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* El segundo momento del proceso de sustitución de importaciones Esta realidad de sujeción del país frente a la importación de bienes intermedios y de capital planteó la necesidad de intensificar la llamada segunda etapa del proceso de sustitución de importaciones; es decir, la producción en el país de los bienes intermedios y de capital mediante la consolidación de una industria pesada. Si bien es cierto que en el período que va de 1950 a 1958, durante el gobierno de Pérez Jiménez, se crearon las industrias básicas de la Siderúrgica y de la Petroquímica, no es sino a partir de 1974 cuando se intensifica el esfuerzo para constituir La Gran Venezuela. Con el aumento de los precios del petróleo en los mercados internacionales y con la alta disponibilidad de divisas que tenía en sus manos el Estado venezolano, se diseñó una estrategia dirigida a remediar los problemas que conllevó la falsa industrialización venezolana. En este sentido, se argumentó que para avanzar era necesario emprender la sustitución de importaciones de bienes intermedios y de bienes de capital y el fomento de exportaciones no tradicionales, basadas en recursos naturales estratégicos (siderúrgica, petroquímica, aluminio) procesados con tecnología muy sofisticada, eliminando así la exportación de materias primas no transformadas. Además la creciente industria nacional demanda cada vez más estos bienes intermedios. De esta forma, mediante empresas de propiedad estatal o en combinación con intereses extranjeros bajo la forma de empresas mixtas, se desarrollaron nuevos proyectos industriales en materia siderúrgica, petroquímica, eléctrica, del aluminio, etc., que buscan reducir la dependencia, las importaciones y diversifican las exportaciones venezolanas. G ![]() ![]() Bienes de capital intermedio ![]() Bienes de consumo ![]() Bienes de no consumo ![]() estructura economica asentada ![]() La consecuencia evidente de esta secuencia industrializadora es la precariedad de una estructura económica rentista que depende sustancialmente del comportamiento de la actividad petrolera, del precio del petróleo y de sus vaivenes en el mercado internacional. En conclusión, podemos afirmar que los inversionistas venezolanos y extranjeros aprovecharon las nuevas posibilidades que ofrecía la economía nacional, comprendieron rápidamente los beneficios que implicaba producir en el país algunos de los bienes que anteriormente importaban y comercializaban. De esta forma, se posibilitó el tránsito hacia nuevas actividades que buscaban producir, en un mercado protegido y ya conocido por los grupos dedicados al comercio, aquellos bienes que demandaba con urgencia la naciente industria venezolana. Así, los inversionistas nacionales comenzaron a participar activamente en el proceso de industrialización venezolano. Para ello aprovecharon todas las ventajas que ofrecía la política pública industrial: exoneración de impuestos y de tarifas aduaneras; concesión de créditos y subsidios; arrendamiento de activos fijos; creación de parques industriales, etc. El resultado de esta evolución, que acabamos de reseñar, ha sido la consolidación de importantes grupos económicos nacionales con participación creciente en diversos sectores de la economía. 2. El crecimiento del Estado empresario La constitución y consolidación del actual sector empresarial público venezolano es la culminación de un interesante proceso que se inicia con la intervención episódica del Estado dirigida a satisfacer necesidades sociales relacionadas con la prestación de determinados servicios públicos esenciales (electricidad, comunicaciones, transporte, etc.) y que encuentra su clímax con la nacionalización de las industrias básicas venezolanas. En efecto, en el lapso de cincuenta años, Venezuela asiste a la multiplicación de entidades administrativas destinadas a la realización de un objetivo económico. En este período, es posible distinguir razones diversas y motivaciones de diferente envergadura que se asocian con una intervención cada vez más creciente y cualitativa del Estado en la producción de bienes y servicios. En este sentido, la intervención estatal en la vida económica venezolana y la constitución del actual sector empresarial público ha obedecido, en nuestro criterio, a las siguientes motivaciones fundamentales. * Prestación de servicios públicos esenciales Aun en la más ortodoxa teoría liberal, se admite que el Estado intervenga para satisfacer determinadas necesidades fundamentales y para prestar ciertos servicios básicos de la vida nacional. En términos generales, el