descargar 0.63 Mb.
|
La reunión con Arcthuro y el final del día Después volvimos a casa y almorzamos. Nuevamente me di cuenta que comían poco y tomaban cápsulas de tres a cinco tipos distintos. Después, nos fuimos al hall a conversar hasta las 2:30, cuando Salino nos recordó que teníamos un compromiso en el Palacio de la Armonía. Le pregunté si tenía que cambiarme la ropa y ellos se rieron mucho. Dijeron que yo estaba bien vestido para la ocasión y que Arcthuro usaba el mismo tipo de ropa, al igual que todos los arretianos en horas de trabajo. Al preguntar sobre cómo iríamos hasta allá, Salino dijo que usaríamos la cabina de teletransporte y, para tranquilizarme, él iría antes, yo enseguida y Tentra por último. Vércia y Syndi aprovecharían la oportunidad para "ponerse a la par en sus asuntos" y después saldrían. Nos fuimos a la cabina de teletransporte y Salino seleccionó las coordenadas del Palacio de la Armonía. Receloso, le pregunté si no había riesgo de mezclar las células con cualquier otra cosa, como en la película "La Mosca". Los dos se rieron mucho, dijeron que ya habían oído hablar de eso y aclararon que era imposible que ocurriera en Arret, aunque allá hubiesen moscas y una o varias entrasen en la cabina. Ella tele transportaba sólo un único ser vivo a cada vez, sin importar si pertenecía al reino humano, animal o vegetal. La "desintegración" sólo ocurría tras un proceso de validación basado en el análisis del código genético del ADN y sólo se podía tele transportar conjuntamente con un ser humano, cosas y objetos provenientes del reino mineral, o de los reinos superiores, desde que inertes o reprocesados, como era el caso nuestras ropas y sus accesorios. Enseguida, Salino entró en la cabina diciendo que me esperaría "Del otro lado" y, luego cerró la puerta, desapareció en pocos segundos. Cuando me tocó a mí, sentí una fuerte somnolencia y luego vi un amplio salón y la silueta de Salino. Cuando salí y miré a mi alrededor, me di cuenta que allá había unas tres docenas de cabinas. Enseguida, oí la voz de Tentra y nuestra charla fue interrumpida cuando llegaron Antak y Tali, mientras Otento y Sathya venían a encuontrarnos. Nos saludamos tan afectuosamente, parecía que no nos veíamos a mucho tiempo. Entramos en un ascensor panorámico que permitía ver en zaguán de cada pavimento y subimos hasta la recepción de la presidencia, en el último piso. Durante la corta charla, Tentra me dijo que yo sentiría una energía maravillosa cuando llegásemos a la recepción y, más grande aún, cuando entrásemos en la sala de Arcthuro. Dijo que incluso un “grosero”, como yo me autodenominaba, no quedaría inmune a su energía. Cuando llegamos allá, la recepcionista nos saludó a todos por el nombre y pidió que esperásemos algunos minutos. Luego Othíbio entró en la sala, nos abrazó y, después de recordar nuestro encuentro en la SOL-4, nos pidió que lo acompañáramos hasta el despacho de Arcthuro, en el piso de arriba. Subimos por una escalera automática y salimos directamente en su despacho. Él nos esperaba en una gran mesa redonda, con sillas para más 48 personas. Me quedé estático cuando lo vi, pues me inundó una gran emoción. Él vino a nuestro encuentro y se detuvo delante de mí sonriendo. Tan luego me recompuse, le extendí la mano y él, en vez de apretarla, me dio un caluroso abrazo. Después de sostener mis brazos como lo hacían los romanos, dijo que estaba feliz con mi visita y que, como servidor de Arret y amigo del pueblo de la Tierra, ayudaría en todo lo que fuese necesario para qué mi trabajo culminarse con el éxito esperado. Volví a emocionarme y él colocó su mano derecha en mi hombro y dijo que, si tuviese ganas de llorar o sonreír, que no suprimiera o disimulara esos dos nobles sentimientos del alma humana. Enseguida, se dirigió a cada uno de los demás con palabras amables, siempre seguidas de cariñosos abrazos. Después nos invitó a que nos sentáramos bien cerca de él. Arcthuro tenía 2 m de estatura, cabello canoso largo hasta los hombros, piel morena, grandes ojos castaños y un rostro sin arrugas, a pesar de ya estar con 165 años, 80 de ellos al frente del gobierno arretiano. Era una persona de extrema humildad y sabiduría, de habla tranquila, pausada, firme y objetivo, transmitiendo una gran sensación de confianza, que era imposible imaginar algún otro sentido en sus palabras, o dejar de atender a cualquier pedido suyo. Tan luego nos sentamos, entró un robot semejante al de la SOL-4 