Paula Felizón Robles






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REPERCUSIONES ALIMENTARIAS Y SOCIOECONÓMICAS DE LA INDICAÇÃO DE PROCEDÊNCIA DO PAMPA GAÚCHO DA CAMPANHA MERIDIONAL 1.
Santiago Amaya Corchuelo, José Marcos Froehlich, Encarnación Aguilar Criado y

Paula Felizón Robles

Autor para correspondencia: santiago.amaya@uca.es

RESUMEN
Son muchas las iniciativas a las que estamos asistiendo en distintas regiones del mundo en torno al cambio de hábitos en la alimentación de sus pobladores. Nos referimos concretamente a la cada vez mayor demanda de producciones seguras y de calidad en detrimento de los productos procedentes de las grandes cadenas agroalimentarias globalizadas. La importancia de productos agroganaderos locales ocupa un lugar prioritario en la conformación de estas nuevas dinámicas de consumo. Se basan en la valorización de características que atribuyen especificidades a un producto, asociadas a una imagen de valores culturales y naturales del territorio. Son estas algunas de las principales líneas que se están consolidando en relación con la implantación de indicaciones geográficas de calidad (IGs).
Un caso de estudio nos permitirá comprobar de qué modo esta tendencia se está dando tal como la hemos descrito o no, analizando las particularidades del mismo. Se trata de la Indicação de Procedência do Pampa Gaúcho da Campanha Meridional (Indicación de Procedencia Pampa Gaucha da Campaña Meridional), ubicada territorialmente en el sur de Brasil y cuyo producto es la carne de vacuno.
La zona denominada genéricamente Pampa Gaúcho está situada en el estado brasileño de Río Grande do Sul, haciendo frontera con Uruguay. Ocupa el 2% del territorio del país y está compuesta fundamentalmente por pastos naturales. Su vocación productiva en los últimos cuatro siglos ha sido la ganadera, básicamente de ganado vacuno. El término “Pampa”, tiene un origen indígena, denominando una “región plana”, y se puede encontrar la Pampa ganadera en Argentina, sur del Brasil y Uruguay (Pires y Silva, 2007).
Concretamente en la Pampa del sur de Brasil se ha dado desde finales del siglo XVII y cronológicamente, lo que se llama los tres ciclos de la producción ganadera, el del cuero, el ciclo del charque (carne seca salada) y el ciclo de la carne fresca de calidad que llega hasta nuestros días. La base de todo ello se encuentra en las grandes extensiones y propiedades con una enorme riqueza de pastos autóctonos, así como en la producción de carnes de vacuno de gran reputación (Dullius, 2009).
En este territorio se creó en 2006 la Indicação de Procedência do Pampa Gaúcho da Campanha Meridional (IPPGCM), y es actualmente una de la treintena de IGs de Brasil. Este es el caso que hemos investigado. Nuestro análisis cualitativo y cuantitativo, nos ha permitido analizar una serie de variables para responder a preguntas como estas:
-¿Existe en realidad la distintividad de la carne certificada como IPPGCM en una región con una producción cárnica de gran reputación?

-¿Qué papel ejerce el único distribuidor de este producto certificado y en qué circuitos de distribución se está basando?

-¿Los productos certificados de la IPPGCM responden a una demanda interna (local-regional-estatal) real, o se debe a una demanda externa como la europea o norteamericana?

¿Qué papel ejerce la demanda europea de productos ecológicos en el refuerzo de los discursos y las prácticas relacionadas con el desarrollo sustentable de los ganaderos y productores de esta IP?