proceso de descentralización funcional de la actividad estatal comienza con el desgajamiento de ciertos órganos, ubicados precedentemente en la Administración Central, y que tenían por objeto la satisfacción de necesidades elementales de la población. En Venezuela se puede establecer una indudable relación entre el inicio del proceso de descentralización funcional del Estado y la exigencia de prestar determinados servicios básicos dirigidos a satisfacer las necesidades de un país en vías de modernización. En efecto, en el proceso de modernización de la vida económica y social venezolana, condicionado por la primacía de la actividad primario-exportadora vinculada con la industria de los hidrocarburos; el declinamiento de las actividades agrícolas tradicionales; la diversificación del aparato industrial y la emergencia de nuevas necesidades sociales debido a un intenso proceso de migración rural y concentración urbana, el Estado ha debido asumir la realización de determinadas actividades que, en épocas anteriores, no habían sido objeto de una atención estatal específica. De esta forma, se crean entidades públicas, con carácter empresarial, destinadas a satisfacer necesidades diversas. Algunas de estas necesidades se relacionan con el financiamiento de las actividades agrícolas en declive y de las nuevas actividades industriales vinculadas con el proceso de crecimiento hacia adentro (sustitución de importaciones), y para atenderlas se crean, en su momento, el Banco Agrícola y Pecuario (B.A.P.) y la Corporación Venezolana de Fomento (C.V.F.). Otras necesidades aparecen ligadas al proceso de concentración urbana y crecimiento de las ciudades con su secuela de escasez o insuficiencia de los servicios públicos básicos. Para satisfacer este tipo de necesidades se crea el Instituto Nacional de Obras Sanitarias (I.N.O.S.), la Compañía Anónima de Administración y Fomento Eléctrico (C.A.D.A.F.E.), etc. En otros casos, los nuevos requerimientos se vinculan con el proceso de modernización del país que precisa medios de comunicación y de transporte más rápidos y eficientes, lo que da origen a la creación de la Compañía Anónima Nacional de Teléfonos de Venezuela (C.A.N.T.V.) o a la Línea Aeropostal Venezolana (L.A.V.). Así, en breve período, en medio siglo, el Estado venezolano debió afrontar la satisfacción de nuevas y emergentes necesidades de un país que se convierte rápidamente de rural en urbano, de agrícola en industrial, creando para ello un buen número de organismos descentralizados que cumplen un cometido económico importante. * Fomento de la iniciativa privada En las llamadas economías mixtas, el Estado busca promocionar y fomentar la participación de los particulares en las actividades de producción de bienes y servicios, con el fin de obtener un mejor nivel de vida de la población y un mayor crecimiento de la economía. El Estado venezolano, a objeto de incitar a los particulares a intervenir más activamente en la vida económica nacional, ha utilizado instrumentos y mecanismos de naturaleza diversa. Algunos de estos mecanismos han sido típicamente reguladores y de carácter pasivo y orientador, tales como: exenciones de impuestos, liberalización de tarifas aduaneras, establecimiento de cupos, contingentamientos o licencias previas, establecimiento de políticas de “compre venezolano”, etc. En otros casos, la acción del Estado ha sido más decidida y con la intención de promover y fomentar la iniciativa privada, creó organismos descentralizados destinados a financiar la actividad de los particulares en diferentes sectores o regiones de la economía nacional. En Venezuela, la lista de este tipo de organismos de carácter financiero es apreciable. En efecto, con el fin de promover la realización de determinadas actividades por parte del sector privado, el Estado ha procedido a crear un conjunto de instituciones financieras. Buen ejemplo de ellas lo constituye la Corporación de Financiamiento a la Pequeña y Mediana Industria; los Fondos de Desarrollo Agrícola e Industrial; los Bancos Regionales de Desarrollo, etc. Finalmente, en otras ocasiones, el Estado venezolano, siempre con la intención de preservar el régimen de economía mixta y de obtener un mayor nivel de participación de los particulares en determinados proyectos económicos de interés nacional, se ha asociado con el sector privado, dando origen a la creación de las llamadas empresas mixtas. Este ha sido, sobre todo, el caso de determinadas empresas constituidas en el sector petroquímico, y en otros sectores de la actividad económica. * Control de sectores económicos claves La