y la praxis, esta perspectiva no devela la relación entre estética y política, pues se necesita un punto intermedio entre el arte y la realidad para identificar el papel desempeñado por el arte en la praxis. Este punto intermedio es dado a través de la interpretación como presupuesto ontológico y como elemento fundamental de las construcciones sociales del lenguaje, se consolida como la actividad determinante en los procesos de configuración de la realidad y es inherente a la humanidad en general, pues todos los seres humanos digerimos el mundo mediante nuestros sentidos configurando experiencias sensoriales que construyen una forma particular de ver el mundo individual y colectivamente. Günter Abel conceptualiza la actividad interpretativa por medio del análisis a la interpretación en tres mundos distintos, donde el primero sería correspondiente al marco primario de referente del mundo como categorías, experiencias y símbolos se le llama interpretación originaria. El segundo mundo sería el de los modelos culturales donde se configuran lenguajes y se crea un entramado de valores éticos y estéticos de la sociedad. El último mundo es referido a la construcción académica de teorías como respuesta a un fenómeno particular que ha despertado la curiosidad por su relación con la raza humana, es la interpretación de un código común preexistente, como el mundo matemático. La interrelación entre mundo es conocida como lógica interpretativa referida siempre a la interpretación de bases preexistentes en la sociedad, dejando a la actividad artística en el segundo nivel y su potencial transformador necesita de un nuevo marco interpretativo el cual conceptualiza el arte como parte fundamental en la praxis humana, dejando a la actividad interpretativa toda la relevancia ontológica de una sociedad moderna, con individuos racionales (Abel, 1995). El arte como proceso interpretativo configura nuevas realidades que se vuelven verdad con sentido en el juego político de las apariencias, se vuelve real en la praxis estética, y su relación con lo político es el ámbito de formación, organización y transformación de la acción humana en el campo de la repartición de lo público, la potencia creativa del arte se estructura a partir del carácter constitutivo en el significado de lo real, de lo que existe y lo que no, consolidando un orden simbólico de una cultura especifica como muestra de la estabilidad cultural propia de la modernidad. Haciendo del arte un elemento que construye símbolos para cohesionar una sociedad divida por clases sociales, generando posibilidades de visibilización cuando lo bello es lo singular, lo oculto, lo real, lo cotidiano y lo que nunca tuvo voz, dejando a la estética como una herramienta para dar voz a los que nunca tuvieron una propia a través del arte. CAPÍTULO 2: EL FRENTE NACIONAL “ |