¿Qué intereses hay en la creación de un sello como este más allá de la valorización de sus productos?
PALABRAS CLAVE:
Pampa Gaúcho, carne vacuna, calidad alimentaria, indicaciones geográficas de calidad
INTRODUCCIÓN
El aumento de las IGs constituye uno de los fenómenos ligados tanto a las nuevas funciones de los espacios rurales, como a recientes demandas de los consumidores de las sociedades post-industriales (Amaya y Aguilar, 2012). Esta nueva tendencia del consumo se ha visto agudizada por las últimas alarmas alimentarias2, lo que ha propiciado una mayor necesidad por conocer la procedencia de los alimentos e informarse del proceso seguido por el producto desde su origen hasta la mesa del consumidor. De otro lado, la búsqueda de la diferenciación de productos en un mercado cada vez más homogéneo y globalizado, que busca el valor añadido de la distintividad, resulta otro de los imperativos que explica este proceso de calidad alimentaria.
Este tipo de etiquetas distintivas que surgieron en determinados países europeos (particularmente en Francia e Italia) como fórmula para garantizar la autenticidad de productos como el vino o el aceite de territorios concretos, ha trascendido absolutamente dichos orígenes. La fórmula de las IGs se utiliza hoy en la mayor parte de los países; además, su implantación no se reduce a productos agroalimentarios sino también a otros productos y servicios (Delphine, 2010). Existen numerosos casos de nombres geográficos asociados a productos tradicionales con reputación y calidad. Algunos ejemplos son el tequila (México), los vinos de Burdeos (Francia), el queso manchego (España), los cigarros habanos (Cuba), el café de Antigua (Guatemala), el té de Long-Ging (China), el cacao chuao (Venezuela), el jamón de Parma (Italia), el aceite de Argán (Marruecos), la mantequilla shea (Burkina Faso), las piñas de Guinea, la miel blanca (Camerún), la vainilla de Mananara (Madagascar), pero también las alfombras y tapices de Bukhara, la cuchillería solingen (Alemania), las alfombras y tapices kilim (Turquía) o la seda tailandesa3.
Este fenómeno ha sido objeto de una prolija literatura científica. En ella se han tratado y resaltado los aspectos legislativos de estas marcas (Peralta, 2008), buenas prácticas productivas (Ruiz et al., 2007), alimentación y seguridad (Díaz y Gómez, 2008), desarrollo territorial (Lozano y Aguilar, 2012), dinamización socioeconómica (Fróelich, 2012), conservación medioambiental (Lozano, 2010; Amaya, 2012) y/o menor impacto ambiental de estas producciones en relación a producciones industrializadas; justicia social, producción a pequeña escala, cadenas cortas de producción y consumo (Mauleón, 2001; Murdoch y Miele, 2004; Marsden, 2004; Triches, 2010), valorización de mercados y de productos singulares (Thomé Da Cruz, 2012), entre otros.
Lo que nos desvelan las distintas aproximaciones son los múltiples aspectos sociales que están relacionados con la creación de estos signos de distinción alimentaria. Sin ánimo de ser exhaustivos, podemos solamente apuntar algunos aspectos que a nuestro entender hoy constituyen retos y dudas concretas para el futuro de las IGs:
Los retos tienen que ver con (a) ausencia de un sistema multilateral o internacional de reconocimiento de las IGs, aunque sí existen muchos acuerdos bilaterales; (b) rápida proliferación de IGs, y además, creación de éstas mediante procedimientos dispares según los países donde surjan; (c) tendencia progresiva de los países emergentes a incorporarse a esta dinámica creando múltiples IGs; (d) restricción para establecer IGs en sectores ajenos a la alimentación, aspecto sólo constatable en Europa, no así en algunos países latinos, o en la La India, donde existen más de cien IGs de artesanías (Delphine, 2010); (e) vinculación de la promoción de las IGs a instituciones públicas, en unos casos y a iniciativas de los productores en otros.
Las preguntas que nos hacemos tendrían que ver con (a) ¿Se da una confusión en la gestión de estas marcas, cuando evolucionan desde IGs a DOP? Tal como sucede en Brasil, en el caso de la IP del Valle de los Viñedos, que desde 2002 poseía la figura de la IG y ha obtenido una DOP en 2012. ¿Ahora ambas figuras coexisten, se solapan o una sustituye a la otra; (b) ¿Las grandes, y a veces no tan grandes, corporaciones agroalimentarias llegan peligrosamente a la patrimonialización de la realidad local mediante el uso de los sellos de calidad alimentaria?; (c) ¿Las marcas de calidad constituyen esferas de poder de determinados productores, y, en ese caso, son mecanismos de exclusión?; (d) ¿Asistimos a la banalización de la distintividad asociada a las IGs por la excesiva proliferación de marcas?; (e) ¿Los consumidores ante esta creciente oferta se sienten más seguros, mejor informados o más confundidos?.