discusión acerca de la conveniencia o no de que el Estado intervenga en la vida económica, controlando los sectores clave, aparece, cada vez más, desprovista de sentido. En efecto, el control de los sectores económicos fundamentales por parte del Estado, aparece hoy en día como una de las manifestaciones más tangibles y evidentes de la intervención estatal. En el caso particular de Venezuela, no cabe duda alguna ya que el propio ordenamiento jurídico reconoce, de manera explícita, la posibilidad de que determinados sectores económicos claves puedan ser sometidos al control del Estado. El Estado venezolano controla determinados sectores de la actividad nacional. En algunos casos, el control de algunos de los sectores claves de la economía se ha logrado por una participación, si no única al menos decisiva, del Estado mediante la creación directa de empresas públicas. Esta es la situación en lo que respecta a la industria del aluminio, la petroquímica y la siderúrgica. En otros casos, el control de ciertos sectores económicos clave se ha obtenido mediante la nacionalización de determinadas actividades productivas, es decir, que se ha realizado la transferencia al Estado de la titularidad y del control de factores de la producción. Como consecuencia de procesos nacionalizadoras, el Estado venezolano controla las dos principales industrias básicas del país: la de los hidrocarburos a través de Petróleos de Venezuela y sus empresas operadoras, y la del mineral de hierro a través de la empresa CVG-Ferrominera Orinoco, C.A. * Apoyo a políticas económicas determinadas En Venezuela, la intervención del Estado y la creación consecutiva de organismos descentralizados, en general, y de empresas públicas, en particular, ha obedecido también a la voluntad de apoyar políticas económicas concretas. En este sentido, podemos citar la creación de las llamadas Corporaciones Regionales de Desarrollo (CVG, Corpoandes, Corporiente, etc.), instituidas con el fin de contribuir con la creación de polos de desarrollo regional y con una mejor ordenación del desarrollo nacional. Igualmente, es posible señalar el caso de la Corporación Venezolana del Petróleo, cuya creación estuvo ligada a la política de “no otorgar más concesiones de hidrocarburos”. * Fracasos de la iniciativa privada En algunos países como es el caso de Italia, con la creación del Instituto de Reconstrucción Industrial, la constitución inicial del sector de empresas públicas estuvo muy ligada a la necesidad de responder al fracaso de la iniciativa privada en una coyuntura histórico-económica concreta. Así, ante la quiebra inminente de algunas grandes empresas, el Estado se ha visto obligado a intervenir con el fin de salvar los capitales y la actividad en peligro y para ello ha debido tomar participaciones accionarias en dichas empresas. En Venezuela, la creación de empresas públicas debido a fracasos de la iniciativa privada es cada vez más frecuente; podemos señalar la existencia de participaciones accionarias del Estado en determinadas empresas que son fruto de una capitalización de acreencias. Este ha sido, sobre todo, el caso de algunas empresas que habían obtenido créditos de la Corporación Venezolana de Fomento y que, ante la imposibilidad de cancelarlos, debieron ofrecer a la C.V.F. un cierto número de acciones, y más recientemente el caso de la crisis bancaria que significó la transferencia al Estado de un número importante de instituciones financieras privadas. * Razones diversas Finalmente, es necesario señalar que, en algunos casos, la creación de empresas públicas por parte del Estado venezolano ha obedecido a razones de índole específica. Este ha sido el caso de algunas empresas creadas con el objeto de dar respuesta a problemas particulares, tal como la Compañía Nacional de Reforestación (C.O.N.A.R.E.), cuyo interés ecológico es indudable. La relevancia de las empresas públicas en Venezuela es evidente. Desde el punto de vista cualitativo la importancia del quehacer empresarial público es innegable. En efecto, las empresas públicas gestionan y controlan los sectores más dinámicos de la economía venezolana. Con la nacionalización de la industria de los hidrocarburos, el Estado Venezolano reivindicó las riquezas fundamentales del país. Venezuela, económicamente hablando, es petróleo. Este representa un tercio del PTB venezolano, es la principal fuente de divisas e ingresos fiscales y es el primer producto de exportación. La casi totalidad de las fases de la industria se encuentra gestionada por empresas pertenecientes íntegramente al Estado venezolano. Por otra parte, con la