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MANUAL DE RETORICA, ORATORIA y LIDERAZGO DEMOCRATICO Ricardo Hormazábal Sánchez ¿QUE ES LA RETÓRICA?: Se le define como el»Arte de bien decir, de dar al lenguaje escrito o hablado eficacia bastante para deleitar, persuadir o conmover».También como «Teoría de la composición literaria y de la expresión hablada» y como «uso impropio o intempestivo de este arte.» Otras definiciones describen la retórica como « arte de hablar y arte de decir». El primer criterio nos acerca a la filosofía y a la psicolinguística y el segundo, a la literatura. Hablar y decir se usan como sinónimos, pero hay diferencias. Hablar es hacer uso de una facultad propia del ser humano y Decir es hacer uso de esa facultad en una dimensión concreta, específica. Con alfabeto y lengua escrita el acto de hablar se hace audible, visible, analizable y programable. Por su parte, entendemos por Arte esa «virtud, disposición y habilidad para hacer algo» o el «Conjunto de preceptos y reglas necesarios para hacer bien algo.» La retórica, reflexión sobre el hablar, tiene intimos vínculos con la palabra escrita, ya que la lengua hablada es el uso directo de una facultad humana y con ello una acción. Según la definición del propioGorgias, retórica es «la capacidad de persuadir con los discursos a los jueces en el tribunal de justicia, a los consejeros en el consejo, a los asambleístas en la asamblea, así como en cualquier otra reunión de ciudadanos» (Diálogo Gorgias con Platón, Ediciones Escogidas, Madrid, 1999, página 21) Aristóteles, el célebre filósofo clásico, en su libro Retórica, sostiene que»se puede ser buen retórico sin siquiera estar consciente de ello». Esta opinión se fundamenta en el conocimiento del hecho que las personas se esfuerzan por argumentar y sostener afirmaciones, por defenderse o acusar, aunque la mayoría lo hace irreflexivamente o por carácter. Si se hace una cosa conscientemente, podremos reflexionar sobre cómo lo hacemos y crear un método de acción. Por su parte, Quintiliano* utiliza la expresión scientia bene dicendi, para referirse a la retórica y que significa» Ciencia del Buen decir». Los romanos hablaban de rhetorica docens y rhetorica utens, para distinguir la teoría, que se aprende en el aula, del conocimiento que se adquiere mediante el ejercicio. El Retórico o Rétor procura embellecer discurso jurídico para persuadir al juez, ordenar el discurso político para que los oyentes le den su voto y orientarlo como un proceso de educación, hacia la formación integral de la persona. Las etapas de la educación en la antigüedad, culminaban confiándole al Rétor, la misión de formar personas cultas, informadas de todos los conocimientos posibles, educadas en el dominio del ánimo y de la expresión. Hubo épocas de tensión por la aplicación de la retórica de influencia Griega en Roma. En el año 161 A.C. un Senado Consulto ordenaba la expulsión de Roma de los rétores y filosofos griegos. Un decreto del año 92 A.C. estableció la obligación de enseñar la Retórica en idioma griego. Esta norma pretendía impedir que el pueblo romano pudiera aprender expresarse, lo que podía ser negativo para la minoría gobernante. Marco Fabio Quintiliano, 35-95, Nacio en Hispania, ejerció en Roma como abogado y profesor de retórica. Definiciones de oratoria y orador ¿QUE ES ORATORIA? Es el arte de hablar con elocuencia y también un género literario que se concreta en distintas formas, entre las cuales encontramos las siguientes: a. El discurso, del latín discursus, que es la facultad racional con que se infieren unas cosas de otras, sacándolas por consecuencia de sus principios o conociéndolas por indicios y señales. Serie de las palabras y frases empleadas para manifestar lo que se piensa o siente. Perder, recobrar el hilo del discurso. Razonamiento o exposición sobre algún tema que se lee o pronuncia en público. Doctrina, ideología, tesis o punto de vista. De una manera más directa se puede decir que un discurso es un razonamiento, mientras que la oratoria es el arte de hablar. Por lo tanto, el discurso es aquello que razonas en tu mente y compartes con otras personas, y la oratoria es el arte con que lo haces. Demos un ejemplo para entenderlo más claro: Una persona hace un dibujo, y otra crea una obra de arte. La primera actúa empíricamente; la segunda, con técnica. De modo que la diferencia entre una obra de arte y cualquier dibujo reside en si se hace siguiendo alguna norma. Con la palabra ocurre algo parecido. Cualquier persona puede pronunciar un discurso, aunque lo hará mejor si conoce las reglas gramaticales, de sintaxis, se tienen conocimientos de vocabulario, si ha tenido la preocupación de leer, escuchar y preparar una exposición y luego demostrar su capacidad de elocuencia y persuasión. La diferencia entre un discurso y la oratoria, entonces, radica en cuánto sabes acerca de los principios que te permiten expresarte con eficacia. Si expones de cualquier manera, podríamos decir que simplemente estás dando un discurso