y nos sirvió un vaso de jugo de frutillas a cada uno. Arcthuro empezó la reunión diciendo que Arret tenía fuertes lazos con la Tierra, pues el Mesías responsable de su pueblo era Ahelohim, uno de los setenta Mesías de la Alianza de Sirios, el cual era un gran amigo y colaborador de Jesús, el Mesías de la Tierra. Dijo que Ahelohim fue su guía y protector en algunos de sus pasajes por nuestro mundo, incluso en el último. Jesús, del mismo modo, también sería el protector de Ahelohim en algunas de sus misiones junto al pueblo arretiano, donde pasó por las mismas situaciones que su amigo enfrentó en la Tierra. Arcthuro subrayó que ese era uno de los motivos de la afinidad entre los dos planetas y todo lo que se pudiese hacer para trasmitir esperanza a los que sufren con el actual modo de vida terrestre, sueñan con un mundo mejor y esperan por eso compensaría cualquier tipo de sacrificio, por más grande que fuese. Dijo que esa era la razón principal de aquella reunión y de la operación que montaron para realizar un trabajo que lanzaría una semilla más en el suelo de la Tierra, cuya germinación estaría sujeta a la voluntad Divina. Sostuvo que, en breve, la Tierra pasará por una gran transición, o transformación, cuyos detalles, día y hora era un secreto del Padre Celestial, para no alarmar a sus hijos e hijas que serán sometidos al examen de selección. Subrayó que el libro o los libros que yo pretendía escribir deberían enfocar la esperanza en un mundo mejor, la felicidad y las dádivas que el Creador distribuirá abundantemente a todos los que superen las barreras del mundo competitivo, de la vida y de los placeres materiales. Dijo que, si yo decidiese por eso al volver a la Tierra, debería escribir por el simple placer de hacerlo, sin preocuparme con su publicación y mucho menos, sí traería un retorno financiero o no, si lo leerían muchas personas o solamente algunas, o si lo aceptarían o lo rechazarían. Subrayó que era muy importante que yo hiciera lo mío y dejará lo de más por cuenta del Padre Celestial, el único que sabía el día y la hora propicios para que la semilla se transformara en árbol y diera sus frutos. Dijo que me bastaría escribir con imparcialidad y que la idea sería registrada en los anales espirituales de la Tierra y muchas personas llegarían hasta ellas durante sus sueños o en período de meditación. Dijo que estaban prontos para ayudarme en lo que fuese necesario y volvió a asegurar que la decisión final de escribir sería mía, que no sería cuestionada y que no necesitaba manifestarla en aquel momento. Confirmó que Tentra, Salino y otras personas me acompañarían durante mi estadía en Arret y me ayudarían ante cualquier dificultad. Después, dijo que ya era hora de hablar sobre cómo nació la semilla y se estableció aquello que yo llamaba de gobierno central y cómo tendría acceso a las informaciones necesarias para conocer la realidad y el modo de vida de su pueblo. Enseguida, Arcthuro hizo un resumen de los sucesos anteriores y posteriores a la gran transición arretiana, destacando aquellos que llevaron a la creación del gobierno planetario. Él hizo un paralelo entre la situación de Arret, hace 722 años atrás, con la actualidad terrestre y, el punto que más me llamó la atención, se refería a la profecía del "Hombre del Caballo Blanco", citada al comienzo de este libro. En aquella época, con pequeñas variaciones y diferencias, Arret era la Tierra de hoy en día, con un modo de vida muy semejante a aquel de 1960 y una tecnología más avanzada que la de 1999. Tres años antes de la transición planetaria, la mano divina colocó a uno de sus servidores en la presidencia de un país con características semejantes a las del Brasil. Su nombre era Olintho y, con el apoyo de sus poderosas alianzas espirituales, estructuró aquel país y obtuvo la admiración y respeto de su pueblo y de muchos gobernantes de los demás países. Como su procedimiento estaba en perfecta sintonía con las leyes divinas, cuando sobrevinieron los días de la prestación de cuentas al Creador y el caos reinó en el planeta, su país fue uno de los que menos sufrió daños. Con eso, ayudaron a muchos pueblos más afectados y Olintho acabó por volverse un líder planetario, ayudando y coordinando esfuerzos de reconstrucción en casi todos los países, siempre con el apoyo irrestricto de los seres espaciales, de los cuales era algo así como un embajador. Él fue elegido como el primer gobernante continental y no vivió lo