nacionalización de la industria del mineral de hierro, además de posibilitarse la obtención de mayores ingresos para la Nación, se han sentado las bases para el desarrollo y consolidación de sectores productivos vinculados complementariamente con el procesamiento del mineral de hierro. De esta forma, se busca exportar productos con un mayor valor agregado nacional y propiciar la integración de la industria del hierro con la siderúrgica. La importancia cualitativa de las empresas públicas venezolanas se manifiesta también en las otras participaciones del Estado en sectores de la industria básica, tales como el eléctrico, el petroquímico, la siderúrgica, la industria del aluminio, etc. Igualmente, es conveniente destacar la importancia de las empresas públicas financieras en el conjunto del sistema financiero venezolano. En efecto, el Estado venezolano ha canalizado buena parte del excedente petrolero con el fin de contribuir al financiamiento del sector agrícola. La creación de nuevos Fondos de Desarrollo, del Fondo de Inversiones de Venezuela y del Fondo de Estabilización Macroeconómica, son manifestaciones evidentes de esa significativa presencia del sector público en el sistema financiero venezolano. 3. Implicaciones y conclusiones Estas dos realidades comentadas, han tenido influencias significativas en nuestra gerencia, siendo las más relevantes las siguientes: * Una mayor profesionalización de la gerencia Lejos están los tiempos en que los gerentes venezolanos se formaban en las academias de contabilidad. Hoy en día, asistimos a la consolidación de la gerencia como una disciplina profesional que se enseña tanto en universidades e institutos especializados, como en las propias empresas. Los tiempos de la intuición continúan sin duda vigentes en un país de marcados contrastes, aunque, sin embargo, existe cada vez mayor conciencia en nuestros empresarios y dirigentes que la rentabilidad de sus empresas se asienta en la calidad y formación de sus recursos gerenciales. Esta constatación se traduce en que el reclutamiento y la selección de gerentes busque propiciar una mayor eficiencia y una reducción de costos, y en la existencia y conformación de programas acelerados de formación y adiestramiento dirigidos a mejorar el conocimiento y la capacidad de respuesta de los gerentes venezolanos. Sin embargo, en el caso del sector empresarial público venezolano, la realidad es otra. Los esfuerzos que se hicieron para profesionalizar la gerencia pública se han ido diluyendo en el tiempo: el clientelismo partidista, el nepotismo, el compadrazgo y la recurrencia a personal (civil o militar) no conocedor de la materia gerencial, ha convertido a las empresas públicas venezolanas, con ligeras excepciones, como es el caso de PDVSA y de algunas empresas del complejo industrial de Guayana, en verdaderos organismos dilapidadores de la renta petrolera. Por más que instituciones nacionales e internacionales ofrecen y financian programas de formación y adiestramiento, la gerencia pública venezolana es, desafortunadamente para el país, cada vez menos profesional y más ineficiente. * Una mayor actualización conceptual Por supuesto que el crecimiento económico ha conllevado también una mayor amplitud de miras de la gerencia venezolana. El incremento de profesionales realizando programas de educación formal o de extensión en el extranjero, la amplia difusión de libros y revistas especializadas, unidos a la oferta permanente de cursos de actualización y difusión del pensamiento gerencial contemporáneo por instituciones educativas y de adiestramiento del país, hacen que el gerente venezolano, en especial el de las medianas y grandes empresas, posea una visión actualizada de los conceptos y fenómenos gerenciales. Temas tan contemporáneos como la calidad de gestión, la gerencia estratégica, el aprendizaje organizacional, la gerencia del conocimiento, constituyen, en mayor o menor medida, prácticas gerenciales incorporadas a muchas de nuestras medianas y grandes empresas. Es de anotar también el creciente interés y la renovada atención que se le viene prestando a la pequeña y mediana industria, con la finalidad de que sus gerentes cuenten con una batería de conceptos y prácticas, adaptados a su realidad, que les permitan efectuar una mejor gestión de este importante y particular sector de la actividad económica venezolana. * Una mayor conciencia de la dimensión internacional La globalización económica llegó para quedarse; aunque muchos de nuestros dirigentes y empresarios intenten negar esta evidencia, los hechos con su propia contundencia, invalidan cualquier