Obviamente aquí no disponemos de espacio para intentar avanzar sobre todos los aspectos que acabamos de mencionar. Sin embargo, varios de ellos entroncan de forma directa con el análisis de nuestro caso concreto como iremos viendo. Analizaremos de este modo la flexibilidad y multifuncionalidad de los sellos de calidad según los territorios de su implantación. También es crucial para nosotros aquí centrarnos en el choque de intereses que generan estos procesos entre los agentes del territorio afectado, de la exclusión/inclusión de parte de dichos agentes, así como de las repercusiones en los mercados regionales e internacionales de la producción concreta de la carne de la Pampa. En esta línea de investigación se inscribe el presente texto, partiendo finalmente, de la constatación de que los procesos de implantación de las IGs son un fenómeno polivalente, en la medida que suponen tanto un espacio de concertación entre distintos productores, e instituciones, como un ámbito de poder entre intereses de distintos signos.
Los datos que vamos a exponer son el resultado de un proyecto, actualmente en curso, sobre las producciones de calidad diferenciada ligadas al mundo rural. En concreto se centra, como ya hemos dicho antes, en la IG Indicação de Procedência do Pampa Gaúcho da Campanha Meridional. Este artículo ha sido elaborado a partir de los datos obtenidos durante varios periodos de trabajo de campo realizados entre 2009-2012. La investigación de campo se ha realizado a partir de una muestra de 52 entrevistas semidirigidas realizadas a los distintos actores que intervienen a lo largo de esta cadena agroindustrial: los ganaderos, los industriales, los consumidores y los técnicos.
La metodología combina técnicas cuantitativas como cualitativas, así como el uso de fuentes documentales primarias y secundarias. Esta metodología nos ha proporcionado tanto datos cuantitativos sobre la evolución del sector, como cualitativos, vinculados a la percepción y valoración que los distintos actores sociales tienen sobre el proceso de creación de marcas de calidad.
LAS MARCAS DE CALIDAD EN LAS CADENAS AGROALIMENTARIAS
Desde las décadas finales del pasado siglo, a medida que se instituía un tipo de agricultura crecientemente industrializada, se desarrolla el fenómeno de la especialización de los espacios rurales en productos de calidad, como respuesta a la integración de la agricultura en cadenas de alimentación. Así, frente a los productos estandarizados y desterritorializados en cuanto a que nos son característicos o específicos de zonas concretas, productos elaborados desde la agroindustria, frente a ellos, el valor añadido de los productos de calidad reside precisamente en su vinculación con un territorio concreto. De esta forma, los elementos consustanciales de una particular ecología, tradición e historia, se incorporan como elementos distintivos a esos productos locales (Lozano y Aguilar, 2010), y es a partir de esa transferencia de significados sociales como logran sus características diferenciales de cara a mercados cada vez más globales.
A esta tendencia obedece la actual proliferación de las marcas de calidad que vienen a avalar las cualidades diferenciales o la renta de especificidad que determinados alimentos poseen (Tregear et al., 2007). En esta incesante labelización de la realidad destacan en el caso europeo, la Denominación de Origen Protegida (DOP) e Indicación Geográfica Protegida (IGP) y la Agricultura Ecológica (AE), como marcas con un nivel alto de certificación y con rango de reconocimiento europeo. Para el caso brasileño encontramos las figuras de certificación Denominación de Origen y también la Indicación de Procedencia. Son fórmulas que garantizan la vinculación de un producto con un territorio, una materia prima, un saber-hacer y/o unas técnicas de elaboración concretas (Lozano y Aguilar, 2012).
Estamos pues ante un fenómeno plenamente adscrito a los modelos de consumo de la sociedad capitalista actual, que responde a nuevas demandas sociales, y tratan de reestablecer la ruptura entre agricultura y alimentación, entre el campo y el plato. Este reencuentro ha propiciado que, de forma paulatina, se esté fomentando una mayor vinculación entre alimento y producto local, entre productor y consumidor. La naturaleza, el territorio, la historia y la cultura constituyen así los vínculos que conectan con la calidad del producto. Son los garantes de su valor añadido de cara al mercado.