suficiente para ver la implantación del gobierno central, pero lanzó la semilla que dio sus frutos algunos años después. Más tarde volvió a Arret con el nombre de Hórhium y, al final del primer siglo, tomó posesión del gobierno central y realizó una grandiosa obra de consolidación y sistematización de los más diversos aspectos de la vida planetaria. Según lo que pude entender y comparar con la profecía citada, ese mismo ser está viviendo en Brasil, esperando el momento que el Padre Celestial definió para colocar nuestros destinos en sus competentes manos. Después, habló sobre aquello que imaginaron para facilitar el aprendizaje, siempre sometiendo sus conclusiones a la aprobación de los presentes. Ese comportamiento era común a todos los arretianos y demostraba el respeto absoluto que tenían por el libre albedrío. Al final, resumió la estrategia para propiciar el conocimiento de la actualidad planetaria. Por medio de visitas y paseos, yo conocería las actividades básicas de cada uno de los 12 ministerios y mantendría contacto con diversas personas, lo que me permitiría evaluar y sentir su grado de satisfacción y de felicidad. En los próximos tres lunes, desde las ocho al mediodía, yo tendría reuniones de una hora con cada uno de los ministros cuyos sectores fueron definidos en la semana anterior. El último lunes, a las tres de la tarde, volveríamos a reunirnos para evaluar mi aprendizaje, definir las próximas etapas y marcar mi regreso que, a pesar de previsto para dentro de 30 días, podría extenderse por 10 ó 12 días más. Cuando él dijo que, si estuviésemos de acuerdo, podríamos encerrar la reunión y colocar el plan en acción, concordamos inmediatamente y nos despedimos. Me pareció que el tiempo pasó muy rápido y también me sentí feliz, optimista y confiando, como nunca lo estuve en mi vida terrestre. Arcthuro era un ser maravilloso y su presencia tenía el poder de impregnar a las personas con una porción de sus cualidades. El era la síntesis del pueblo arretiano y, por eso, era amado y respetado por todos. Ya en el primer piso, cada grupo volvió a su casa y Salino acompañó a Antak para ayudarlo a ajustar la planificación del programa de observaciones, en función de algunas nuevas colocaciones hechas por Arcthuro. Cuando llegamos, Vércia y Syndi estaban en casa y nos preguntaron sobre la reunión. Hice un rápido resumen y Vércia concluyó, por la euforia que percibía en mí, que había sido excelente y que yo necesitaba relajarme un poco en la piscina. Charlamos por algunos minutos más y fui volviendo de a poco a mi estado normal, y nunca más volví a perder la confianza y el optimismo. Tentra se quedó preparando la cena y esperando a Salino, pues irían a visitar a los padres de ella. Nos fuimos a la piscina, donde conocí a otros vecinos y hablé mucho con Syndi. Ella estaba con 25 años, era soltera y trabajaba en el Ministerio de los Transportes y Distribución, junto con Vércia. Era la hija más joven en su familia y sus dos hermanos estaban casados y cada uno tenía una pareja de hijos. Le pregunté a qué edad se casaban los arretianos y ella me dijo que entre los 18 a 35 años, pero que ella se quedaría soltera, como ocurría con un 20% de la población. Su afirmación se debía al hecho de que no había asumido compromisos con casamiento o hijos para aquella vida y que Vércia estaba en la misma situación. A pesar de eso, podrían tener hijos aún siendo solteras, pues ese hecho no era fuera de lo común en Arret. Paramos en ese punto, pues Vércia se acordó que ya era tarde y que Syndi iría hasta su casa antes de cenar con nosotros. Volví con Vércia a nuestra casa y luego Salino y Tentra utilizaron la cabina de teletransporte y salieron. Imaginé que la visita sería en Agartha y me sorprendí cuando Vércia me dijo que sus abuelos vivían del otro lado del planeta. Luego volví a ubicarme y comprendí la comodidad que representaban las cabinas y porque los arretianos no le daban tanta importancia a sus vehículos particulares. Mientras esperábamos que llegara Syndi, le pedí a Vércia que hablará sobre el Ministerio de los Transportes y Distribución. Syndi volvió enseguida y las dos me prometieron seguir el asunto después de la cena, cuando me transmitieron una visión general del sistema de distribución de bienes, aclarando varios puntos que todavía no conocía. Y después, como lo recordó Vércia, volvimos al asunto de la charla con Syndi en la piscina. Las dos se turnaron y me ofrecieron informaciones