o exponiendo tus razonamientos ante otras personas; y si expones desplegando el arte de enseñar, podríamos decir que estás practicando la oratoria, el arte de hablar en público. b. La disertación, disertar, del latín dissertâre, que significa razonar, discurrir detenida y metódicamente sobre alguna materia, bien para exponerla, bien para refutar opiniones ajenas. c. La conferencia, del latín conferentîa, plática entre dos o más personas para tratar de algún punto o negocio. Disertación en público sobre algún punto doctrinal. Reunión de representantes de Gobiernos o Estados, de comunidades eclesiásticas y de agrupaciones de otra índole, para tratar asuntos de su competencia. Comunicación telefónica interurbana o internacional. En algunas universidades o estudios, lección que recibian los estudiantes cada día. d. El sermón, del latín sermo, ônis. Discurso cristiano u oración evangélica que predica el sacerdote ante los fieles para la enseñanza de la buena doctrina. Amonestación o reprensión insistente y larga. Discurso o conversación. ¿Qué es Orar? Es «hablar en público para persuadir y convencer a los oyentes o mover su ánimo.» ¿Quién es un Orador?: Es una «persona que habla en público, pronuncia discursos o imparte conferencias» Catón definía al orador como: «vir bonus peritus dicendi», que significa, un hombre bueno experto en el decir. El orador, con su actividad comunicativa persigue la utilitas de la causa, el interés de la posición retórica en la que está situado y que defiende con su discurso. El primero que dividió la oratoria en varios tipos o subgéneros fue Anaxímenes de Lámpsaco, él propuso una clasificación tripartita, la que fue posteriormente recogida por el propio Aristóteles y que se señala a continuación: Género judicial: Se ocupa de acciones pasadas y lo califica un juez o tribunal que establecerá conclusiones aceptando lo que el orador presenta como justo y rechazando lo que presenta como injusto. Género deliberativo o político: Se ocupa de acciones futuras y lo califica el juicio de una asamblea política que acepta lo que el orador propone como útil o provechoso y rechaza lo que propone como dañino o perjudicial. Género demostrativo o epidíctico: Se ocupa de hechos pasados y se dirige a un público que no tiene capacidad para influir sobre los hechos, sino tan solo de asentir o disentir sobre la manera de presentarlos que tiene el orador, alabándolos o vituperándolos. Está centrado en lo bello y en su contrario, lo feo. Sus polos son, pues, el encomio y el denuesto o vituperio. ¿QUIEN ES UN BUEN ORADOR? El buen orador es: 1. El que informa bien. Informar, del latín informâre, significa enterar, dar noticia de algo. Dicho de una persona o de un organismo: Completar un documento con un informe de su competencia. Formar, perfeccionar a alguien por medio de la instrucción y buena crianza. Dicho de un cuerpo consultivo, de un funcionario o de cualquier persona. Dar forma sustancial a algo. 2. Argumenta sólidamente. Argumentar, del latin argumentâre, argüir sacar en claro, descubrir, probar. Aducir, alegar, poner argumentos. Disputar, discutir, impugnar una opinión ajena. Sólidamente, con solidez, con razones verdaderas y firmes. Sólido, da, del latín solîdus, firme, macizo, denso y fuerte. Dicho de un cuerpo: Que, debido a la gran cohesión de sus moléculas, mantiene forma y volumen constantes. Asentado, establecido con razones fundamentales y verdaderas. Moneda de oro de los antiguos romanos, que comúnmente valía 25 denarios de oro. 3. Hace presente las fuentes que utiliza, fuente, del latin. fons, - ntis, manantial de agua que brota de la tierra. Aparato o artificio con que se hace salir el agua en los jardines y en las casas, calles o plazas, para diferentes usos, trayéndola encañada desde los manantiales o desde los depósitos. Plato grande, más o menos hondo, que se usa para servir los alimentos. Principio, fundamento u origen de algo.. Material que sirve de información a un investigador o de inspiración a un autor. En medicina, úlcera abierta para que supure. Fuentes de información, confidencias, declaraciones o documentos que sirven de base para la elaboración de una noticia o reportaje periodístico.. Personas que emiten esas declaraciones. 4. Trasmite credibilidad, confianza. Con ello logra ganarse el respeto de la audiencia. Por el contrario, NO PUEDE considerarse BUEN ORADOR a quién sabe hacer citas, recita poesía, mueve las manos o alza la voz, pero; a. Miente. Mentir, del latín mentîri, decir o manifestar lo contrario de lo que se sabe, cree o piensa. Inducir a error, mentir a alguien los indicios, las esperanzas. Fingir, aparentar. El vendaval mentía el graznido del cuervo. Los que se mienten vengadores de los lugares sagrados. Falsificar algo, faltar a lo prometido, quebrantar un pacto. Miente más que habla, expresión para ponderar lo mucho que alguien miente. b. Manipula: manipular, del latin manipûlus, manojo, unidad militar, Operar con las manos o con cualquier instrumento. Intervenir con medios hábiles