argumentación en contrario. En efecto, la propia realidad venezolana muestra cómo en la última década del siglo XX se ha manifestado, de manera evidente y creciente, un doble movimiento que tiene que ver con la internacionalización de nuestras empresas y de nuestros gerentes. Por un lado, se constata el interés y la presencia de algunas de nuestras más significativas empresas industriales y de servicios en mercados distintos al venezolano; por el otro, las adquisiciones de empresas venezolanas por grupos económicos foráneos, unida a la limitada y tímida privatización de algunas de las empresas del Estado, son testimonio irrefutable de la llamada internacionalización del capital, mediante la toma de posiciones en empresas venezolanas utilizando el mecanismo de la inversión directa extranjera. De esta forma, la gerencia se ha hecho cada vez menos criolla, menos venezolana; nuestros gerentes y empresarios han comenzado a lidiar con realidades empresariales distintas, con otras maneras de pensar, de hacer las cosas, de entender las organizaciones. A la tradicional presencia de la gerencia americana se suman las características y fisonomías de modus operandi diversos que progresivamente marcan idiosincrasias gerenciales particulares en su manera de organizar y gestionar los negocios. De idéntica forma, nuestros empresarios, fundamentalmente ligados a la actividad exportadora, en virtud de la escasa y limitada inversión directa venezolana en el exterior, han aprendido también a entender realidades económicas diversas, comportamientos y preferencias diferentes, y, en especial, a incorporar las dimensiones internacionales en la consideración de sus ámbitos de negocio y de las decisiones gerenciales que se toman o se deben tomar. * Una mayor especialización gerencial La época de los gerentes capaces de saber de todo y de poder gerenciar con igual eficiencia cualquier negocio, parece ser la excepción. En las grandes y medianas empresas la especialización de los gerentes, tanto en lo referente a su propio ámbito de conocimiento y experticia, como en lo concerniente al tipo de sector de actividad, de negocio, en los que se desenvuelven. De esta forma, la gerencia ya no es sólo la gerencia a secas, sin calificativos ni distintivos. Nuestros gerentes entienden la necesidad de adquirir conocimientos y destrezas en aspectos concretos de la actividad y del pensamiento gerencial. Así, las finanzas, el mercadeo, los recursos humanos, entre otras disciplinas gerenciales, se han convertido en elementos auto-contenidos de complejidad creciente que ameritan de una especialización gerencial, en virtud de sus componentes y características propias y no necesariamente transferibles. Esta realidad hace que la gerencia venezolana de las grandes empresas tienda cada vez más a ser una gerencia de conocimiento funcional, que profundiza en los conceptos y habilidades propios y específicos de una determinada dimensión del quehacer gerencial. En este mismo orden de ideas, se evidencia también que las empresas y la gerencia venezolana tienden a concentrarse en los negocios medulares, en esos ámbitos específicos de acción en los que, poseen ventajas competitivas innegables. Esta mayor concentración implica, por supuesto, una especialización empresarial, de tal forma que la gerencia tiende también a hacerse más específica, más especializada, en función del tipo de negocio o de actividad en el que se concentra la empresa. La noción económica del “capital sectorialmente específico” adquiere carácter de realidad incontestable. Nuestros gerentes así lo entienden y actúan en consecuencia, produciéndose una especialización por negocios que se traduce en que nuestros gerentes, además de especializarse funcionalmente, se concentran en un determinado ámbito de la actividad económica para ser, por ejemplo, en adición a su carácter de gerentes de mercadeo, gerentes de mercadeo de servicios bancarios. * Una mayor movilidad gerencial El postulado según el cual las empresas no ofrecían un puesto sino una carrera, ha ido progresivamente perdiendo vigencia. En efecto, ni las empresas ni sus gerentes continúan concibiendo entre sí una relación vitalicia, única, exclusiva, excluyente, por siempre, que expresa una lealtad y una incondicionalidad incontestable. Muy por el contrario en las postrimerías del siglo XX se ha echado por tierra este viejo precepto del trabajo de por vida en una sola empresa. La noción de que se va de la cuna a la tumba en una misma empresa carece cada vez más de sentido. Venezuela no es la excepción, tanto las empresas como los gerentes entienden que