muy interesantes. Dijeron que los compromisos con casamientos e hijos se hacen durante la permanencia en el plano espiritual y no se nos olvida al volver al plano físico. Ellas no asumieron esos compromisos y dijeron que sus compañeros de la vida anterior, que podrían ser sus parejas en aquella vida, estaban cumpliendo misiones en otros planetas. El de Syndi estaba viviendo en la Tierra y el de Vércia estaba en otro sistema estelar. Aún así, podrían casarse con alguien en situación semejante o, lo que era más común, también podrían seguir solteras y tener hijos, si quisieran o si hubiese necesidad. Dijeron que ese tipo de maternidad sólo ocurriría si algún espíritu, con el que tenían gran afinidad, volviese de una misión en otro planeta durante el periodo en que ellas estaban viviendo en la materia. Si ese espíritu, por alguna razón importante, tuviera que volver inmediatamente el plano físico, necesitaría de la ayuda de personas sin compromisos, como ellas dos. Cuando Tentra y Salino llegaron, hablaron sobre la visita que habían hecho y sobre el día siguiente, cuando conoceríamos algunas escuelas básicas. Vércia dijo que nos acompañaría e invitó a Syndi, que aceptó la invitación. Al decir que se iría a dormir a su casa y volvería a la mañana siguiente, Tentra intervino y le invitó a que se quedara. Justificó diciendo que sus padres estaban viajando y que había dos camas disponibles en la habitación de huéspedes. Enseguida, me preguntó si yo estaba de acuerdo en dividir mi habitación con ella. Me sorprendió lo inusitado de la situación, respondí bromeando con ellos. Dije que estaba de acuerdo, desde que Syndi no se aprovechara de mi inexperiencia arretiana. Todos se rieron y ella dijo que eso no ocurriría, a pesar de conocer mi experiencia terráquea, lo cual fue motivo para más risas. Salino también bromeó diciendo que yo todavía no había completado 24 horas en Arret y no le gustaría verme “Traumatizado” por una “solterona” como ella. Syndi fingió que le pegaba y, mientras él corría para su habitación, nos fuimos a la nuestra. Ella me dijo que siempre dormía en aquella habitación cuando sus padres viajaban y por eso, tenía ropas y otros utensilios en uno de los armarios. Después, tomó un traje de dormir y se fue al baño. Durante el tiempo que ella se demoró en volver, me puse a analizar aquella situación y me acordé de la charla que tuve con Tentra al volver del supermercado. Resolví que no me sorprendería más con cualquier cosa que ocurriese, pues, desde el contacto con Oatas, todo fue una secuencia de sorpresas y novedades. Cuando volví del baño, Syndi estaba en su cama oyendo una linda música arretiana. Abrió sus ojos y me preguntó si no me molestaba aquel tipo de música. Le respondí que no, pues era muy agradable y ella me dijo que tenía la costumbre de oírla mientras recordaba los hechos del día y hacía una autocrítica sobre todo lo que ocurrió. Le pregunté si ella se había "autocriticado" mucho aquel día y me dijo que no. Dijo que el día fue excelente, que estaba muy feliz con nuestro reencuentro y con la posibilidad de ayudarme a conocer al pueblo arretiano, sus costumbres y su modo de vida. Al oír la palabra reencuentro, esperé que ella terminara y le hablé a respecto de la impresión que tuve en el supermercado y sobre la sensación de que ella era alguien a quien conocía desde hace mucho. Tras observar muy atentamente, dijo que, como Tentra, Salino y Vércia, también me conoció en otro planeta, y sin darme mayores detalles, dijo que sólo se deberían recordar las experiencias del pasado si hubiese un propósito útil en ello y pudiesen contribuir para el perfeccionamiento personal o para evitar la repetición de errores. Después de decir que el día siguiente sería muy ajetreado y que ya era hora de reposar, me preguntó si me gustaría que ella aprovechase el resto de sus vacaciones para acompañarnos en los paseos y visitas. Le respondí que sí y, bromeando, le dije que quedaría en deuda con otra persona más y no sabía cómo pagarle a todos. Ella sonrió y dijo que los resultados del trabajo serían suficientes para pagar las deudas y aún sobraría mucho. |
![]() | ![]() | ||
![]() | «rienda suelta a la pasión y al amor, muchas veces ese amor imposible que atormenta el alma» | ![]() | |
![]() | ![]() | «Esa conclusión reforzó tremendamente la ya profunda creencia de que todos los homínidos fueron en muchos aspectos semejantes a los... | |
![]() | ![]() | ||
![]() | ![]() |