y, a veces, arteros, en la política, en el mercado, en la información, etc., con distorsión de la verdad o la justicia, y al servicio de intereses particulares. Artero, ra, de arte, cautela, astucia; adjetivo peyorativo. Mañoso, astuto. Peyorativo, va., de peyorar, dicho de una palabra o de un modo de expresión; que indica una idea desfavorable, que empeora. Peyorar, del latín peiorâre, poner o hacer peor algo. 3. Elude expresar sus puntos de vista verdaderos. Esto es, evita informar de sus intenciones reales. Uno de los grandes oradores del siglo XX fue Winston Churchill, de quien incluimos dos discursos en el tomo segundo. Se afirma que él es tan citado como Shakespeare, por la profundidad, la pasión y el humor que esgrimía en sus discursos. Escribió unos 30 millones de palabras, en discursos, libros y discursos según cálculos estimativos, y debe recordarse que obtuvo el Premio Nóbel de Literatura en 1953. Churchill se dio cuenta de la relación entre lenguaje y liderazgo en su juventud. Escribió un tratado sobre oratoria, llamado The Scaffolding of Rhetoric (El andamiaje de la retórica), publicado después de su muerte, aunque fue escrito a los 23 años, en el que afirma que «de todos los talentos concedidos al hombre, ninguno es más preciado que el don de la oratoria. Quien lo detente, esgrime un poder más perdurable que el de un gran rey». En este texto, Churchill describió cinco elementos que debían utilizarse para preparar un buen discurso, aunque yo creo que pueden distinguirse seis. Veamos en rápida síntesis, cadauno de ellos: 1. Estilo. Para él «no hay elemento más importante en la técnica de la retórica que el uso permanente de la mejor palabra posible». Por ello, es esencial disponer de un vocabulario variado y amplio. 2. Ritmo. Este se basa en el «equilibrio particular» entre las frases, el cual da como resultado una cadencia más cercana al verso blanco, composición cuyos versos no riman entre sí, que a la prosa. El gran estadista británico, acostumbraba a dictar sus discursos y los pronunciaba una y otra vez, para apreciar su cadencia. 3. Argumentos. Churchill acumulaba argumentos, refiriéndose a hechos que sustentaban una conclusión lógica. Tenía la convicción que escribir era comparable a la tarea de construir edificios: «Hay que sentar las bases y juntar datos; las premisas deben soportar el peso de las conclusiones». 4. Analogías. Consideraba a las analogías como una de las armas más formidables de un retórico», según expresa en su obra sobre este tema. Sus discursos alentando al pueblo inglés en horas muy dramáticas estaban llenas de ellas: «La muerte y la congoja serán nuestros compañeros de viaje; las penurias, nuestras vestimentas; la perseverancia y el valor, nuestro único escudo. Nuestras cualidades y nuestros actos deben arder y brillar en la penumbra de Europa hasta que se conviertan en la verdadera luz de su salvación». 5. Extravagancia. Churchill sostiene que los comunicadores necesitan un toque de «extravagancia salvaje». Por eso, su vocabulario y forma de armar las frases era particular y llamativo. La sexta característica que él le agregaba, en mi opinión, era el vínculo afectivo entre el orador y el auditorio. La audiencia y el disertante deben involucrarse emocionalmente. Para que los oyentes lloren es necesario que el disertante sienta el dolor; para despertar la indignación, hay que transmitir la ira. El hábil empleo de las herramientas básicas de la retórica, explican el vigor y llegada de la oratoria de Churchill. Pero todo eso llevaba tiempo. Se le atribuye un comentario en el que agradeciendo alabanzas a una de sus improvisaciones, explicaba que éstas eran las que más trabajo le demandaban. Churchill preparaba sus intervenciones con gran dedicación y mal genio. En una película sobre su vida, se le mostraba dictando a una paciente secretaria y peleando con un leal mayordomo que le proveía de sus famosos cigarros y del licor que más le agradaba. Un discurso de 40 minutos podía demandarle entre seis y ocho horas de preparación y ensayo. Churchill ponía el foco en un solo tema por discurso y terminaba con un llamado a la acción. Tenían con frecuencia, anotaciones al margen con indicaciones escénicas como «pausa», para darle tiempo al auditorio de asimilar las ideas lanzadas, de experimentar las emociones que trasmitía. También tenía clara conciencia del uso de refuerzos visuales. Muy pocas personas de mi generación ignoran que la imagen de un cigarro está tan asociada a Churchill como el gesto «V», que significaba victoria realizado con los dedos de su mano. Dándose cuenta del papel que juega el humor en el ánimo de las personas, aún en los momentos más difíciles de su país, Churchill empapaba sus discursos de humor e ironía. Thomas Montalbo, autor de Public Speaking Made Easy: Magic Keys to Success «El hablar en público hecho fácil: Claves mágicas para el éxito, de la editorial Wilshire, afirma que Churchill «llevaba las ideas a la retórica como los compositores traducen las suyas a la música.»21 |