Ha habido un incremento paulatino de estas figuras que contribuye a una nueva dinámica rural que busca el desarrollo territorial anclado en la potencialidad de la cultura local (Esparcia y Noguera, 1999; Mardens, 2004; Aguilar y Amaya, 2007). Esto explica en gran medida el fenómeno, ya mencionado, de su creciente proliferación.
Estos sellos de calidad que originalmente surgieron para intentar frenar las copias de productos, hoy se caracterizan sobre todo por constituir un método para valorizar dichos productos localizados territorialmente mediante una elevada calidad diferencial. Son producciones generalmente de pequeña escala que ocupan nichos específicos de mercado. Siguiendo a autores como Deaton, Busch, Samuels y Thompson (2010: 99-110), podemos denominar a estas producciones como una economía de valor o de calidad, más que una economía de cantidad4.
Es muy interesante analizar cómo se manifiesta esta tendencia en casos concretos, de qué manera se está vinculando la demanda de nuevos productores con esta emergente economía de valor que reside en las indicaciones de calidad. A nuestro entender, las modalidades de certificación de productos agroalimentarios no dejan de ser estrategias del mercado que cubren la demanda de los nuevos consumidores, aunque dependiendo de los contextos sociopolíticos donde nos encontremos, sus repercusiones son diferentes. Tengamos en cuenta que si bien el referente de las IGs es el contexto europeo, nuestro marco de análisis es el de América Latina y concretamente el brasileño, donde veremos de qué modo se readapta el modelo sobre sellos de calidad procedente de Europa a otro contexto con realidades e intereses muy distintos.
LAS INDICACIONES GEOGRÁFICAS EN BRASIL
En Brasil, la explotación de la caña de azúcar, café y ganado, monocultivos de gran importancia para los ciclos económicos de este país, influenciaron directamente la realidad socioeconómica. En la actualidad, con la configuración de una base industrial diversificada, la economía brasileña ya no se caracteriza por un producto determinado, de la agricultura o de la industria, lo que significa la oferta de una amplia gama de productos tanto para el mercado interior como para la exportación. En este contexto de grandes mercados globalizados en los que se inserta plenamente Brasil, los productos regionales tradicionales contribuyen a la preservación de las tradiciones culturales, del medio ambiente y al desarrollo económico y social de un territorio. Aquí las IGs se muestran como importantes instrumentos, aunque su uso es incipiente en Brasil si lo comparamos con otro marco como el europeo (Thomé da Cruz, 2012).
Si bien la proliferación de IGs es pujante, como veremos, en Brasil, aún no hay muchas experiencias con las IGs y el conocimiento de los consumidores en general, es aún reducido o a veces inexistente en relación a este instrumento. Sin embargo, dado el gran tamaño del país, así como la enorme diversidad cultural y su biodiversidad, la adopción de estrategias específicas para el posicionamiento de los productos en el mercado puede contribuir para que éstos se conviertan en productos singulares, especialmente en los casos en que las economías de escala y la reducción de los costes sean estrategias inadecuadas para los productores que no tienen capital o infraestructura para competir directamente con los sectores económicos dominantes.
El marco legal de las indicaciones geográficas en Brasil (Ley 9279, de 14/05/1996) es reciente comparado con el europeo, y contempla dos figuras de protección como hemos dicho: las indicaciones de procedencia (IP) y las denominaciones de origen (DO). La distinción entre ambas figuras está en el hecho de que en las IP lo relevante es la notoriedad asociada a la calidad que alcanza un determinado producto o servicio, mientras que, en el caso de las DO, tal notoriedad debe estar obligatoriamente asociada a los aspectos físicos (suelo, agua, clima…), humanos y culturales del lugar (terroir) donde tuvo lugar el proceso de obtención o producción. Tanto las IP como las DO deben tener sus respectivos registros en el Instituto Nacional de la Propiedad Industrial de Brasil (INPI). De 2002 hasta finales de 2012 se habían registrado y concedido entre ambas figuras 30 marcas o sellos de calidad.
El cuadro siguiente nos habla del vertiginoso crecimiento de las IGs en Brasil, las cuáles se han multiplicado en estos dos últimos años.


Figura 1.: Evolución de las Indicaciones Geográficas en Brasil, de 2002 a 2012

Fuente: Novo da Silva, Lozano y Amaya, 2012.
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