las contribuciones de estos últimos son coyunturales, limitadas, circunscritas a un momento determinado de la organización, a un aquí y ahora determinado por las circunstancias por las que atraviesa la empresa, y por las habilidades y destrezas que posee el gerente para colaborar con la resolución de los problemas de esa empresa en un momento específico de su evolución. Como corolario de este entendimiento, estudios recientes muestran que los gerentes ocupan tres o cuatro posiciones en empresas diferentes a lo largo de su carrera, y que las empresas aprecian la contribución que estos gerentes pueden hacer, en la medida en que han estado expuestos a otras realidades y circunstancias que, sin duda, enriquecen el acervo de conocimientos y experiencias del gerente. * Una mayor valoración de la tecnología: Ya es un lugar común afirmar que la tecnología es un factor de producción, de tanta importancia como la tierra, el trabajo o el capital, y que, incluso, en muchas empresas de avanzada, la tecnología es ciertamente el factor de producción. Este reconocimiento ha tenido, por supuesto, influencias en la manera de hacer las cosas por parte de la gerencia venezolana. En este sentido, nuestros gerentes están cada vez más conscientes de que tecnología, en términos de infraestructura y plataformas de sistemas, no es sólo un apoyo para la actividad gerencial, sino que es o puede ser el negocio mismo. En efecto, nadie discute en las empresas venezolanas la necesidad de contar con el apoyo del computador o de programas administrativos ad-hoc para hacer más eficiente la gestión de la empresa. Unido a este reconocimiento de la importancia de la tecnología como recurso gerencial, se suma otra constatación: que la tecnología en sí misma es también una manera o la manera de hacer determinados tipos de negocio que se apoyan en la utilización de las posibilidades casi infinitas de las autopistas de la comunicación. De esta forma, el e-commerce y el business to business ( B2B) son formas cada vez más frecuentes de hacer el negocio y no de apoyar el negocio. * Una mayor relevancia de la ética empresarial Quizás los factores concurrentes expresados en un progresivo relajamiento de las convenciones sociales mínimas de convivencia y de una mayor corrupción en el desempeño de las funciones gerenciales, han llevado a la gerencia venezolana a prestar una renovada atención al tema de la ética en los negocios, de la ética gerencial, de la ética empresarial, llamémosla como la queramos llamar. En efecto, asistimos con mayor frecuencia, y muy probablemente sea éste uno de los signos gerenciales más relevantes de la gerencia venezolana finisecular, a una proliferación de asuntos relacionados con el tema de la ética. Recordemos que en su acepción primaria, la ética es el estudio de juicios morales acerca de lo que es considerado bueno o correcto a objeto de poder calificar acciones o conductas concretas. Aplicada a las empresas, busca entonces valorar el desempeño específico, la conducta concreta que los empleados de una organización llevan a cabo en una situación determinada que la empresa contrasta con los criterios, pre-juicios o consideraciones que ha establecido en relación con lo bueno o lo correcto de ciertas acciones o conductas de sus empleados. Esta valoración del tema ético, de la deontología gerencial, ha influido en la adopción de los llamados códigos de ética empresariales que pueden ser de alcance general y parcial, es decir, referidos a toda la organización o a áreas o sectores específicos de la misma. De esta forma, un código de ética especifica las reglas claras de funcionamiento moral de una empresa. En concordancia con lo anterior, muchas de nuestras empresas entienden que la cultura de la organización no abarca sólo su misión, su visión y sus valores, sino que es necesario también incorporar a su manera de hacer las cosas, un conjunto de preceptos que expresen cabalmente la comprensión que se tiene de lo bueno, de lo correcto, de lo aceptable, de lo moralmente conveniente para esas empresas en un tiempo y un espacio determinado. Referencias bibliográficas Araujo, Orlando. Caracterización Histórica de la Industrialización en Venezuela (Separata de la revista Economía y Ciencias Sociales), Caracas, octubre-diciembre, 1964. Año IV, No. 4. Araujo, Orlando. Situación Industrial de Venezuela, Ediciones de la Biblioteca de la Universidad Central de Venezuela, Caracas, 1969. Asociación Pro-Venezuela, Diversos Documentos, Caracas. Curso de Formación Socio-Política del Centro Gumilla, Caracas, 1975. 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